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A worshipper lights candles in St. Paul's Melkite Greek Catholic Church in Damascus, Syria.

Un fiel enciende velas en la iglesia greco-católica melquita de San Pablo en Damasco (Siria).

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“En medio de la muerte y la conmoción causados por este terrible acontecimiento, unamos nuestras intercesiones y oremos para que el Dios de la vida lleve consuelo a quienes han perdido a sus seres queridos y conceda fuerzas a quienes están prestando ayuda solidaria a las víctimas”, dijo el Rev. Prof. Dr. Jerry Pillay, secretario general del Consejo Mundial de Iglesias.

Pillay añadió: “Dedicamos nuestras oraciones a las víctimas y a sus familias, así como a las iglesias y comunidades locales de Siria y Turquía que están movilizando sus redes para ayudar a sus hermanas y hermanos”.

Es probable que centenares —si no miles— de personas más hayan perecido en el terremoto de magnitud 7,8. Y según las informaciones ofrecidas por las iglesias locales y los servicios de emergencia, hay además miles de heridos. Se han sentido réplicas de hasta 7,5 grados de magnitud en toda la región desde que se produjo el seísmo inicial el 6 de febrero.

El seísmo, cuyo epicentro se ha situado a 23 kilómetros al este de Nurdagi, en la provincia turca de Gaziantep, es uno de los más fuertes que han sacudido la región en más de cien años. Han caído bloques de edificios enteros y muchas personas siguen atrapadas bajo los escombros.

Mientras prosiguen las operaciones de búsqueda y rescate, las iglesias se han puesto en contacto con sus congregaciones.

El Catolicosado Armenio de Cilicia y el Patriarcado Armenio de Estambul, entre las numerosas iglesias que están siguiendo la situación de sus congregaciones, han publicado información sobre la situación y los daños en cada región.