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América Latina se ha convertido en una de las áreas más afectadaspor la pandemia. Algunos países de la región tienen el mayor número de casos del mundo, en términos absolutos y per cápita.

“Nuestra situación se ve agravada por estructuras de protección social débiles, sistemas de salud fragmentados y profundas desigualdades, todas condiciones preexistentes a la pandemia, y que la pandemia en sí se ha incrementado”, dijo Ana María Velilla De Medio, de la Iglesia Evangélica de los Discípulos de Cristo en Argentina.

Centrándose en la realidad de los niños, niñas y adolescentes, De Medio dijo que los efectos directos e indirectos de la pandemia sobre ellos y sus familias son múltiples y afectan a todas las dimensiones de su desarrollo.

“Se estima que la pobreza y el desempleo aumentarán las tasas de trabajo infantil y tendrán un impacto en la capacidad de los estados, sociedades y familias para garantizar efectivamente los derechos de los niños”, agregó De Medio, quien es miembro del comité central del CMI.

A más más de un año del comienzo de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud sigue alertando sobre el avance de la  COVID-19 en América Latina, donde muchos países están alcanzando niveles máximos de casos diarios. A pesar de ello, las vacunas aún no han llegado a muchos países. Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia, Argentina, Uruguay y Guyana están experimentando nuevos niveles máximosde contagios, con un aumento dramático de infecciones y sistemasde salud completamentesaturados.

Dina Ludeña Cebrián, de Perú, habló sobre la realidad de la pandemia entre los pueblos indígenas.

“Esta experiencia tiene consecuencias devastadoras y es una desventaja principalmente para estas poblaciones debido a las desigualdades e inequidades del sistema de gobierno porque, además, los sistemas de salud no están equipados con los recursos básicos para brindar la  asistencia necesaria. Los viajes de dos a tres días a un hospital en busca de medicinas y oxígeno han causado la muerte de muchos de nuestros hermanos y hermanas ”, afirmó.

“Vemos con profunda tristeza y dolor que los pueblos indígenas siguen siendo  invisibles, a pesar de nuestra gran labor  en el cuidado y protección de la tierra, la biodiversidad y el medio ambiente. Sin embargo, losgobiernos, las  autoridades y los sistemas no logran vernos”Agregó Cebrián, quien colabora con la Red Ecuménica de Pueblos Indígenas del CMI.

Bajo el título:  “La pandemia en la tierra de las desigualdades”, esta fue la tercera de una serie de consultas de la Peregrinación de Justicia y Paz del CMI que explora el impacto de la COVID-19 en la confraternidad mundial en ocho regiones  diferentes.

El evento fue moderado por la Rev. Gloria Ulloa, de la Iglesia Presbiteriana de Colombia, quien es presidenta del CMI para América Latina y el Caribe.

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