Image
Foto: Katja Dorothea Buck/CMI

Foto: Katja Dorothea Buck/CMI

Por Katja Dorothea Buck*

Hany Saweres y Edmon Kamel, pintores de iconos en El Cairo, llevan a cabo una misión especial: pintar a los 21 mártires que fueron decapitados por el llamado Estado Islámico en 2015 en Libia. Actualmente, se está construyendo una iglesia en su memoria en El Minya (Alto Egipto) con fondos del Estado egipcio.

El vídeo de la ejecución en masa dio la vuelta al mundo. En una playa de la costa libia, terroristas del Estado Islámico decapitaron a 21 hombres jóvenes. El videoclip causó miedo y terror en los cinco continentes. Pero los coptos de Egipto vieron algo más que un cruel asesinato. Analizaron el vídeo y descubrieron que los 21 jóvenes cristianos, en el momento de su muerte, tenían el nombre de Jesús en los labios. El hecho de que estos sencillos trabajadores migrantes, incluso con el cuchillo en sus cuellos, no hubiesen abandonado su fe supuso un consuelo para muchos coptos, un signo de que Dios no había olvidado a los cristianos de Egipto. En El Mynia, ciudad de la que eran originarios muchos de los jóvenes hombres, se está construyendo una iglesia en su honor, financiada con fondos estatales, algo nunca visto en la historia de Egipto, donde el noventa por ciento de la población es musulmana.

Hany Saweres y su asociado Edmon Kamel han recibido el encargo de pintar los iconos para esta iglesia. Una vez en su estudio en el barrio cairota de Ezbet an-Nakhl, Saweres se vio, no obstante, confrontado a un primer problema de carácter estético: ¿en qué lugar del icono de los 21 mártires debía colocar a Matthew, el único que no era egipcio? Matthew era de Ghana y por consiguiente su piel era oscura. "Si lo hubiéramos puesto en un extremo del grupo, la mirada del espectador se habría dirigido automáticamente hacia él, desviando su atención de los otros veinte", observa Saweres, mientras Kamel traza los contornos de un rostro con pintura negra. Una lámina de dos metros por dos está pegada a la pared con bandas adhesivas. "El arte copto, de hecho, se basa en la simetría y la uniformidad. Por eso, los rostros no difieren entre sí", explica Saweres. "Pero si alguien, en su vida terrenal tuvo un color de piel más oscuro, no lo puedo ignorar en el icono".

El estudio está ubicado en un apartamento en la planta baja de un edificio residencial. Como en muchos otros lugares de El Cairo, las casas de Ezbet an-Nakhl están construidas tan cerca unas de otras que la luz del sol no penetra a través de las ventanas de los pisos más bajos. Las luces de neón del techo permanecen encendidas todo el día. "Le hemos dado a Matthew el asiento de en medio", dice Saweres, señalando al grupo de los 21 hombres. Y, de hecho, al mirar al mártir con la piel oscura, los otros veinte permanecen en el campo visual del observador. Todos están vestidos como diáconos, los servidores del altar de la Iglesia Copta.

Saweres no es el primero en haber pensado en Matthew. Cuando la Iglesia Copta, poco después del asesinato, declaró oficialmente mártires a los 21 hombres, se planteó la cuestión de si alguien que no pertenecía a esta iglesia podía convertirse en uno de sus mártires. El patriarcado copto optó rápidamente por no entrar en un debate dogmático y decidió considerar a Matthew un mártir. "No sé si yo habría tenido la fuerza de aferrarme a la fe como ellos", dice Marina, la mujer de Kamel, entrando al estudio con unas tazas de té en una bandeja. "Quizás Dios elige solo a aquellos que pueden perseverar hasta el final en una situación así".

El martirio constituye uno de los pilares de la Iglesia Copta. A lo largo de los siglos, siempre ha habido personas que, a pesar de ser torturadas, no han renegado de su fe y han permanecido firmes, incluso frente a la muerte. Los niños coptos siguen escuchando este tipo de historias en las escuelas dominicales. Tal como lo hicieron los jóvenes hombres en Libia: conocían los mártires de su iglesia.

Saweres moja el pincel en una taza de plástico con agua limpia y lo pasa por uno de los rostros, indicando que los variados colores se mezclan mejor. Ha estado diversas veces en El Minya, en las obras de la iglesia, a fin de tomar medidas para los iconos que un día la decorarán. A veces se reúne con los padres y los hermanos de los mártires y va a la antigua iglesia donde los jóvenes hombres solían acudir a orar. "Esto significa mucho para mí", dice y se dirige a su escritorio. De un cajón saca una postal que muestra a un hombre joven, rodeado de imágenes de santos. La postal tiene un brillo aceitoso y al examinarla más de cerca, se pueden ver estrías oscuras en las mejillas del hombre. "Es Mina, uno de los mártires", explica Saweres. "Como los padres no tienen una tumba donde llorar su muerte, han puesto una foto de su hijo en su casa. En el primer aniversario del asesinato, la fotografía empezó a exudar aceite, un aceite sanador", afirma Saweres.

Kamel deja de pintar. Durante un momento, se miran, como preguntándose si es pertinente proseguir esta conversación sobre algo que para ellos es muy valioso. Saben que en la tradición protestante de su visitante no hay lugar para milagros. Pero para los coptos, los milagros son importantes. En ellos, ven un signo de que Dios no los ha olvidado, de que sana a los enfermos, de que se enderece lo torcido y lo áspero se allana.

Pero dejemos este asunto tan serio. Saweres saca su smartphone, se desplaza por la pantalla durante un momento y de repente empieza a reírse. Pulsa una foto en la que aparece un obispo con mitra y túnica consagrando uno de sus iconos. Los iconos solo se convierten en sagrados cuando cada centímetro cuadrado ha sido ungido con aceite bendecido. La fotografía del teléfono de Sawere muestra una pintura a siete metros de altura en el ábside de una iglesia.

"Para esa, el obispo necesitó un rodillo de pintura", dice riendo mientras agranda la foto. Y ahí está el obispo, vestido de blanco y oro, trabajando con un sencillo rodillo telescópico de color azul cielo, como los hay en cualquier ferretería. Esto también forma parte de la realidad copta. El rito en sí mismo es importante, pero no la herramienta necesaria para llevarlo a cabo. Según el plan previsto, el icono de los 21 mártires de Hany Saweres y Edmon Kamel será consagrado en febrero de 2018.

Iconos
Los iconos desempeñan un papel importante en la mayoría de iglesias ortodoxas orientales. Son la palabra de Dios pintada en color y no deben ser considerados obras de arte. Para los creyentes, constituyen una ventana a través de la cual lo divino se hace visible. Se consideran un instrumento de la revelación divina. Por ello, el artista no firma sus iconos.

La pintura de iconos se practica en diversas tradiciones, tales como la bizantina, la búlgara o la eslava (rusa). Los iconos coptos se caracterizan por una marcada simetría y un equilibrio en la composición de las figuras. Además, los ojos de las personas son especialmente grandes, pues representan la pureza espiritual.

Solidaridad con las iglesias de Oriente Medio

Iglesias miembros del CMI en Egipto

*Katja Dorothea Buck, politóloga con una formación en ciencias religiosas, trabaja en temas relacionados con el cristianismo en Oriente Medio. Desde que cursó sus estudios en El Cairo a finales de los años noventa viaja a menudo a Egipto para investigar.