Las oraciones y los debates de la reunión ecuménica de dirigentes de las iglesias norteamericanas celebrada el 24 de junio se centraron en cuestiones profundamente dolorosas y aparentemente irresolubles: el racismo, la división, las dudas sobre la vacunación, el genocidio, la guerra. Pero la esperanza logró infiltrarse en la reunión virtual y los participantes se apoyaron unos a otros para encontrar formas de avanzar.
Muchos pioneros ecuménicos, entre ellos el exsecretario general del CMI, Philip Potter, fueron en cierto modo producto del movimiento de la escuela dominical. Ulrich Becker cuenta una historia que parece correr el peligro de ser olvidada.
En el clima de creciente miedo a los refugiados y los inmigrantes, el CMI insta a los cristianos a ser fieles al imperativo bíblico de “acoger al extranjero”.