Reportaje
“Estamos reunidos para compartir las experiencias y las preocupaciones de nuestras iglesias, las cuestiones teológicas o confesionales que nos atañen, y para discernir cuál es la mejor manera de contribuir a la reunión del Comité Central y a la próxima Asamblea del CMI”, dijo el Rev. Prof. Dr. Dirk G. Lange, secretario general adjunto para las relaciones ecuménicas de la Federación Luterana Mundial y moderador de la reunión.
Si bien los 33 participantes en el encuentro representaban a dieciocho países de muchas partes del mundo, la guerra de Rusia en Ucrania fue la cuestión que dominó los debates.
“La próxima Asamblea será o una asamblea de resiliencia o una asamblea de crisis”, dijo el Rev. Rainer Kiefer, secretario general de la Asociación de Iglesias y Misiones Protestantes en Alemania, subrayando que, desde la perspectiva alemana, las cuestiones más candentes giran en torno a la guerra en Ucrania y la situación con la Iglesia Ortodoxa Rusa, así como en torno a las tensiones y el debate actual en Alemania sobre Israel y Palestina. “Se trata de grandes desafíos, pero también sabemos que la teología luterana puede ayudar a reflexionar sobre la noción de una guerra justa y una paz justa”.
Muchas iglesias luteranas en Europa están en declive. Iglesias antes grandes y bien establecidas ahora se ven confrontadas a la secularización en sus países, afirmó Berit Hagen Agøy, directora internacional de la Iglesia de Noruega. “Nos encontramos con dos tendencias contradictorias: por un lado, vemos que estamos ante una crisis que el mundo probablemente no conocía desde la Segunda Guerra Mundial y, por otro, nuestras iglesias miran hacia dentro, preocupadas por cómo podemos mantener nuestra posición en la sociedad. Pero, como iglesias que forman parte de una comunidad mundial estamos llamadas a compartir para hacer frente a esta crisis mundial”.
Ha habido una diferencia tangible entre la respuesta mundial a las recientes dificultades experimentadas por los países africanos, cuando necesitaban apoyo para acceder a las vacunas, y el nivel actual de apoyo que los gobiernos están prestando a Ucrania, dijo el Rev. Dr. Fidon Mwombeki, secretario general de la Conferencia de Iglesias de Toda el África. “Algunos países han incluso cambiado sus leyes para dar la bienvenida a los ucranianos, mientras que todavía no se acepta a los africanos. Estos acontecimientos son preocupantes, y este es el motivo por el que en África no hay tanto interés por la guerra en Ucrania”.
No obstante, al prepararnos para la Asamblea en Karlsruhe, como CMI no deberíamos centrarnos únicamente en las crisis, las dificultades y los problemas, sino que también deberíamos celebrar, observó Mwombeki. “Además de lamentarse, las iglesias deben reconocer las bendiciones recibidas y celebrarlas, sin ignorar lo que está mal y cuáles son los problemas, pero teniendo en cuenta que la vida no es solo esto”.
El obispo Simo Peura de la Iglesia Evangélica Luterana de Finlandia admitió que las reflexiones y las respuestas a la guerra en Ucrania dependen en gran medida de los contextos de los que procedemos. “Cuando reflexionamos sobre esta cuestión en Finlandia, la realidad es que tenemos 1340 km de frontera común con Rusia, y que esperamos que siga siendo así en el futuro”, dijo Peura.
Es fácil reaccionar de manera diferente cuando algo sucede cerca, afirmó la Rev. Marianne H. Brekken de la Iglesia de Noruega. “En Europa, la guerra y el sufrimiento se han acercado a nosotros. Como iglesias europeas deberíamos reflexionar sobre el hecho de que el sufrimiento humano nos afecta más profundamente cuando se trata del prójimo que está a nuestro lado que cuando se trata de nuestros hermanos o hermanas al otro lado del mundo”. El papel de las iglesias debería ser siempre abogar por la dignidad humana, “cambiar nuestra forma de pensar al reflexionar sobre cómo acogemos a los refugiados en Europa y hacer frente a las injusticias dondequiera que la dignidad humana se vea amenazada”.
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Participantes en la reunión confesional luterana en la capilla del Centro Ecuménico de Ginebra durante el Comité Central del CMI.
Ivars Kupcis/CMI
