La 10ª Asamblea del CMI celebrada en 2013 instó a la familia ecuménica a unirse y caminar junta en una peregrinación de justicia y paz que llevara al centro a quienes se habían quedado en los márgenes. Como parte de este proceso, y con arreglo al mandato establecido en la declaración de la Asamblea del CMI sobre los derechos humanos de las personas apátridas, el CMI ha intensificado sus esfuerzos de sensibilización sobre los derechos de los grupos más vulnerables de la sociedad, incluidos los apátridas.
Se calcula que existen unos diez millones de apátridas en todo el mundo. Los apátridas son personas a las que ningún país reconoce como ciudadanos, por lo que se les niegan derechos humanos básicos. Son derechos que otras personas con frecuencia dan por sentado: el derecho a la asistencia médica, a la educación, a la propiedad, a viajar, a obtener un certificado de nacimiento o de defunción. Los apátridas son vulnerables a la discriminación, la explotación y la violencia.
El CMI ha alentado a su ámbito de influencia a que contribuya a poner fin a la apatridia en sus contextos. En las recomendaciones de Den Dolder (en Inglés) se invita a las iglesias, por ejemplo, a “utilizar de forma creativa las oportunidades que tienen de registrar acontecimientos importantes en la vida –como el nacimiento, el bautismo, la confirmación, el matrimonio y la muerte– de maneras que ayuden a las personas a obtener documentos que contribuyan a reducir los casos de apatridia”.