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El papa Francisco saluda al secretario general del CMI en Asís.

El papa Francisco saluda al secretario general del CMI en Asís.

Dirigentes religiosos musulmanes, judíos, hindúes, cristianos y budistas se reunieron esta semana en Asís para hablar de la paz, mientras al otro lado del océano, en Nueva York, los líderes políticos mundiales reunidos en las Naciones Unidas se centraban también en nuestro problemático mundo.

La conferencia interreligiosa organizada en Italia del 18 al 20 de septiembre por la Comunidad de Sant’Egidio llevaba por título “Sed de paz: religiones y culturas en diálogo” y atrajo a unos 450 dirigentes religiosos.

Entre los participantes se encontraban el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, y otros dirigentes del movimiento ecuménico, como el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé; el presidente del CMI para Europa, arzobispo emérito Anders Wejryd; y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby.

El papa Francisco participó en la ceremonia de clausura del Día Mundial de Oración por la Paz en Asís en la tarde del 20 de septiembre.

Citando a Mateo 5:9, “Bienaventurados los pacificadores”, Francisco dijo: “Tenemos sed de paz, queremos ser testigos de la paz, tenemos sobre todo necesidad de orar por la paz, porque la paz es un don de Dios y a nosotros nos corresponde invocarla, acogerla y construirla cada día con su ayuda”.

A lo que añadió: “Nuestras tradiciones religiosas son diversas. Pero la diferencia no es para nosotros motivo de conflicto, de polémica o de frío desapego. Hoy no hemos orado los unos contra los otros, como por desgracia ha sucedido algunas veces en la historia”.

Continuando con sus observaciones, el papa dijo: “Paz significa Acogida, disponibilidad para el diálogo, superación de la cerrazón, que no son estrategias de seguridad, sino puentes sobre el vacío. Paz quiere decir Colaboración, intercambio vivo y concreto con el otro, que es un don y no un problema, un hermano con quien tratar de construir un mundo mejor”.

Las raíces del extremismo religioso

Ante una sala de conferencias abarrotada, Tveit presidió un panel sobre terrorismo y extremismo religioso con el título “El terrorismo niega a Dios”.

“Nadie puede reivindicar el nombre de Dios para utilizar el terror o la violencia”, dijo Tveit. “El terrorismo es una blasfemia contra Dios nuestro creador, que nos creó a todos iguales y a su imagen. Es un pecado contra otros seres humanos, contra la santidad de la vida y, por consiguiente, contra Dios.

Tveit observó que “la ideología que hay detrás de esos ataques es una mezcla de justificaciones políticas, culturales y seguramente religiosas de la violencia. Un factor clave es la negación de la naturaleza humana de los ‘otros’ que se convierten en el objetivo”.

“El terrorismo no es una cuestión de cifras o imágenes de algún lugar, trata de nosotros como seres humanos. Todos podemos convertirnos en víctimas del terrorismo”, dijo, al contar cómo él mismo había escapado del ataque terrorista que asoló Bolonia el 2 de agosto de 1980, y cómo lo recordó al leer la lista de fallecidos en la nueva estación de tren de Bolonia años después. “No podía responder a la pregunta de por qué yo tenía que vivir y no los demás de esa lista. Solo podía responder a la pregunta: ‘Entonces, ¿qué hago ahora?’. Mi respuesta fue estudiar para ser pastor y dedicar mi vida al servicio de Dios y de toda la humanidad, compartiendo el Evangelio y trabajando por la justicia y la paz”.

En el terrorismo, según señaló Tveit, “las dimensiones trascendentales, transformadoras y holísticas de la religión se reducen a una ideología totalitaria que se justifica y se impone de maneras destructivas y no acepta ninguna responsabilidad por las relaciones que dan la vida más allá de su propio grupo e incluso dentro de su propio grupo como entidad colectiva”.

Pero las religiones son parte del problema, insistió. “Deberíamos ser críticos y autocríticos. Debe haber un espacio para la autocrítica y el arrepentimiento, para la imaginación constructiva que abre puertas a la sanación y la reconciliación y a la presencia vivificadora de Dios que renueva toda la vida”. Tveit concluyó su intervención con una cita de Salmos 118:17: “No voy a morir. Más bien, voy a vivir para dar a conocer las obras del Señor”.

Tveit participó asimismo en un panel sobre la desigualdad económica, donde reflexionó acerca de cómo la creciente disparidad de los ingresos y la riqueza es la causa de muchos de los problemas del mundo. Los cristianos deben “tener en cuenta la brecha”, dijo. Tveit se refirió a cómo la fe en el único Dios, creador de todo, basada en el testimonio bíblico, nos obliga a trabajar por una distribución equitativa de los recursos. La Alianza y el Decálogo (Éxodo 20-23) se centraban en eso, afirmó, al igual que las enseñanzas de Jesús. Oramos por nuestras necesidades, no por nuestra avaricia.

El programa completo de la conferencia incluía presentaciones de las galardonadas con el premio Nobel Jody Williams de los Estados Unidos y Tawakkol Karman de Yemen, además de un almuerzo con refugiados sirios.

Un ecumenismo de la misericordia

En una homilía durante una misa celebrada el último día de la conferencia, el papa Francisco dijo: “Nuestro corazón es el corazón de un hombre o una mujer de paz. Y más allá de las divisiones de las religiones: ¡todos, todos, todos! Porque todos somos hijos de Dios. Y Dios es el Dios de paz. No existe un dios de guerra. El que hace la guerra es malo; es el diablo que quiere matar a todos”.

Conectando la búsqueda ecuménica de la unidad con la búsqueda de la paz, el arzobispo Wejryd habló sobre “La unidad de los cristianos: el ecumenismo de la caridad”, observando que los cristianos de hoy en día pueden fácilmente participar juntos en la misión, “sobre todo en estos lugares del mundo que solíamos llamar la cristiandad”.

“Nosotros, como humanos, somos enviados a los demás con actos individuales y la responsabilidad de construir mejores estructuras, y somos enviados para presentar el relato bíblico que cambió y cambia el mundo”.

Wejryd dijo que Efesios 4 habla de la unidad ya como una realidad porque hay un Padre y un bautismo.

“Y ningún cristiano debería sentirse a gusto hasta que podamos honestamente y sin reservas celebrar juntos y compartir la eucaristía”.

Condiciones previas para la paz

En sus observaciones, el patriarca ecuménico Bartolomé dijo que la paz “necesita algunos pilares para mantenerse incluso cuando está en peligro”.

Luego continuó: “No puede haber paz sin el respeto y el reconocimiento mutuos... No puede haber paz sin justicia; no puede haber paz sin una cooperación fructífera entre todos los pueblos del mundo”.

Bartolomé afirmó que la humanidad debe ser capaz de reflexionar sobre dónde se equivoca o dónde no ha tenido cuidado “porque los fundamentalismos han aumentado y amenazan no solo el diálogo con otros, sino incluso el diálogo dentro de nosotros mismos, con nuestras conciencias”.

“Tenemos que ser capaces de aislarlos y purificarlos a la luz de nuestras religiones para transformarlos en una riqueza para todos”, dijo, según informó Radio Vaticano.

Bartolomé fue nombrado doctor honoris causa en Relaciones Internacionales por la Universidad para Extranjeros de Perugia durante la conferencia.

El arzobispo anglicano Justin Welby reflexionó en una ceremonia ecuménica de oración sobre la idea equivocada del mundo actual de que el dinero te hace rico.

“Nosotros pensamos que somos ricos”, dijo. “Nuestro dinero y nuestra riqueza son como el dinero de un juego para niños: puede que compre bienes en nuestras economías humanas que parecen tan poderosas, pero en la economía de Dios no tiene ningún valor. Solo somos verdaderamente ricos cuando aceptamos la misericordia de Dios, a través de Cristo nuestro salvador”.

La conferencia marcó el 30º aniversario de la primera jornada interreligiosa del “Día Mundial de Oración por la Paz”, que se celebró en Asís por primera vez durante el papado de Juan Pablo II, que ha sido elevado a la santidad por la Iglesia Católica Romana.

Asís es el lugar de nacimiento de san Francisco, en cuyo honor el papa actual eligió su nombre papal.

Lea el discurso del papa Francisco

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