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Foto: Magnus Aronson/CMI

Foto: Magnus Aronson/CMI

“Los migrantes no son misiles, son personas”, dice el secretario general del CMI en respuesta a la crisis en la frontera grecoturca

Tras el acuerdo alcanzado entre la Unión Europea y Turquía en marzo de 2016, Turquía ha estado tomando medidas para evitar que los migrantes –muchos de los cuales huyen del conflicto en Siria– lleguen a la Unión Europea, a cambio de ayudas europeas para los migrantes y los refugiados, y una relajación de los requisitos para la obtención de visados de la Unión Europea para los ciudadanos turcos. El viernes 28 de febrero, después de bajas militares en el noroeste de Siria, donde Turquía ha estado intentando crear una zona segura para reasentar a millones de refugiados sirios y servir a los intereses turcos contra los kurdos, esas medidas fueron suspendidas, lo que resultó en que un gran número de personas intentaran cruzar a Grecia y se produjeran los consiguientes enfrentamientos con las fuerzas de seguridad griegas.

El martes 3 de marzo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto con el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, visitaron la zona fronteriza acompañados por el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, y describieron a Grecia como el ‘escudo’ europeo.

Y hoy, 5 de marzo, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se reunieron en Moscú con el objetivo de detener los enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales de Turquía y Siria en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria.

“En esta trágica situación”, observó el secretario general del CMI, Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, “se pierde la perspectiva de que los refugiados y los migrantes no son misiles para lanzar contra los adversarios, o para desviar como si fueran proyectiles que se aproximan. Son personas –niños, mujeres y hombres–, y muchos de ellos han huido de los horrores de la guerra en Siria para salvar la vida.

“Es así como muchos de ellos tienen derecho legal y moral a reclamar la condición de refugiado”, destacó el director de asuntos internacionales del CMI, Peter Prove. “La comunidad internacional –y en especial aquellos Estados implicados de manera más directa en Siria, particularmente Turquía y Rusia– tiene la responsabilidad de proteger a las personas que sufren las consecuencias del conflicto continuado en Siria, y de poner fin a la violencia como debería haberse hecho hace mucho tiempo. Todos traicionamos a estas personas y nuestros principios humanitarios autoproclamados cuando utilizamos como arma la difícil situación de los desplazados por este conflicto y no respetamos ni aplicamos principios bien establecidos del derecho internacional, sobre todo el derecho de asilo”.

Tveit afirmó que “Grecia necesita mucho más apoyo y solidaridad de otros países miembros de la Unión Europea para compartir la responsabilidad de recibir y acoger a quienes necesitan compasión, atención y refugio. Pero aunque todos los países tienen el derecho y la responsabilidad soberanos de controlar sus fronteras, no deben hacerlo a costa de socavar principios fundamentales y el derecho internacional humanitario concebidos exactamente con el objetivo de aliviar el sufrimiento de las víctimas de tales conflictos y crisis. Se debe encontrar una solución más compasiva y basada en principios, que reconozca las preocupaciones legítimas de las autoridades estatales a la vez que respeta el derecho internacional humanitario aplicable y refleja la corresponsabilidad regional”.