En su discurso inaugural en Yangón (Myanmar) el pasado domingo, el Rev. Dr. Olav Fykse Tveit, secretario general del CMI, elogió a la Conferencia Cristiana de Asia (CCA) por su larga trayectoria de compromiso con el ecumenismo y la misión, y por sus esfuerzos para unir a las iglesias cristianas del continente.
Más de quinientos participantes de todo el mundo se reunieron esta mañana para la inauguración de la Conferencia Misionera de Asia en Yangón (Myanmar). La conferencia –la cuarta de este tipo que se celebra desde la creación de la Conferencia Cristiana de Asia (CCA) en 1957– ofrece la importante oportunidad de reunir a las iglesias, las organizaciones religiosas y los asociados para reflexionar sobre la misión en el contexto asiático.
De París a Pakistán, de Orlando a Myanmar, de Iraq a Nigeria, cada día somos testigos del conflicto y la violencia perpetrados en nombre de la religión o cometidos contra las personas por su identidad religiosa.
La violencia en nombre de la religión resonó en la distancia, exigiendo una respuesta, durante la reunión de los 25 miembros del Comité Ejecutivo del CMI celebrada en noviembre en Bogis-Bossey, cerca de Ginebra (Suiza), para planificar la labor del Consejo en los próximos años.
Profundamente preocupado por la situación de los migrantes en muchas regiones y, en particular, por la de aquellos “obligados a emprender viajes desesperados llenos de riesgos y peligros”, el Comité Ejecutivo del CMI declaró que “todos los miembros de la comunidad internacional tienen el deber moral y legal de salvar las vidas de aquellos que están en peligro, sea en el mar o durante su tránsito, independientemente de su origen o condición”.