Tras seis semanas de intensos combates por Nagorno-Karabaj (Artsaj), a finales de 2020, el Comité Ejecutivo del CMI aprobó una declaración en la que se ora por la sabiduría, la unidad y la calma, y se lamenta la situación “con todas las personas que han sufrido terribles pérdidas, no solo en los renovados combates que han tenido lugar desde el 27 de septiembre, sino a lo largo de la larga historia de la lucha por la autodeterminación en la región, afianzando el antagonismo más profundamente con cada preciosa vida perdida”. El CMI condenó el uso de armas químicas y municiones en racimo, los ataques dirigidos contra civiles, hospitales e infraestructuras públicas y todos los otros crímenes de guerra, decapitaciones, tortura y otras atrocidades que se han producido durante el conflicto. El CMI también realizó un llamado a que se respeten los lugares sagrados y el patrimonio cultural de Nagorno-Karabaj (Artsaj), a la luz de los numerosos informes sobre la profanación de dichos lugares.

“Casi dos años después del fin del conflicto armado en Nagorno Karabaj, cientos de personas de etnia armenia siguen retenidas ilegalmente por Azerbaiyán, en contravención de los Convenios de Ginebra que rigen el tratamiento de los prisioneros de guerra. Además, mientras la atención del mundo está centrada en el conflicto de Ucrania, las fuerzas azerbaiyanas han lanzado nuevas ofensivas contra las personas indígenas armenias de Nagorno-Karabaj, así como contra las fronteras soberanas de la República de Armenia, con más pérdidas de vidas inocentes y más prisioneros como consecuencia.  

Además, no se ha conseguido ni se ha perseguido la rendición de cuentas por los crímenes de guerra y otras violaciones del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos, de las que han informado repetidamente Human Rights Watch, la BBC, The Guardian y muchos otros medios de comunicación internacionales.

La 11ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Karlsruhe (Alemania):

Interpela a las Naciones Unidas, a la Unión Europea y a las autoridades de Azerbaiyán en relación con la liberación inmediata de todas las personas retenidas como rehenes civiles armenios y de las personas que son prisioneras de guerra, en virtud del derecho internacional.

Reitera la preocupación por los lugares sagrados y el patrimonio cultural en la región, e insta a la UNESCO y a todos los miembros de la comunidad internacional a adoptar todas las medidas posibles y relevantes para proteger estos lugares.

Pide el inicio de un diálogo significativo para una solución justa y pacífica del conflicto de Nagorno-Karabaj en el marco del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).

Pide al CMI y a todas las iglesias miembros que sigan comprometidos en la solidaridad cristiana con las iglesias y el pueblo de Armenia y Nagorno-Karabaj en su búsqueda de una paz justa y sostenible.