Consejo Mundial de Iglesias
COMITÉ EJECUTIVO
Bossey, Suiza

13 a 18 de noviembre de 2015
Doc. Nº
35


¡Hombre! El Señor te ha dado a conocer lo que es bueno, y lo que él espera de ti, y que no es otra cosa que hacer justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios. Miqueas 6, 8

El viernes 13 de noviembre los parisinos volvieron a enfrentarse al terror, la violencia y la muerte en una serie de atentados que dejó más de 120 muertos y cientos de heridos. Hoy nuestros corazones y nuestros pensamientos están con las víctimas, sus familias y amigos, con todos los que están en duelo y con todo el pueblo de Francia. Estamos con ellos en profunda compasión y en la oración. Oramos para que encuentren consuelo en el amor y la atención que recibieron de quienes les han sido brutalmente arrebatados, en el apoyo y la solidaridad de los demás, de sus familias y de sus vecinos; sean quienes sean y estén donde estén.

El pueblo libanés tuvo que enfrentarse a la misma violencia y el mismo dolor hace unos días, sumándose así a la trágicamente larga lista de países y personas afectadas por este tipo de atentados.

Juntos, como una sola humanidad, como creyentes de cualquier religión y como no creyentes, debemos demostrar que nuestro respeto compartido por la vida humana y la dignidad es más fuerte que este malvado acto terrorista y esta perversión de la religión. Como representantes de las iglesias de todo el mundo, nosotros, el Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias, reunidos en este momento en Bogis-Bossey (Suiza), oramos a Dios, creador y fuente de toda la vida, para que dé consuelo y protección a los afectados por estos atentados y a todos los que sufren y tienen miedo; y confiamos en que escuchará nuestras plegarias. Esperamos y rogamos que esas señales lleguen a ellos y les demuestren que no están solos.

Ante esta brutalidad, la familia humana, todas las personas de fe y de buena voluntad, deben unirse y renovar el compromiso de respetarse y cuidarse los unos a los otros, de protegerse mutuamente y de evitar semejante violencia. No podemos aceptar y no aceptamos que semejante atrocidad terrorista pueda justificarse en nombre de Dios o de cualquier religión. La violencia en nombre de la religión es violencia contra la religión. Nosotros la condenamos, la rechazamos y la denunciamos. Enfrentémonos a ella defendiendo los valores de los derechos democráticos, interculturales y humanos que este terrorismo pretende atacar y aferrándonos a ellos. No permitamos que estos acontecimientos mermen la asistencia y la hospitalidad que ofrecemos a quienes huyen de la violencia y la opresión. Sigamos esforzándonos por hacer lo que sabemos que se nos pide que hagamos: actuar con justicia, amar la misericordia y andar humildemente con nuestro Dios en el camino de la justicia y la paz.