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Por el Rev. Vinod Victor*

Texto: Bebe el agua de tu propia cisterna y de los raudales de tu propio pozo.

(Proverbios 5:15)

Se considera que el libro de Proverbios es la sabiduría que los ancianos transmitieron a las generaciones más jóvenes sobre la mejor manera de regir sus vidas de forma ética y práctica. Si leemos lo primeros versículos para situar el contexto (Proverbios 5:15-20), aunque incluye un poderoso imaginario en torno al agua, este no es más que una metáfora, pues el mensaje real gira en torno a la fidelidad conyugal, pidiendo a los jóvenes que beban de sus “propias cisternas y sus propios pozos”.

Aunque los críticos han cuestionado las imágenes femeninas pasivas que se utilizan (cisterna, pozo) en comparación con las dinámicas imágenes masculinas (manantiales, fuentes y arroyos) y han cuestionado la idea del control sobre el cuerpo de otra persona, la lectura atenta del texto plantea varias cuestiones, incluidas preguntas relacionadas con el control y la restricción del acceso de otras personas al agua potable. En esta reflexión, me gustaría detenerme en las imágenes “problemáticas” del agua.

En la Palestina árida de los primeros tiempos, existían pocas fuentes de agua perennes y fiables, sobre todo después de que la civilización se extendiera más allá del valle del Jordán. Tenían que construir cisternas y, cuando era posible, excavar pozos. Las cisternas, que requerían una gran habilidad constructiva y un duro trabajo, se utilizaban para almacenar el agua de lluvia y contener las aguas subterráneas (pozos). Eran la fuente de vida de las comunidades, que se reunían en torno a estas fuentes hídricas incluso para tratar sus asuntos sociales y económicos.

Sin embargo, cuando llegaron los “invasores”, una de las herramientas de subyugación utilizadas consistía en hacerse con el control de las fuentes de agua disponibles o restringir a la población local el acceso libre y justo al “agua viva”. Esto provocó conflictos, violencia, guerras, migraciones y, en muchas ocasiones, las cisternas se destrozaban, robaban o dejaban inaccesibles.

Cuando releemos hoy el pasaje, nos damos cuenta de que hay varias personas que quieren beber de sus propias cisternas; pero que se ven apartadas de sus fuentes de vida y no pueden hacerlo. “Poseer” el agua y las fuentes de agua y “controlarlas” siempre ha sido un reto, y esto se manifiesta de diversas maneras a nuestro alrededor en la actualidad. La propia noción que se atribuye al agua en la Biblia es que se trata de un don de Dios y un bien público, y que debería ser gratuita (asequible) para todos (Isaías 55:1).

A raíz de la guerra en la región de Gaza, se está poniendo de relieve una importante violación de los derechos humanos que siempre se ha producido en las hostilidades violentas. Las palabras de Pedro Arrojo-Agudo, relator especial de la ONU sobre los derechos humanos al agua potable y al saneamiento, merecen especial atención: “Cada hora que pasa mientras Israel impide el suministro de agua potable a Gaza, en descarada violación del derecho internacional, pone a los habitantes de ese lugar en riesgo de morir de sed y de enfermedades relacionadas con la falta de agua potable”. Si bien algunas personas se ven obligadas a huir de sus propias fuentes de agua, la cruel realidad es que incluso los que se quedan atrás se ven privados del acceso a las cisternas que han canalizado sus aguas durante todos estos años. Esta dolorosa realidad sigue ocurriendo en todo el mundo, donde los “poderosos” utilizan el “agua” como herramienta para aniquilar y someter a los “desvalidos”. Incluso una lectura literal del texto de los Proverbios para esos contextos en los que las personas pierden el control de sus cuerpos, se ven obligadas a emigrar, viven como refugiadas y a menudo se les niega el control incluso de su sexualidad, beber de las propias cisternas sigue siendo un sueño lejano para las diferentes comunidades vulnerables; no por elección sino por las circunstancias que se les imponen.

Si intentamos hacer una lectura ecológica general del texto, vemos que varias comunidades que dependen de la producción agrícola están hoy en peligro por la falta de acceso a fuentes de agua seguras. El desajuste entre la demanda y la oferta de agua es cada vez mayor, y cuanto más pobres son las personas, menos acceso tienen al agua. Mientras que los ricos pueden permitirse “poseer” las cisternas, la tragedia es que ahora están privatizando no sólo las cisternas, sino también los pozos, las lagunas, los ríos, los mares y otras fuentes hídricas, cercándolas para impedir que accedan a ellas los verdaderos propietarios del agua: la comunidad. Los forasteros se han apoderado de nuestras aguas, y este expolio de fuentes hídricas por parte de empresas multinacionales que embotellan el agua y obtienen los beneficios se está convirtiendo en una realidad universal. También manipulan las infraestructuras de la gente corriente para empeorarlas con el tiempo. Los sistemas educativos modernos, impuestos en nombre del desarrollo, están robando a las comunidades tradicionales las habilidades esenciales, con profundos conocimientos sobre el agua, que tenían. El deterioro de la calidad de las cisternas y las fuentes hídricas; los problemas de contaminación; el agotamiento de las aguas subterráneas debido a una mala gestión y una explotación excesiva; la invasión humana de la naturaleza, y los animales salvajes que se ven obligados a adentrarse en los asentamientos humanos en busca de agua… estos y otros problemas relacionados con el agua seguirán en ebullición a nuestro alrededor a menos que seamos capaces de tomar medidas correctivas y colectivas. 

La pregunta que el pasaje nos plantea hoy es: 

¿Cómo podemos beber de nuestras propias cisternas?
Cuando se nos aparta de nuestras propias tierras y cisternas mediante la migración forzosa;
cuando el invasor toma brutalmente el control de todas nuestras fuentes de agua e impide que accedamos a ellas;
cuando, en nombre de la casta y la identidad, se nos niega el acceso a nuestra propia agua;
cuando, en nombre de la privatización, se construyen vallas y muros en torno a nuestras fuentes de agua;
cuando, con ánimo de lucro, se soslaya el derecho de acceso al agua de “las generaciones venideras”;
cuando, en nombre del desarrollo, se destruyen nuestras colinas y bosques, y se arrebatan para siempre las fuentes y manantiales de nuestra agua;
cuando, intencionadamente, el agua se vende por un precio y se torna inaccesible e inasequible;
cuando se roban a las nuevas generaciones nuestras técnicas tradicionales de gestión del agua;
cuando gente de diferentes partes del mundo empieza a preguntarse: “¿qué es el agua potable?”,

¿cómo podemos beber de nuestras propias cisternas?

Preguntas para la reflexión

¿Es ética y moralmente justa la privatización del agua y de las fuentes hídricas?

¿Acaso no es el acceso libre y justo al agua potable un derecho humano básico? y ¿está justificado utilizar la privación del acceso al agua como estrategia de guerra?

Acciones

¿Qué medidas prácticas podemos tomar hoy para garantizar que las generaciones venideras tengan acceso a agua potable?

Si el agua debería ser accesible para todas las personas, ¿qué cambios deben producirse en la manera en que se percibe el agua hoy en día?

*El reverendo Vinod Victor es presbítero de la Iglesia de la India Meridional (CSI, por sus siglas en inglés), y actualmente ejerce como capellán de la Iglesia Anglicana de Friburgo (Alemania), en la Diócesis de Europa de la Iglesia de Inglaterra. También es presidente de AsiaCMS. Ha sido secretario de Juventud del Sínodo de la CSI, coordinador del Programa de Asociación Ecuménica de Asia Meridional y párroco en congregaciones de la India y Australia. Ha sido un amigo cercano de las Ecoescuelas del CMI.

Recursos:

 

https://lifemeetstheology.com/2020/08/05/drinking-from-your-own-well-proverbs-515-18/#:~:text=May%20your%20fountain%20be%20blessed,desires%20with%20his%20wife%20alone

https://www.ohchr.org/en/press-releases/2023/11/israel-must-stop-using-water-weapon-war-un-expert