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Historia de Céligny de Guillaume Fatio y monografía de Arnold Mobbs sobre el Instituto Ecuménico de Bossey. Foto: Ivars Kupcis/CMI

Historia de Céligny de Guillaume Fatio y monografía de Arnold Mobbs sobre el Instituto Ecuménico de Bossey. Foto: Ivars Kupcis/CMI

* Por Odair Pedroso Mateus

Mientras el Rev. Marc Gallopin da la bienvenida a los nuevos estudiantes de Bossey a la congregación Reformada en Céligny (Suiza), este soleado domingo, 13 de octubre, me viene a la mente el nombre de otro pastor de Céligny: Arnold Mobbs.

Recuerdo a Arnold Mobbs justo afuera del comedor de Bossey, sentado al lado del evangelista estadounidense Billy Graham, que está en una conversación con el primer secretario general del Consejo Mundial de Iglesias, el ecumenista holandés Visser 't Hooft. Billy Graham parece estar preguntando a Visser ‘t Hooft qué quiere decir con el imperativo de hacer visible la Una sancta, mientras que Visser 't Hooft parece estar tratando (bastante estoicamente, diría yo) de entender cómo se puede no abrazar ese concepto.

Arnold Mobbs fue pastor de la parroquia de Céligny de 1950 a 1975. Había estudiado en el Union Theological Seminary en Nueva York con Reinhold Niebuhr. A principios de la década de 1980, cuando yo era estudiante de Bossey, le dedicó a Bossey una monografía corta con un título largo, “Orígenes y primeros años del Instituto Ecuménico de Bossey - una colección de recuerdos personales”, que firmó: “Arnold Mobbs - ancien pasteur de Céligny”. Muchos fueron los años en los que ese folleto, junto con el que lo precedió, titulado “Bossey - Two vignettes from the early years” (Bossey - Dos viñetas de los primeros años) estarían expuestos para la venta en el mostrador de la recepción de Bossey.

Fue Arnold Mobbs quien llamó mi atención sobre el hecho de que el Instituto Ecuménico, fundado en 1946, tiene lo que él llamó una “prehistoria”: movida por la visión ecuménica del suizo Adolf Keller, uno de los pioneros del Movimiento “Vida y Trabajo” y de la Federación de Iglesias Protestantes de Suiza, la Facultad de Teología de la Universidad de Ginebra celebró entre 1934 y 1938 cuatro sesiones de su “Seminario teológico y ecuménico internacional”.

Puede que estén familiarizados con los nombres de algunos de los teólogos que fueron invitados al Seminario ecuménico de Ginebra: Emil Brunner, Visser 't Hooft, Martin Dibelius y Paul Tillich. Karl Barth dio una conferencia en 1935 a 85 estudiantes sobre “La Iglesia y las Iglesias”. Visser 't Hooft probablemente no olvidó esa conferencia cuando, once años después, comenzó a redactar lo que se conoce como la “Declaración de Toronto”, una formulación fundacional de la autocomprensión del CMI. Arnold Mobbs, que entonces era pastor en Francia, era miembro del equipo. Estuvo a cargo de la organización de visitas de estudio a organizaciones internacionales, excursiones en la región y hospitalidad para los estudiantes.

Estudiantes de Bossey con miembros de la congregación de Céligny. Fotografía: Lakshman Daniel

Arnold Mobbs quería que recordáramos bien el año de gracia de 1946.

Con una subvención de 500 000 dólares otorgada el año anterior por el bautista Nelson Rockefeller, Visser 't Hooft buscaba entonces un hogar para el futuro Instituto Ecuménico, cuya misión sería equipar bíblica y teológicamente a los laicos comprometidos en la reconstrucción de Europa y en la renovación y la unidad de las iglesias.

La subvención de Nelson Rockefeller a Bossey, que no fue la última, me recuerda que la relación de los banqueros con el movimiento ecuménico podría merecer más investigación. Georges Lombard, de Ginebra, fue el primer tesorero de Bossey y, durante más de 20 años, el tesorero de la Alianza Mundial de Iglesias Reformadas; Gustave Hentsch contribuyó a la labor del CMI; los banqueros de Pictet, también de Ginebra, contribuyeron generosamente a la renovación de la biblioteca de Bossey en los últimos años; y J.P. Morgan había sido, ya en 1910, el primer tesorero del Movimiento para una Conferencia Mundial de Fe y Constitución. La recaudación de fondos no debería ser un problema ecuménico en nuestros días.

El historiador de Céligny Guillaume Fatio ayudó a Visser't Hooft en su búsqueda. Sugirió el “Château de Bossey”, entonces propiedad del coronel Fernand Chenevière, como una posibilidad. Visser 't Hooft no quedó precisamente prendado del lugar, como tampoco lo hizo su primera profesora, Suzanne de Dietrich. Años más tarde, Visser 't Hooft escribiría que, cuando Robert Mackie y él visitaron Bossey por primera vez, en una tarde de invierno fría y nublada, encontraron “una casa que parecía bastante sucia y destartalada”. No obstante, después de imaginarse cómo se vería Bossey “en un bonito día de verano”, él y Robert Mackie se dijeron el uno al otro: “esto es lo que estamos buscando”.

Hacia el final de su capítulo de 1946, cuando llega el momento de describir la inauguración de Bossey, Arnold Mobbs se vuelve elocuente e, incluso, lírico: “y contemplar, en el suntuoso paisaje de la naturaleza otoñal, el gran día del 25 de octubre de 1946, en el que se coronan los esfuerzos de los pioneros. Se inaugura oficialmente el Instituto Ecuménico...”

En el culto matutino de Céligny, cuatro estudiantes de la India, Cuba, Madagascar y Suecia, respectivamente, compartieron palabras de testimonio sobre la búsqueda de la unidad cristiana en sus países. Otros cuatro, de Kenia, Italia, Tailandia y Estados Unidos, en esta ocasión, ofrecieron oraciones de intercesión.

El pastor Gallopin invitó a los estudiantes a decir sus nombres, sus países de origen y su afiliación eclesiástica. En el momento en el que se compartieron los nombres, las culturas y las tradiciones cristianas, unos tras otros, los ojos de los miembros de las congregaciones brillaban. Si estuviera con nosotros esta mañana, Arnold Mobbs se sentiría ciertamente feliz: sus feligreses tuvieron una experiencia “real, aunque imperfecta” de lo que imagino que Visser 't Hooft predicó a Billy Graham justo afuera del comedor de Bossey: el imperativo de hacer visible la Una Sancta..

*Odair Pedroso Mateus es director de la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).