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© Håvard Bjelland/NCA

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Los cristianos:

El Estado Islámico (EI) atacó a las cuatro de la mañana. En la pequeña aldea de Tel Hermes, solo se quedaron atrás los hombres para intentar defenderla. Los ancianos también se habían quedado. El EI arrastró a todos fuera en pijama. De los aproximadamente treinta hombres, la mitad fueron asesinados. Uno de ellos era el electricista Fouad Younan.

El resto de la familia se había ido a Homs veinte días antes. Durante ocho meses, no tuvieron ninguna noticia de su padre. Ahora, la familia cristiana asiria vive en un apartamento de Beirut. Una fotografía es todo lo que tienen para acordarse de su padre.

Antes de la guerra, se sentían seguros y vivían bien en el campo. No había problemas por ser cristianos asirios, dice la madre, Lina. Las hijas, Olivia, Eva y Vivian, recuerdan los buenos tiempos con su padre. Iban a nadar al río. Recuerdan la bella aldea verde donde todos se conocían.

Olivia echa de menos a sus amigos del conservatorio de música donde estudiaba.

“Fueron mis días más felices”, afirma. “Venían estudiantes de toda Siria; ahora todos están desperdigados”.

La familia, formada ahora únicamente por mujeres, se preocupa por el futuro. No tienen problemas en su vecindario de Beirut. Acuden a los servicios religiosos cada domingo. Las dos hermanas mayores trabajan ahora y de nuevo en una pequeña tienda. Pero su futuro está en Australia, adonde han viajado muchos miembros de la comunidad asiria. Un tío y un primo ya viven en Melbourne.

La familia espera poder ir en algún momento del futuro a la aldea donde está enterrado Fouad. No pudieron acudir al funeral de su padre y marido. Solo tienen las fotografías que algunas personas les enviaron.

Report launch: Study on coordinating humanitarian efforts to protect Iraqi and Syrian minority populations