Corra el derecho como agua y la justicia como arroyo permanente (Amós 5:24)

1. Escuchar los llantos

El miércoles, 6 de abril de 2022, solo dos días antes del comienzo de la conferencia sobre Perspectivas cristianas sobre la dignidad humana y los derechos humanos, Mbodazwe Elvis Nyathi, un zimbabuense de 43 años y padre de cuatro hijos, fue quemado vivo en el municipio de Diepsloot, en Sudáfrica, por una multitud que protestaba contra el crimen y la mala vigilancia de las leyes de inmigración. Elvis es solo uno de los muchos casos de asesinatos de bandas en los barrios negros, los vestigios del apartheid en Sudáfrica.

El terrible asesinato de Elvis no tuvo la misma cobertura mediática internacional que la historia de los asesinatos de civiles en Bucha, Ucrania, por soldados rusos unos días antes. Una de esas víctimas recibió un disparo al estilo ejecución mientras iba en bicicleta. A otro le dispararon con las manos atadas a la espalda. Violaron a mujeres. Estos y muchos otros casos recientes y no tan recientes en todo el mundo hicieron necesario que las iglesias buscaran la reafirmación de un entendimiento común y un compromiso con la dignidad humana y los derechos humanos universales. 

2. Exigirnos responsabilidad mutuamente

Movido por la repulsión ante las atroces violaciones de la dignidad humana otorgada por Dios que se cometieron durante la segunda guerra mundial, el movimiento ecuménico internacional se está dedicando desde hace mucho tiempo a promover el desarrollo y la aplicación de los marcos jurídicos internacionales para la rendición de cuentas por esas violaciones. Concretamente, es bien conocida la función de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales (CIAI) en la redacción de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH).

En el contexto mundial actual, no muy diferente de la situación en la época de la segunda guerra mundial, observamos con gran alarma la intensificación de los conflictos, las divisiones, las desigualdades, el resurgimiento del racismo, los ataques xenófobos contra los migrantes, las violaciones de los derechos de las mujeres y otras formas de discriminación, las amenazas contra los defensores de los derechos humanos, así como el autoritarismo, el nacionalismo populista, el extremismo religioso y otras formas de extremismo que, una vez más, amenazan gravemente la seguridad física, la dignidad y los derechos humanos de diversas comunidades e individuos en todo el mundo. Esto se ha visto agravado por la desinformación deliberada y las «noticias falsas» en las redes sociales y los medios de comunicación. En la actualidad, en varios países se están produciendo ataques sin precedentes contra la dignidad humana y los principios democráticos, ataques contra la validez del derecho internacional e impunidad por violaciones graves de los derechos humanos.

Lamentablemente, cada vez se cuestiona más la universalidad de los derechos humanos en la actualidad. Con demasiada frecuencia, los dobles raseros han marcado la aplicación de las normas internacionales de los derechos humanos, y muchos Estados han instrumentalizado estos principios con fines políticos, y Estados poderosos se han evitado rendir cuentas por sus acciones en materia de derechos humanos. Ese uso indebido de principios que deberían ser de aplicación universal ha dañado la credibilidad de estos a los ojos de muchos y debilitado las finalidades esenciales para las que fueron concebidos.

Estos son los motivos por los que nos hemos reunido para una consulta sobre las «Perspectivas cristianas sobre la dignidad humana y los derechos humanos», del 9 al 12 de abril de 2022, que fue preparada conjuntamente por el CMI/CIAI, la Misión Evangélica Unida (UEM, por sus siglas en inglés) y la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD, por sus siglas en alemán) para reflexionar acerca de diferentes perspectivas sobre la relación entre los principios de la fe cristiana, la dignidad humana y los derechos humanos.

3. Escuchar lo que Dios exige de nosotros

Afirmamos la relevancia sempiterna de la Biblia como un recurso dinámico para las iglesias en el movimiento ecuménico en su constante promoción del respeto de los derechos humanos y la defensa de la dignidad humana. No obstante, debe reconocerse que la Biblia también contiene textos inquietantes que representan actos de exclusión y marginación sancionados por la religión que aparentemente contradicen el espíritu vivificante de la Biblia. Reconocemos la fuerte relación existente entre la afirmación activa de los derechos humanos y la dignidad humana y las proclamaciones bíblicas de libertad, amor, compasión, justicia y paz. Tomamos el ejemplo final de Jesús de Nazaret, quien predicó y encarnó el evangelio inclusivo de Dios de amor por los desposeídos y los desfavorecidos (Lucas 4:18-19; Juan 15:13).

La Biblia hebrea expresa un profundo aprecio por la dignidad esencial de la humanidad tal como fue creada a imagen de Dios (Gn 1:27), junto con su bondad, belleza y honor inherentes (Sal 8:5), en relación con otros seres, así como con toda la creación (Sal 139:14). El pacto de Dios con el pueblo cuando fue liberado de la esclavitud en Egipto estipula un conjunto de normas éticas que tienen por objeto salvaguardar la libertad y la dignidad de cada individuo y de la comunidad como pueblo de Dios. El mandato de andar «por el camino del Señor» como la ley de Dios (Jeremías 5:5) con justicia y derecho (Gn 18:19; Amós 5:24) es una manifestación concreta de la devoción de este pueblo a Dios y a sus semejantes (Ex 20). Por lo tanto, el pueblo del pacto debe defender a su prójimo cuidando a los vulnerables (Sal 82:3) y proporcionándoles la justicia necesaria (Jeremías 22:3). Los muchos relatos que representan el fracaso del pueblo a la hora de poner en práctica la ley de justicia y derecho de Dios también revelan la ira de Dios y la demanda de arrepentimiento por las faltas cometidas (por ejemplo, 1 Reyes 21; Isaías 1:1-20; Miqueas 6).

En el Nuevo Testamento, la invitación al arrepentimiento emerge nuevamente como un paso esencial para restaurar la relación pactada con Dios y otros seres al poner fin a las prácticas que destruyen la dignidad y los derechos inherentes de los demás (Lucas 3:1–14) e inculcar un estilo de vida orientado al reino de Dios, que promueve la paz justa, la misericordia, la compasión (Mateo 5:1-7), la inclusión (p. ej., Hechos 10:34-35) y la igualdad (p. ej., Gal 3:28). En resumen, las normas interconectadas, basadas en los pasajes bíblicos antedichos, son muy similares a los aspectos normativos más destacados de los derechos humanos y de la dignidad humana. Normas que, según describió el apóstol Pablo, caracterizan la nueva vida en Cristo (Rom 3:21-26; 6:1-23; Gal 5:16-26) y recorren el camino de la paz (cf. Rom 3:9-17; Isa 59:1-8).

4. Discernir juntos

En la conferencia se compartieron informes y testimonios alarmantes de violaciones concretas de derechos humanos en diferentes partes del mundo. Escuchamos las valientes respuestas de las iglesias, así como sus errores al ayudar a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Al discernir el papel de las iglesias, participamos en la reflexión teológica sobre la persona humana y sobre el sentido de la solidaridad y las estructuras de rendición de cuentas.

Dios ha otorgado la misma dignidad a todas y cada una de las personas. Esta es una afirmación fundamental de la fe. Al relacionarnos como personas humanas, estamos llamadas a reconocer, aceptar y afirmar la dignidad dada por Dios a nuestros semejantes. Nuestra fe cristiana no nos permite aceptar puntos de vista simplificados sobre el individualismo o el colectivismo, ni negar la dignidad a ningún grupo de personas. Los ponentes en esta conferencia, de diversas iglesias protestantes y ortodoxas, expresaron que la personalidad, la dignidad y la relacionalidad son conceptos clave de la teología cristiana. Cuando nos relacionamos los unos con los otros, se convierte en una obligación el no quitar la dignidad que Dios ha dado a la otra persona, sino más bien apreciarla y defenderla. 

La conferencia manifestó que esta afirmación fundamental tiene resonancia en personas de todo el mundo. Existe una persuasión intrínseca en el concepto de unos derechos humanos basados en la dignidad de todos y cada uno de los seres humanos. Esto llega a los corazones y las mentes de las personas. Dondequiera que se ataque la dignidad de alguien, otros pueden sentir dolor; y así, con empatía y convicción, responder a este ataque formando lazos de solidaridad y exigiendo la rendición de cuentas. La prevención del daño y la atención a las personas que la necesitan son expresiones sólidas de protesta auténtica y fiel contra la injusticia y las atrocidades. Los derechos humanos son un medio importante para que los perpetradores rindan cuentas y para afirmar el papel del Estado como garante de los derechos humanos.

A partir de una visión holística de la persona humana, las iglesias afirman la indivisibilidad de los derechos humanos. Aunque en el pasado a menudo se haya intentado contraponer los derechos civiles y políticos a los derechos económicos, sociales y culturales o viceversa, esta conferencia hace hincapié en que los derechos humanos son indivisibles y que se deben evitar nuevas fallas. La conferencia aprecia la evolución de la protección internacional de los derechos humanos también a través de convenios de derechos humanos más concretos.

5. Instar a las iglesias a actuar

Hacemos un llamado a las iglesias:

  • a escuchar a las víctimas de violaciones de derechos humanos, solidarizarse con ellas y sostenerlas en la oración y el lamento; 
  • a redescubrir lo ricos relatos bíblicos que afirman la dignidad humana, la justicia y el Estado de derecho en aras de una mayor reflexión teológica y discernimiento para actuar de manera responsable; y articular cómo la teología, la antropología y la ética cristianas alimentan el compromiso con la indivisibilidad y la universalidad de los derechos humanos;
  • a decir la verdad y defender a las víctimas poniendo las denuncias y los testimonios de las víctimas de violaciones de derechos humanos en conocimiento de las autoridades nacionales y los mecanismos internacionales para que prevalezca la justicia;
  • a comprometerse con las diferencias de perspectiva y enfoque dentro del movimiento ecuménico para trabajar hacia conclusiones y recomendaciones comunes para que las iglesias reivindiquen el lenguaje de los derechos humanos, y defender los derechos humanos y el estado de derecho como parte integral de la vida y del testimonio de las iglesias;
  • a reconocer que la defensa de la dignidad y de los derechos humanos universales forma parte de la lucha por la justicia, la paz y la integridad de la creación;
  • a fortalecer la capacidad de los miembros de la iglesia a través de la capacitación y el empoderamiento para que participen activamente en la defensa de los derechos humanos;
  • a colaborar ecuménicamente para fortalecer a las iglesias, así como a los socios ecuménicos e interreligiosos, que se enfrentan a ataques por defender a las víctimas de violaciones de derechos humanos;
  • a exponer y desafiar todas las formas de discriminación, injusticia y abuso de poder que socavan la dignidad humana y los derechos humanos, especialmente cuando van dirigidas a personas de color, mujeres, niños y niñas, migrantes y refugiados, y garantizar su plena participación en todos los procesos que les afectan;
  • a discernir los criterios relacionados con la cultura y la tradición, de modo que, aunque se aprecien y se fomenten estos valores, nunca lleven a fomentar el odio, la injusticia o el rechazo de la dignidad de otros seres humanos;
  • a establecer estructuras de rendición de cuentas dentro de las iglesias e instituciones ecuménicas;
  • a reconocer que la dignidad humana no debe entenderse de manera aislada de la integridad de toda la creación, afirmando una relacionalidad fundacional de todas las criaturas.

Enviamos este mensaje a las iglesias y organizaciones relacionadas de todo el mundo para que sigan reflexionando y adopten nuevas medidas y, entre otras cosas, para ayudar a orientar las discusiones relevantes en la próxima 11.ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias en Karlsruhe (Alemania), que se celebrará del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2022.

Lo antedicho es el mensaje de la conferencia sobre Perspectivas cristianas sobre la dignidad humana y los derechos humanos, que fue organizada conjuntamente por el CMI (una comunidad de 352 iglesias a nivel mundial), la Misión Evangélica Unida (una comunión de iglesias en tres continentes) y la Iglesia Evangélica en Alemania (una de las iglesias anfitrionas de la 11.ª Asamblea del CMI en 2022), como parte de un proceso de estudio que comenzó en 2019. 47 participantes de 22 países se reunieron en Wuppertal (Alemania) y en línea del 9 al 12 de abril de 2022. Se publicarán los documentos de la conferencia y las deliberaciones.