Consejo Mundial de Iglesias
COMISIÓN DE FE Y CONSTITUCIÓN
Comisión Plenaria de Fe y Constitución
Kuala Lumpur, Malasia
26 de julio - 6 de agosto 2004

 

Con profunda gratitud y complacencia nos encontramos en una comunidad de dirigentes eclesiásticos y teólogos que buscan posibles expresiones y caminos hacia la unidad dentro del Cuerpo de Cristo. Les expresamos pues nuestro sincero agradecimiento por recibirnos en esta reunión de la Comisión de Fe y Constitución en Kuala Lumpur. Dada nuestra limitada experiencia, confesamos que a veces nos hemos sentido desconcertados por las sutiles complejidades del trabajo de Fe y Constitución. Sin embargo, nos complace y anima la oportunidad de sumarnos a ustedes en el duro trabajo del diálogo ecuménico. Aunque la realidad de la unidad visible se nos pueda seguir escapando, rechazamos la tentación del desánimo y seguimos en el camino hacia la unidad de los cristianos por largo e imprevisible que pueda ser.

Y al dirigirnos a ustedes como grupo de teólogos jóvenes, nos preocupa lo que implica el hecho de que nuestra voz les llegue de esta manera. Formamos un grupo diverso con procedencias de diferentes tradiciones cristianas, y en cuanto tal encarnamos las muchas diferencias de la propia Comisión de Fe y Constitución. Por ello vacilamos en dar la impresión de que hablamos con una voz unificada, ya que no queremos trivializar la unidad a la que aspiramos. Nos preocupa una tendencia perceptible a dar por supuesto que tenemos una comprensión completa de la naturaleza de la unidad que buscamos, y nos gustaría seguir explorando la noción de la unidad que con tanta frecuencia invocamos.

Al mismo tiempo, tratamos de distanciarnos de la etiqueta "teólogos más jóvenes", porque nos inquieta cierta "hermenéutica de contextualización" que hemos experimentado en los últimos días. Nos preguntamos si la palabra "contexto" se usa con demasiada frecuencia y al azar, de manera que el mensaje que supuestamente contiene pierde mucho de su significado. Cuando hablamos, por ejemplo, "como ortodoxos", o "como latinoamericanos", o incluso "como teólogos jóvenes", se da la impresión de que poseemos nuestro contexto o tal vez somos poseídos por él. Esto es participar en una lógica de posesión que frustra nuestro afán de receptividad. A este respecto, hemos notado que el debate tiende a adoptar un tono apologético, y nos estimularía una forma más constructiva de hacer teología.

Para que la teología tenga sentido, no puede desdeñar la perspectiva de las comunidades locales o de las llamadas bases populares. Suscribimos los recientes esfuerzos de la Comisión de Fe y Constitución para abarcar más a este respecto tratando de cuestiones antaño vistas como periféricas a la reflexión teológica, como la paz, la violencia y el poder; las etnias y la identidad nacional; cuestiones de género y sexualidad; y discapacidades; etc. Nos complace ver los estudios ETHNAT y Antropología Teológica junto a los estudios teológicos clásicos sobre Bautismo y Eclesiología. Y sin embargo notamos que subsiste la tensión entre teoría y práctica que planea sobre la labor de Fe y Constitución y del movimiento ecuménico en general. Lo que echamos en falta es una interacción de formulaciones teológicas e implicaciones éticas en los documentos. Si esta conexión se pone más claramente de manifiesto, creemos que la teología será más relevante y dialogará verdaderamente con la vida de las comunidades locales. Tememos que todas estas formulaciones teológicas sean baldías si no se integran en las realidades de nuestras vidas.

Creemos que nuestros tema "Recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios" (Rom 15:7) hace resonar persistentemente el llamamiento a la congruencia entre la fe y a vida. Sin embargo, hemos observado una tendencia a limitar nuestro debate a la idea de recibirnos unos a otros simplemente como expresión de hospitalidad. Nos preguntamos si hemos dedicado tiempo suficiente a reflexionar sobre lo que podría significar para nuestra identidad misma el existir como don, como algo recibido. Al mismo tiempo sospechamos que comenzar con la gloria de Dios y leer hacia atrás el versículo sería una forma útil y muy necesaria de recordar que la tarea de recibirse unos a otros no recae únicamente sobre nuestros hombros. Tampoco es la búsqueda de unidad una opción que escojamos libremente; es un imperativo para todos los cristianos.

Afirmamos que la tarea es difícil, pero caer en la tentación de sentirse cómodos en las tensiones entre nosotros sería negar el dinamismo del llamamiento de Cristo a la unidad entre los cristianos. Tal vez podríamos ir más allá de la pregunta de quién hospeda y quién es el hospedado al tomar en serio el llamamiento de Jesús de amarnos unos a otros como Él nos amó (Juan 13:34)

Oramos por que la comisión no se canse nunca de mostrarnos destellos de unidad entre nosotros. Nos sentimos halagados al sernos permitido ser parte de esta noble tradición como teólogos jóvenes. Esperamos que esta tradición continúe, porque ha abierto caminos para nuestro crecimiento en nuestra propia tarea de compartir el trabajo ecuménico. Les damos las gracias por recibirnos y ayudarnos a aceptarnos unos a otros para gloria de Dios.