“Ya llegan, ya llegan”, grita una joven mujer, atisbando el tren que entra por la vía 6 de la estación de Busan. Cuando se abren las puertas, los pasajeros bajan con grandes maletas. Parecen cansados y, al mismo tiempo, increíblemente felices. Han viajado desde Berlín a Busan, veinte días de recorrido entre Europa y Asia. Su objetivo: enviar una señal contra la división de Corea y en favor de la paz en un país que fue partido en dos hace 63 años.
28 Octubre 2013