Desde la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948, a la que la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales del CMI aportó terminología sobre libertad de religión o creencias, el CMI ha venido desempeñando un papel activo en el desarrollo y la protección de los derechos de todas las personas.
Mediante la defensa y promoción ecuménicas, el programa de Dignidad y Derechos Humanos del CMI alienta y apoya la participación de las iglesias miembros y sus asociados en los mecanismos de presentación de informes del sistema de derechos humanos de la ONU, denunciando la injusticia y la discriminación, dando una voz a los sin voz y amplificando las voces ignoradas.
El CMI también se esfuerza por defender la dignidad humana abordando los derechos humanos desde una perspectiva ética y teológica. Responde a las iglesias que piden apoyo para su labor en casos en que la dignidad humana está amenazada. Es un programa que acompaña a las iglesias y fortalece su labor de defensa de los derechos humanos. Esto exige un enfoque holístico en que se plantean de forma integrada los derechos políticos y civiles, y los derechos económicos, culturales y sociales.
Desarrollar la dimensión interreligiosa de los derechos y la dignidad; centrar la atención en los derechos de las víctimas y de las minorías, la impunidad y la libertad religiosa; y proporcionar a las iglesias un espacio donde puedan examinar las relaciones entre justicia y dignidad y derechos humanos son algunas de las prioridades del programa.