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Priest dressed in white clothes presiding over a church service inside a stone church.

Oración matutina y misa con los Padres Blancos (Misioneros de África) en la Iglesia de Santa Ana, Ciudad Vieja de Jerusalén, noviembre de 2022. 

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“El orden mundial se está desmoronando”, afirma, y deplora que parezca que las Naciones Unidas se quedan al margen, ya que emiten declaraciones que no reciben el apoyo de los países poderosos.

No obstante, en los últimos 55 años, ha podido constatar que las iglesias de Jerusalén han alcanzado un nuevo nivel de unidad. “Los líderes de las iglesias se han reunido periódicamente para realizar declaraciones y adoptar iniciativas comunes”, afirma. “Creo que han recorrido un largo camino, y me alegro por ello”. 

Bouwen cree que esto es obra del Espíritu Santo. “Es como si hubieran descubierto lo profundamente unidas que están”, dice. “Hoy, en el contexto actual, mantienen un contacto muy cercano”.

Añade que este es un camino extremadamente difícil, dada la situación actual. “En ocasiones existen susceptibilidades entre las iglesias de las distintas comunidades. En algunas de nuestras comunidades —católicas, y también luteranas— tenemos miembros de ambos lados del conflicto”, señala.

A pesar de ello, pertenecen a una comunidad cristiana de Jerusalén que ha pervivido a lo largo de los siglos. “Ha tenido sus más y sus menos, y hay cosas que se podrían hacer mejor; pero hay una profunda confianza en los lazos existentes entre los fieles, en todos los niveles de la Iglesia”, afirma Bouwen. Jerusalén los une a pesar de sus diferencias. 

Celebración de la Pascua

La Pascua se acerca, y Bouwen y otros habitantes de Jerusalén, sencillamente, no saben cómo se va a desarrollar. “En circunstancias normales, las calles se llenan de peregrinos en estas fechas”, explica. “Este año, no podrán venir peregrinos antes de la Pascua. Los palestinos no pueden venir a Jerusalén a celebrarla”.

No obstante, está convencido de que los cristianos celebrarán la Pascua a pesar de todo. “Esta celebración renovará sus vidas, su fe y su esperanza en el futuro”, afirma. 

¿Qué puede hacer mejor el mundo ecuménico en Jerusalén? Bouwen cree que se pueden compartir más recursos, tanto humanos como materiales. “Creo que ese espíritu de poner los recursos en común es uno de los indicadores de la autenticidad de nuestra verdadera determinación ecuménica de trabajar juntos: de ese modo, nuestras iglesias tendrán más fuerza para afrontar el futuro”.

También cree que es esencial trabajar por la continuidad de la presencia cristiana. “Sin presencia cristiana, Jerusalén no sería más que un mausoleo teológico”, afirma. “Los cristianos forman parte de este lugar y su presencia, en mi opinión, es esencial”.

Apunta que, como pequeña minoría, los cristianos no son una amenaza para nadie. “Estamos aquí para servir. Nuestra disposición religiosa nos llama a servir con humildad”, afirma.

Pero, ¿dónde están las semillas de la esperanza? “Están allí cuando hablamos al poder con la verdad, pero no desde arriba, sino desde las comunidades de base”, dice Bouwen. “Es necesario estar en el mundo para ser la sal de la tierra. Es necesario convivir con los demás”.

Bouwen afirma que esto, muchas veces, pasa por sentir el dolor de las personas de todos los lados del conflicto. “Jerusalén corre el peligro de perder su dimensión multicultural y de pluralismo religioso”, afirma. “Jerusalén debería ser un lugar de encuentro y reunión donde todo el mundo se sintiera como en casa’.

Señala que es una ciudad demasiado valiosa para caer bajo el control de una sola autoridad o facción. “A los extremistas, a los ocupantes, les gustaría que Jerusalén fuera de un solo color, pero Jerusalén debe ser multicolor”, afirma. “¿Hay suficientes personas dispuestas a vivir juntas, y a reconocerse mutuamente?”.

Afirma también que esta aceptación mutua en Jerusalén requiere un liderazgo eficaz. “Es un llamado a volver a nuestras raíces y empezar de nuevo. Empezar de nuevo, a pesar de todo. Jerusalén tiene que empezar de nuevo”.

Más información: Iniciativa de Pascua 2024