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Ecumenical Accompanier
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Al tiempo que celebraron los veinte años de un programa que ha dado un sentimiento de seguridad a niños y adultos, los participantes en la conmemoración lamentaron que las circunstancias actuales en Tierra Santa impliquen que este acompañamiento sea hoy más necesario que nunca.

Casi cien invitados se reunieron en el Hotel Imperial en Jerusalén para saludarse, compartir y escuchar historias locales. Entre los invitados se encontraban dirigentes de las iglesias locales y de iglesias miembros del CMI, asociados y acompañantes ecuménicos, así como los coordinadores del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI).

El evento fue inaugurado por su eminencia el arzobispo Aristarchos de Constantina y el secretario general en funciones del CMI, Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca. También se contó con las intervenciones de los coordinadores del PEAPI, de acompañantes ecuménicos, del obispo Ibrahim Azar de la Iglesia Evangélica Luterana en Tierra Santa y Jerusalén, y del Rev. Dr. Munib Younan, obispo emérito de la Iglesia Evangélica Luterana de Jordania y Tierra Santa.

Durante sus reflexiones con motivo de la celebración, Sauca compartió expresiones tanto de alegría como de preocupación.

“La comunidad ecuménica mundial siempre ha buscado estar en solidaridad activa con los cristianos de Oriente Medio, que son la continuación viva de una línea ininterrumpida de fiel testimonio cristiano en los contextos multirreligiosos de sus países y han aportado contribuciones vitales a la vibrante diversidad y desarrollo de sus sociedades”, afirmó Sauca.

“Las revueltas, el extremismo violento que utiliza la religión como justificación, las continuas ocupaciones militares, la discriminación y las violaciones sistemáticas de los derechos humanos, las crisis económicas y la corrupción, la ausencia de Estado de derecho y otros factores han propiciado una crisis existencial en la que están sumidos todos los habitantes de la región”.

Sauca observó que esta situación afecta en particular a las comunidades vulnerables, incluidos los cristianos, que se ven abocados al desplazamiento y la migración masiva. “Afirmamos que el mejor medio para evitar esta amenaza es la igualdad de derechos, una ciudadanía inclusiva, la justicia y la dignidad para todas las personas, sin discriminación religiosa o racial”, dijo.

En 2002, el CMI creó el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel en respuesta a un llamado de los dirigentes de las iglesias en Tierra Santa.

“El CMI, cuyas iglesias miembros representan unos 580 millones de cristianos en todo el mundo, respondió al llamado”, afirmó. “Poco antes, ese mismo año, residentes del pequeño pueblo de Yanoun habían sido desalojados de sus viviendas con altos niveles de violencia por parte de los colonos”.

Activistas por la paz israelíes e internacionales decidieron actuar y se fueron a vivir a Yanoun, esperando que los habitantes del pueblo se sintieran seguros para regresar. “Gracias a la presencia protectora de estos activistas, los residentes de Yanoun pudieron volver”, recordó Sauca.

Este éxito sirvió de inspiración y en 2002 nació el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel. Desde entonces, las iglesias miembros del CMI han contratado a más de 1800 acompañantes ecuménicos de 25 países para ofrecer su presencia durante un período de tres meses en diversos lugares de la Ribera Occidental.

En estrecha colaboración con las comunidades locales, grupos de derechos humanos palestinos e israelíes y organismos internacionales, el programa ha mantenido una presencia constante en la región desde su fundación. 

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EAPPI 20 years celebration

El secretario general en funciones del CMI, Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, compartió expresiones tanto de alegría como de preocupación durante la inauguración del evento en Jerusalén.

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Felicitaciones de todas partes del mundo

Quienes han colaborado con el PEAPI y lo han apoyado a lo largo de los años consagraron tiempo a enviar saludos y compartir sus recuerdos sobre el programa.

El obispo Dr. Munib Younan, expresidente de la Federación Luterana Mundial, explicó que la idea del programa es “promover la justicia, la paz y la reconciliación en Palestina e Israel, y en todo el mundo”, añadiendo que “solo tenemos que confiar en este Dios de justicia. Esta es mi esperanza para el mundo”. 

Salpy Eskidjian, de la Oficina de la Vía Religiosa del Proceso de Paz de Chipre (RTCYPP, por sus siglas en inglés), dijo que la situación sobre el terreno en Palestina e Israel no ha mejorado tal como habían esperado hace veinte años, sino que solo ha cambiado.

“Oro por que, mientras las iglesias miembros y la comunidad local sientan que es importante, la familia internacional y ecuménica más amplia en todo el mundo continúe proporcionando esta presencia protectora”, afirmó. “Es realmente una alegría que hace sentir agradecimiento y gratitud”.

En el transcurso de los años, muchas fotografías han mostrado a los acompañantes ecuménicos ofreciendo una presencia protectora pacífica a los niños palestinos que van caminando a la escuela.

Eskidjian dijo también que espera que el programa siga creciendo y marcando la diferencia en la vida de las personas. “Mi esperanza es un lugar en el que dos pueblos y todas las comunidades religiosas puedan convivir en paz”, indicó.

Sara Speicher, secretaria general adjunta de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana, también recordó los días en que se concibió el programa. “La idea, en un primer momento, fue vista y acogida por los dirigentes de las iglesias y los grupos locales palestinos e israelíes como un signo tangible de la preocupación del CMI, pero también con la esperanza de que este acompañamiento sería una muestra de solidaridad, ofrecería cierta seguridad y permitiría concienciar”.

Sam Bahour, socio director de Applied Information Management, Palestina, dijo que el acompañamiento ecuménico es una experiencia que salva y cambia vidas. “Salva vidas porque muchas veces una presencia extranjera sirve de elemento disuasorio para que la potencia ocupante israelí o los colonos ilegales israelíes no interfieran en nuestra vida cotidiana”.

El Rev. Dr. Owe Boersma, referente en cuestiones relativas a las redes y organizaciones ecuménicas para Pan para el Mundo, dijo que consideraba que el programa era un éxito a la hora de familiarizar a personas de diversos contextos con la realidad de la ocupación.

“Desafortunadamente, el jubileo del 20o aniversario coincide casi exactamente con los 55 años de ocupación”, observó.

Manuel Quintero Pérez, antiguo coordinador ecuménico del PEAPI, recordó el versículo en 1 Corintios 12 que habla del sufrimiento.

“De manera que si un miembro padece, todos los miembros se conduelen con él”, señaló. “Fue excelente que el CMI respondiera organizando este programa, ya que permitió que las iglesias de muchos países compartieran el sufrimiento de las iglesias en Tierra Santa”.

En la tierra donde Jesús nació, tenemos tanto odio; la paz es un proceso a largo plazo, prosiguió Quintero Pérez. “Mi única esperanza es que la comunidad ecuménica siga trabajando con los habitantes de la región para encontrar una solución”.

El secretario general electo del CMI, Rev. Prof. Dr. Jerry Pillay, también compartió sus reflexiones.

“A pesar de las dificultades de los palestinos en Tierra Santa, y en particular de los jóvenes, Dios sigue siendo lo único constante en todo, y es la brújula que nos guía hacia el objetivo al que aspiramos”, afirmó. “Hagamos lo que hagamos en la lucha por la justicia, nuestra acción concreta debería considerarse como una acción dirigida a la transformación social”.

En otras palabras, hace falta tener la visión de una sociedad alternativa, sugirió Pillay. “¿Qué significa esto en el contexto del conflicto israelo-palestino?”, preguntó. “Hemos de proseguir nuestra peregrinación conjunta de justicia, reconciliación y unidad”.

Carla Khijoyan, responsable del programa del CMI para la construcción de la paz en Oriente Medio, dijo que la ocupación no solo es ilegal, sino que no es ética. “Y al igual que este conflicto tiene una dimensión moral, también conlleva un imperativo moral para nosotros como iglesias y cristianos en cuanto se refiere a nuestra manera de responder”, afirmó, añadiendo que ser acompañante ecuménico “es una lección de resiliencia y resistencia, de esperanza, dignidad e integridad, una lección que nos cambia para siempre”.

Discurso inaugural del secretario general en funciones del CMI con motivo del 20o aniversario del PEAPI (en inglés)

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