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El Secretario General del CMI, el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, y el patriarca católico caldeo, Luis Rafael Sako, junto al presidente de Irak, Fuad Masum. © Paul Jeffrey/CMI

El Secretario General del CMI, el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, y el patriarca católico caldeo, Luis Rafael Sako, junto al presidente de Irak, Fuad Masum. © Paul Jeffrey/CMI

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Una delegación internacional de líderes religiosos concluyó una visita a Irak el 24 de enero, que se centró en el futuro de los sectores vulnerables de la sociedad iraquí tras la esperada derrota militar del llamado Estado Islámico. La delegación instó a los donantes internacionales a dar una respuesta de emergencia para apoyar los esfuerzos dirigidos a restablecer la seguridad, estabilizar y reconstruir las comunidades y sociedades afectadas.

La delegación de 14 miembros, coordinada por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), pasó cinco días en Irak, tanto en Bagdad como en el norte de la región del Kurdistán. La delegación se reunió con los líderes políticos de alto nivel del gobierno federal de Irak, en Bagdad, y del gobierno regional del Kurdistán, en Erbil, con parlamentarios que representan a las comunidades minoritarias, los jefes de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para el Irak, los representantes de otras comunidades religiosas de Irak, así como con los jefes de las iglesias cristianas del país y con jóvenes cristianos.

La delegación del CMI acogió con satisfacción el compromiso expresado por los líderes políticos, tanto en Bagdad como en Erbil, de preservar la diversidad cultural, étnica y religiosa del país.

“Después de haber escuchado las historias de los cristianos y los yazidíes desplazados, damos gran valor al crucial y excepcional papel desempeñado por muchos ciudadanos y por el gobierno regional del Kurdistán, acogiendo y dando refugio y apoyo a las personas de muchas comunidades diferentes que tuvieron que abandonar sus hogares para escapar del Daesh a mediados de 2014”, dijo Antje Jackelén, arzobispa de la Iglesia de Suecia y miembro de la delegación.

Otro miembro de la delegación, el padre Michel Jalakh, secretario general del Consejo de Iglesias del Oriente Medio, señaló: “Las iglesias, mezquitas y otras instituciones religiosas desempeñaron un papel muy importante acogiendo y atendiendo a los desplazados internos en la región del Kurdistán, especialmente en la fase inicial de la crisis”.

Perdura la crisis humanitaria provocada por la ocupación, a mediados de 2014, de Sinjar, Mosul y la llanura de Nínive por parte del “Estado Islámico”; la región del Kurdistán todavía acoge a más de tres millones de desplazados. Tras una reunión informativa mantenida entre la delegación y el Coordinador de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas en Irak, el Rev. Frank Chikane, moderador de la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales, destacó: “Lamentablemente, el apoyo de los donantes internacionales es insuficiente para satisfacer las necesidades que aún existen, lo que deja a las comunidades de acogida y al gobierno regional del Kurdistán solos ante semejante situación”.

Los miembros de las comunidades atacadas por el “Estado Islámico” –entre ellas los yazidíes y los cristianos– siguen siendo extremadamente vulnerables. Muchos de los miembros de estas comunidades –sobre todo los cristianos– que disponen de los medios necesarios, siguen abandonando el país, mermando aun más la diversidad cultural y religiosa de Irak y poniendo en peligro el futuro de la presencia cristiana indígena después de más de 1.700 años de historia cristiana en la región.

A pesar de que la campaña militar para derrotar al Estado Islámico ha recuperado algunos pueblos cristianos de la llanura de Nínive, los líderes religiosos iraquíes y los representantes del gobierno advirtieron a los miembros de la delegación de que no es recomendable ni probable que haya un retorno significativo de los desplazados hasta que la seguridad de los cristianos y de otras minorías esté garantizada.

“La seguridad es lo que necesitamos más acuciantemente”, dijo al grupo el arzobispo católico caldeo, Bashar Warda, durante una reunión en Erbil. “La reconstrucción de nuestras iglesias es lo último en que debemos pensar. Primero queremos construir casas para nuestra gente, para que pueda vivir con dignidad, y necesitamos infraestructuras en los pueblos. Pero todo esto solo es posible si tenemos seguridad”.

La delegación se reunió con varios líderes políticos de todo el país, entre ellos el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi y el presidente Fuad Masum. En la región semiautónoma del Kurdistán, se reunió con los ministros del gabinete y el viceprimer ministro de la región del Kurdistán, Qubad Talabani. El grupo también se reunió con funcionarios de las Naciones Unidas, trabajadores humanitarios, parlamentarios de Bagdad y de Erbil, y activistas políticos.

Durante esos encuentros, la delegación del CMI dio a conocer los resultados de un estudio que ha llevado a cabo en colaboración con Norwegian Church Aid, en que se analizan las necesidades específicas de los desplazados de la región. El informe del proyecto, publicado en diciembre bajo el título “Las necesidades de protección de las minorías de Siria e Irak”, expone detalladamente los problemas y recomendaciones específicas para asegurar el futuro de la diversidad social y religiosa de la región, y evitar que continúe la emigración masiva de los cristianos y demás comunidades.

Peter Prove, director de asuntos internacionales del CMI, dijo que las conversaciones mantenidas reforzaron las conclusiones del estudio. “En todos los encuentros mantenidos nuestros interlocutores apoyaron las conclusiones y recomendaciones del informe. Descubrimos interesantes diferencias de opinión sobre algunas cuestiones, tales como la forma de autogobierno más apropiada para las comunidades afectadas de la llanura de Nínive, y varios matices de opinión acerca de lo que necesitan los cristianos y demás comunidades para regresar a las aldeas liberadas” dijo Prove.

Pero ha habido un apoyo unánime en lo que respecta a las recomendaciones en materia de seguridad del informe. “Esto implica no solo la seguridad física, sino también la seguridad jurídica y constitucional, así como la seguridad en la vida social y económica de las comunidades. Esta es una condición sine qua non, un requisito previo para el restablecimiento de estas comunidades en sus lugares de origen”, dijo.

La delegación estuvo dirigida por el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, Secretario General del CMI, quien declaró que el viaje había sido “una oportunidad importante para escuchar, pero también una ocasión para mostrar la solidaridad y el apoyo de las iglesias de todo el mundo al pueblo iraquí, y especialmente a las víctimas de la violencia extrema y de la actividad terrorista”.

El Rev. Tveit dijo que la visita también había dado a la delegación “la oportunidad de averiguar de qué manera el CMI puede ayudar a garantizar un futuro mejor, para que la gente no sienta que la única opción que tiene para sobrevivir es irse a otro país. Hemos visto y oído cuán acuciante y oportuna es esta cuestión, y esto debe surgir como un esfuerzo común tanto de las iglesias como de los actores políticos. Los gobiernos necesitan ver que es hora de reconstruir Irak, de crear una nueva confianza dentro de esas comunidades para que en el futuro puedan seguir formando parte del gran mosaico iraquí”.

Fotos de la visita de los líderes religiosos a Irak, disponibles de forma gratuita

Antje Jackelén, arzobispa de la Iglesia de Suecia, reflexiona sobre su viaje a Irak

Un estudio muestra que la diversidad religiosa y étnica es vital para la paz en Irak y Siria

Informe del CMI y Norwegian Church Aid: “Las necesidades de protección de las minorías de Siria e Irak”