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Vigil outside the McKendree United Methodist Church in Nashville, USA

Miembros del clero se reúnen en la oración, durante una vigilia en la Iglesia Metodista Unida de McKendree en Nashville, Tennesse (EE. UU.), para llorar y recordar a las víctimas de actos de racismo.

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¿Cómo están abordando las iglesias de América del Norte las cuestiones raciales que últimamente han sido tan evidentes y controvertidas en la sociedad estadounidense y canadiense?

Los dirigentes eclesiales son plenamente conscientes de que las luchas en torno a la raza y el racismo no solo tienen lugar en la sociedad en general, sino también en el seno de las congregaciones e instituciones cristianas y entre ellas, así como en la larga y enmarañada historia de las iglesias en el continente norteamericano. La cuestión racial es omnipresente.

“La prioridad para los tiempos que corren y para el futuro inmediato es trabajar para poner fin al racismo”, dijo el secretario general asociado del Consejo Nacional de Iglesias de Cristo (NCC, por sus siglas en inglés) en los EE. UU., Antonios Kireopoulos. “La terrible magnitud de este problema es dolorosamente obvia para cualquier observador mundial y, por lo tanto, requiere la atención de las iglesias, llamadas a ser agentes de sanación, reconciliación y paz en nuestras sociedades”.

Muchas de las iglesias de América del Norte datan del período colonial, una época en la que las ideas de superioridad racial impregnaban los proyectos coloniales y misioneros. Tanto la esclavitud como los malos tratos infligidos a los pueblos indígenas solían justificarse invocando los valores cristianos y la tradición bíblica. Y el panorama denominacional actual en los EE. UU. debe mucho a las divisiones anteriores y posteriores a la Guerra Civil en torno a la raza, la abolición y la segregación.

¿Una pandemia racial?

En los últimos años, las muertes muy mediatizadas de Michael Brown, Breonna Taylor y George Floyd, el crecimiento del movimiento Black Lives Matter, y las controversias relativas al mantenimiento del orden público, la teoría crítica de la raza, las reparaciones y el derecho de voto han llevado a un “ajuste de cuentas racial”, pero también han provocado un resentimiento y una reacción raciales, como denota el auge de una especie de movimiento nacionalista cristiano.

“Las marchas de mayo y junio de 2020 tras la muerte de George Floyd fueron impactantes. Diversas voces se aunaron para protestar”, observó la obispa Teresa Jefferson-Snorton de la Iglesia Cristiana Metodista Episcopal de Alabama. “Creo que, incluso entonces, la iglesia no fue suficientemente visible”, afirmó.

Estas cuestiones se manifiestan de forma un tanto distinta en los EE.UU., con su historia de 250 años de esclavitud y las normas de segregación legal (conocidas como “leyes de Jim Crow”), y en Canadá, donde en las instituciones educativas gubernamentales y religiosas se llevó a cabo un genocidio cultural contra los pueblos originarios hasta hace una generación.

Aun así, los pueblos indígenas y los afroamericanos de toda América del Norte –o Isla de la Tortuga, como suelen llamarla los grupos originarios– comparten un legado de desplazamientos, traumas y marginación económica, señaló el arzobispo anglicano Mark MacDonald, presidente del CMI para toda la región.

MacDonald presidió, el 10 de febrero, una consulta de 34 dirigentes de iglesia, responsables ecuménicos y aliados de ministerios especializados de América del Norte que participan en la reunión de esta semana del Comité Central del CMI, celebrada principalmente en línea.

Signos alentadores

MacDonald consideró alentador el hecho de que en los últimos años “en América del Norte nos hayamos enfrentado a algunas cuestiones muy importantes”. Los grupos indígenas han puesto de relieve que su pobreza les ha sido impuesta por el colonialismo y el racismo, y se han concentrado en los derechos indígenas como un aspecto no solo fundamental para su bienestar, sino para el futuro sostenible de todo el planeta y de su clima. “Los pueblos que viven en los márgenes están empezando a articular cómo sería una vida digna de ser vivida”, dijo.

El CMI está renovando y profundizando su compromiso. “Me alienta la propuesta de la nueva iniciativa programática del CMI para superar el racismo, la discriminación racial y la xenofobia que aspira a abordar cómo vivimos realmente la unidad que buscamos”, afirmó la Rev. Dra. Angelique Walker-Smith de la Convención Nacional Bautista Progresista.

Conversión en el seno de las iglesias

Decenas de iglesias americanas han emitido declaraciones que ofrecen claridad en cuanto se refiere a la esencia moral de la justicia racial y social. ¿Pero cómo llevan a cabo el cambio?

El Consejo Nacional de Iglesias de Cristo, junto con sus estudios teológicos de referencia, da un testimonio público que “ofrece una oportunidad al NCC de aportar una voz moral a través de la mesa redonda sobre la acción y la promoción conjuntas en favor de la justicia y la paz”, dijo Kireopoulos.

Quizás, según explicó, la iniciativa ecuménica más visible y ambiciosa del NCC destinada a lograr una conversión personal y congregacional es “A.C.T Now to End Racism” (que se puede traducir como “Actuar ya para poner fin al racismo”, teniendo en cuenta que el acrónimo A.C.T. en inglés significa “Awaken, Confront and Transform”, es decir, “Despierta, Confronta y Transforma”), una iniciativa que complementa su labor política e involucra a las iglesias, incluso más allá de sus miembros, principalmente con el objetivo de luchar contra el racismo que afecta a la comunidad negra.

Otros participantes en la reunión hicieron referencia a eventos que tendrán lugar este año y que vinculan estas preocupaciones con los preparativos de la 11ª Asamblea del CMI, cuya celebración está prevista del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2022. El 21 de marzo se conmemorará el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial, y la peregrinación de justicia y paz de las mujeres auspiciará dos reuniones en primavera. Por su parte, el Consejo de Iglesias del Canadá auspicia una serie de seminarios web de orientación para 45 participantes en la Asamblea, indicó su secretario general, Peter Noteboom.

No obstante, “la labor para combatir el racismo es ardua”, observó Jefferson-Snorton. “Requiere mucho tiempo y exige un compromiso que va más allá de la organización de un seminario o taller, o de contar con un programa o un departamento que se ocupe de las cuestiones de diversidad. El racismo está tan arraigado en el tejido social de los Estados Unidos que a menudo simplemente lo aceptamos (tanto negros como blancos). Abandonar el llamado ‘privilegio blanco’ es un punto de partida, pero constato que hay poca gente dispuesta a ello”.

¿Se considera optimista? “No”, dice, “pero tengo la esperanza de que Dios nos ayude a construir la ‘comunidad amada’ que Martin Luther King imaginó”.

¿Cómo luchan realmente las iglesias contra el racismo? (comunicado de prensa del CMI, 14 de febrero de 2022)

Las iglesias canadienses se comprometen a combatir el racismo y los privilegios de los blancos

Consejo Nacional de Iglesias en los EE. UU.: iniciativa “A.C.T. Now to End Racism

Un nuevo programa del CMI para combatir el racismo

Reunión del Comité Central del CMI, 2022