Texto bíblico: Santiago 3:10-11

«De la misma boca salen bendición y maldición. No puede ser, hermanos míos, que estas cosas sean así. ¿Será posible que de un manantial brote agua dulce y amarga por la misma abertura?» (RVA-2015)

Reflexión:

El equilibrio hídrico es la primera condición necesaria para la sostenibilidad de la vida en la Tierra; Dios creó el agua el primer día en que existió la vida (Génesis 1:2). Si esta fuente de vida es perturbada cualitativa (contaminada) o cuantitativamente (cuando existe demasiada, como en una inundación, o muy poca, como en la sequía), todo el tejido de vida en la Tierra puede verse amenazado. Una vez, Dios usó el poder del agua para castigar a los seres humanos, pero prometió no volver a exterminar ninguna vida por las aguas de un diluvio (Génesis 9:11). Sin embargo, la contaminación del agua sigue siendo capaz de exterminar la frágil capacidad de supervivencia humana. El agua tiene la virtud de nutrir y limpiar, pero también es capaz de profanar y matar si no es pura. Si no nos preocupamos por la creación y continuamos contaminando el agua, ésta puede convertirse en una fuente de maldición para toda la creación.

En la década de 1990, a raíz de una beca para conocer mejor la ciencia del agua (hidrología) en Bélgica, tuve la suerte de ser miembro del equipo científico que inspeccionó la calidad del agua del río Escalda y el Mosa, los dos ríos más grandes de Bélgica. «Como en cualquier otro país industrializado, la contaminación hídrica ha sido uno de los desafíos ambientales más grandes (si no el mayor) y duraderos que afronta Bélgica y muchos otros países europeos» [1].

Para esta tercera reflexión de las Siete Semanas por el Agua 2022, les invito a pensar en el cuidado de la creación y la contaminación del agua en Europa, porque, este año, la campaña del agua se centra en Europa. Garantizar la utilización sostenible del agua en Europa continúa siendo un desafío clave. Según la evaluación del agua de la Agencia Europea del Medio Ambiente de 2018, menos de la mitad (~40 %) de las aguas superficiales se encuentran en buen estado ecológico, y solo el 38 % se encuentran en buen estado químico. «Alrededor del 88,2 % del agua dulce de Europa proviene de ríos y aguas subterráneas, mientras que el resto proviene de embalses (10,3 %) y lagos (1,5 %), lo que hace que estas fuentes sean extremadamente vulnerables a las amenazas que plantean la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático». [2] Las aguas subterráneas y los ríos europeos se ven afectados significativamente por la contaminación difusa procedente de la agricultura y el uso doméstico.

Los europeos están acostumbrados a beber únicamente agua embotellada. Están desconectados del estado ecológico de sus aguas naturales, y pocos de ellos se dan cuenta de que alrededor del 60 % de los ríos, lagos y estuarios de Europa no cumplen ni siquiera los estándares ecológicos mínimos, debido a su indiferencia respecto a la irresponsabilidad medioambiental.

Como cristianos y cristianas, somos bendecidos por el agua de vida dada gratuitamente por la fe en Jesucristo, por lo que debemos convertirnos en un manantial de agua de vida para toda la creación (Juan 4:13-14). Nuestro estilo de vida debe mantener la integridad de la creación y evitar la contaminación del sistema de agua, tanto física como espiritual. Las palabras de Dios revelaron nuestros «pecados ecológicos», que consisten en actuar como manantiales de agua contaminada para la creación siguiendo el estilo de vida mundano (Santiago 3: 10-11). Con una codicia sin límites, la gente sigue utilizando un sinfín de productos químicos que acaban en los ríos y en las reservas hídricas. Toda la creación está interconectada. La contaminación del agua a nivel local está degradando el sistema hídrico a nivel mundial.

Debemos arrepentirnos y aceptar nuestra incapacidad para cuidar la creación sin el poder purificador de la sangre de Jesucristo. Durante este tiempo de Cuaresma, que el Espíritu Santo guíe nuestra vida diaria para que nos convirtamos permanentemente en manantiales de agua de vida limpia, física y espiritualmente, que conserven la creación de Dios. Los cristianos están llamados a cuidar y escuchar las voces de la creación evitando la contaminación del agua y el cambio climático.

Preguntas para el debate

  1. El agua es vida y contaminar el agua es como matar la vida. Como iglesia, ¿cómo podemos asegurar que todos los cristianos y cristianas sientan lo mismo con respecto a la sacralidad del agua? 
  2. ¿Cómo afecta la contaminación hídrica a su país o comunidad eclesiástica?
  3. ¿Qué pueden hacer los «discípulos de Cristo» para evitar o reducir la contaminación del agua?

Acciones:

  • Converse con los líderes de su iglesia sobre los problemas de contaminación del agua y lo que pueden hacer juntos para ayudar.
  • Siempre que pueda, amplifique los gritos de auxilio de los ríos contaminados, los océanos degradados y las aguas subterráneas contaminadas. Únase activamente al movimiento Tiempo de la Creación; el tema para este año es «Escucha la voz de la creación».
  • Mantenga limpio su ecosistema hídrico más cercano mediante acciones simples como (a) no tirar grasa o productos químicos domésticos por el desagüe; b) utilizar la menor cantidad de detergente posible u optar por productos inocuos para el medio ambiente; y, (c) minimizar el uso de pesticidas, fertilizantes y herbicidas en su agricultura o jardinería.

Recursos:

    1. https://www.europenowjournal.org/2018/12/10/water-stress-and-pollution-in-belgium-the-internationalization-and-regionalization-of-a-policy-problem/
    2. https://www.eea.europa.eu/signals/signals-2018-content-list/articles/water-use-in-europe-2014
    3. https://www.oikoumene.org/what-we-do/care-for-creation-and-climate-justice

* Dr. Louk Andrianos es un asesor sobre el Cuidado de la Creación, la Sostenibilidad y la Justicia Climática. Nacido en Madagascar, reside en Creta y colabora con la Academia Ortodoxa de Creta y con Tiempo de la Creación, entre otras instituciones ambientales.

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Louk Adrianos