Desde hace 13 años, están allí cada día y cada mes del año. Se han convertido en un elemento natural en el caos de la vida en Israel y Palestina. La gente aprecia su presencia, pues proporcionan seguridad y estabilidad. Su única arma: un bolígrafo o una cámara. Observan y escuchan; analizan y transmiten información.
31 Marzo 2015