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El conserje James Jimmerson desinfecta los bancos para evitar la propagación del coronavirus en la Iglesia Metodista Unida de Belmont en Nashville (Tennessee), el 10 de mayo de 2020, tras un culto en línea grabado en el santuario. Cuando las iglesias vuelvan a celebrar cultos presenciales, las medidas de limpieza serán uno de los muchos aspectos que los dirigentes deberán tener en cuenta. “Creo en mi trabajo, mi tarea es garantizar que las personas estén a salvo aquí”, afirmó Jimmerson. Foto de Mike DuBose, UM News.

El marco, fruto de la colaboración entre más de cuarenta organizaciones, proporciona medios prácticos para traducir la voz profética de la iglesia en acciones que muestren amor y compasión.

“Este marco se desarrolló de forma natural a partir de las reuniones mensuales que mantuvimos en línea con los asociados ecuménicos en materia de salud, las asociaciones sanitarias cristianas a escala nacional, las organizaciones sanitarias cristianas internacionales y las conferencias regionales de iglesias de todas las partes del mundo. Muchos asociados de las iglesias se encuentran en primera línea frente a la pandemia de COVID-19 y están interesados en colaborar con los gobiernos y otras partes interesadas, en particular para imaginar un mundo mejor después de la COVID-19”, dijo el Dr. Mwai Makoka, encargado del programa de Salud y Sanación.

El marco, un compendio del compromiso religioso con la pandemia, se centra en las respuestas a corto y medio plazo destinadas a proteger y preservar las vidas y los medios de sustento. También crea un contexto para acelerar el progreso hacia los objetivos a largo plazo de resiliencia, subsistencia humana y desarrollo.

La visión que inspira este marco comprende la adopción de un enfoque holístico de la salud mediante mecanismos que proporcionan información veraz, recursos para promover la resiliencia, y posibilidades de evaluar y atender las necesidades sanitarias de manera integral.

En forma de cuadro, el marco identifica los principales desafíos y estrategias de respuesta, y también recomienda acciones específicas destinadas a defensores de causas, profesionales, investigadores y otros actores clave.

Esto permite ofrecer una herramienta que proporciona directrices prácticas y sencillas a las comunidades religiosas para que puedan emprender acciones y tener un impacto en sus miembros y más allá de sus congregaciones.

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