Documento preparatorio Nº 13: Pluralidad religiosa y autocomprensión cristiana

Introducción

El presente documento es el resultado de un proceso de estudios iniciado en respuesta a urgentes sugerencias realizadas durante la reunión de 2002 del Comité Central del CMI a los tres equipos del personal de Fe y Constitución, Relaciones y Diálogo Interreligiosos y Misión y Evangelización, así como a sus respectivas comisiones u órganos consultivos. La cuestión del enfoque teológico de la pluralidad religiosa ha figurado muchas veces en el orden del día del CMI, llegándose a cierto consenso en 1989 y 19901. En los últimos años, se ha considerado necesario un nuevo enfoque de esta difícil y controvertida cuestión.

Unos 20 estudiosos de diferentes contextos y denominaciones, especializados en estudios religiosos, misiología o teología sistemática y vinculados con las tres redes mencionadas del CMI, se reunieron en una primera consulta para la aportación de ideas, celebrada en Bossey, Suiza, en octubre de 2003. Sobre la base de sus debates, un pequeño grupo de redacción preparó un primer documento en marzo de 2004. Mediante un intensivo trabajo de nueva redacción de dicho documento, se preparó el camino para celebrar la consulta final en octubre de 2004, de nuevo en Bossey, durante la cual se revisó el documento teológico con vistas a su amplia distribución como un documento de debate.

El documento es el resultado de una buena cooperación entre especialistas participantes en la labor de Fe y Constitución, Relaciones y Diálogo Interreligiosos y Misión y Evangelización. Dicha colaboración es bastante extraordinaria en la historia reciente del movimiento ecuménico.

Hay que señalar, no obstante, que el documento no ha sido presentado hasta ahora a ningún órgano rector ni órgano consultivo del CMI y no representa una posición adoptada por la Comisión de Fe y Constitución, la Comisión de Misión Mundial y Evangelización o el Grupo de Referencia de Relaciones y Diálogo Interreligiosos. Se comparte este documento para su discusión y debate, pero no se pretende que contenga una visión final o ecuménicamente acordada sobre cuestión de la autocomprensión cristiana en un mundo religiosamente plural.

Los tres miembros del personal del programa que acompañaron el proceso son:
Jacques Matthey, Misión y Evangelización, Hans Ucko, Relaciones y Diálogo Interreligiosos, y Kersten Storch, Fe y Constitución

Pluralidad religiosa y autocomprensión cristiana
Versión Final
Preámbulo

 

"Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan" (Salmo 24:1).

"Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones, y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia. Grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor de los ejércitos" (Mal. 1:11).

"Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que lo teme y hace justicia" (Hechos 10:34 35).

1. ¿Qué significan para nosotros hoy las experiencias del salmista, el profeta y Pedro? ¿Qué significa afirmar nuestra fe en Cristo Jesús con alegría y, sin embargo, tratar de discernir la presencia y actividad de Dios en el mundo? ¿Cómo entendemos estas afirmaciones en un mundo religiosamente plural?

I. El desafío de la pluralidad

2. Hoy en día los cristianos de todas las partes del mundo viven en sociedades religiosamente plurales. La pluralidad persistente y su impacto en sus vidas cotidianas nos obligan a buscar formas nuevas y adecuadas de entender a las personas de otras tradiciones religiosas y de relacionarse con ellas. El auge del extremismo religioso y su militancia en muchas situaciones ha acentuado la importancia de las relaciones interreligiosas. Las identidades, lealtades y sentimientos religiosos han llegado a ser componentes importantes en tantos conflictos internacionales e interétnicos que, según algunos, las "políticas de ideología", que desempeñaron una función decisiva en el siglo XX, han sido sustituidas en nuestros días por las "políticas de identidad".

3. Todas las comunidades religiosas se están reconfigurando como consecuencia de nuevos encuentros y relaciones. La globalización de la vida política, económica e, incluso, religiosa ejerce nuevas presiones sobre comunidades que han estado aisladas geográfica o socialmente. Existe un mayor reconocimiento de la interdependencia de la vida humana y de la necesidad de colaborar a través de barreras religiosas para afrontar los acuciantes problemas del mundo. Por ello, todas las tradiciones religiosas se enfrentan con el desafío de contribuir al alumbramiento de una comunidad mundial que viva en el respeto mutuo y la paz. Se halla en juego la credibilidad de las tradiciones religiosas en cuanto fuerzas que puedan aportar justicia, paz y sanación a un mundo quebrantado.

4. Sin embargo, la mayor parte de las tradiciones religiosas tienen su propia historia de compromisos con el poder político y privilegios, así como de complicidad en la violencia, que han marcado la historia humana. El cristianismo, por ejemplo, ha sido, por una parte, una fuerza que trajo el mensaje del amor incondicional de Dios para la aceptación de todos los pueblos. Pero, por otra parte, su historia está también lamentablemente marcada por persecuciones, cruzadas, insensibilidad hacia culturas indígenas y complicidad con intereses imperiales y coloniales. De hecho, esta ambigüedad y compromiso con el poder y el privilegio forman parte de la historia de todas las tradiciones religiosas, lo que nos pone en guardia contra una actitud romántica hacia ellas. Además, la mayoría de las tradiciones religiosas muestran una enorme diversidad interna acentuada por dolorosas divisiones y disputas.

5. Hoy en día, se han considerado estas disputas internas a la luz de la necesidad de fomentar el entendimiento mutuo y la paz entre las religiones. Teniendo en cuenta el contexto de una mayor polarización de las comunidades, del clima predominante de temor y de la cultura de la violencia que amenaza a nuestro mundo, la misión de aportar sanidad e integridad a una comunidad humana fracturada es el mayor desafío con que se enfrentan las tradiciones religiosas en nuestros días.

El contexto cambiante de la fe cristiana

6. La situación religiosa mundial es también fluida. En algunas partes del mundo occidental, las expresiones institucionales del cristianismo se hallan en decadencia. Surgen nuevas formas de compromiso religioso a medida que las personas separan cada vez más la fe personal de la pertenencia institucional. La búsqueda de una espiritualidad auténtica en el contexto de un estilo de vida secular plantea nuevos desafíos a las iglesias. Además, personas de otras tradiciones, como los hindúes, musulmanes, budistas, sikhs, etc., que se han ido trasladando a esas zonas, como minorías, experimentan frecuentemente la necesidad de un diálogo con la comunidad mayoritaria. Esto obliga a los cristianos a articular su fe de modo significativo tanto para ellos mismos como para sus vecinos. El diálogo presupone tanto un compromiso de fe como la capacidad de articularla de palabra y obra.

7. Al mismo tiempo, el cristianismo, especialmente en sus manifestaciones evangélicas y pentecostales, está creciendo rápidamente en algunas regiones del mundo. En algunas de las demás regiones, el cristianismo está sufriendo cambios radicales en cuanto que los cristianos abrazan formas nuevas y vibrantes de vida eclesial y entablan nuevas relaciones con las culturas indígenas. Aunque el cristianismo parece estar en decadencia en algunas partes del mundo, ha llegado a ser una fuerza dinámica en otras.

8. Estos desafíos nos exigen prestar una atención mayor que antes a nuestra relación con otras comunidades religiosas. Nos obligan a reconocer a los "otros" en sus diferencias, a acoger a los extranjeros, incluso en los casos en que su "condición de extranjeros" suponga a veces una amenaza para nosotros, y a buscar la reconciliación incluso con quienes se han declarado enemigos nuestros. En otras palabras, estamos obligados a desarrollar un clima espiritual y un enfoque teológico que contribuyan a establecer unas relaciones creativas y positivas entre las tradiciones religiosas del mundo.

9. No obstante, las diferencias culturales y doctrinales entre tradiciones religiosas han dificultado siempre el diálogo interreligioso. Este problema se agrava ahora a causa de las tensiones y animosidades generadas por los conflictos mundiales y las sospechas y temores recíprocos. Además, sigue existiendo la impresión de que los cristianos han recurrido al diálogo como a un nuevo instrumento para su misión, y no amainan las controversias sobre la "conversión" y la libertad religiosa. Por todo ello, resultan cada vez más urgentes el diálogo, la reconciliación y la construcción de la paz por encima de las divisiones religiosas, si bien nunca se consiguen por medio de actos o programas aislados. Se necesitan para ello largos y difíciles procesos sostenidos por la fe, la valentía y la esperanza.

Las dimensiones pastoral y de fe de la cuestión

10. Existe la necesidad pastoral de equipar a los cristianos para que puedan vivir en un mundo religiosamente plural. Muchos cristianos buscan formas de comprometerse con su propia fe, sin dejar de estar abiertos a los demás. Algunos utilizan disciplinas espirituales de otras tradiciones religiosas para profundizar en su fe y vida de oración cristianas. Otros aún encuentran en otras tradiciones religiosas otro posible hogar espiritual y hablan de la posibilidad de una "doble pertenencia". Muchos cristianos piden una orientación sobre el modo de gestionar los matrimonios interreligiosos, sobre la convocación para la oración con otros y sobre la necesidad de abordar los problemas de la militancia y el extremismo. Otros buscan orientaciones sobre los modos de colaborar con sus vecinos de otras tradiciones religiosas en cuestiones de justicia y paz. La pluralidad religiosa y sus repercusiones afectan ahora a nuestras vidas cotidianas.

11. Como cristianos, tratamos de construir una nueva relación con otras tradiciones religiosas porque creemos que es algo intrínseco al mensaje del evangelio e inherente a nuestra misión de colaboradores con Dios en la sanación del mundo. Por esta razón, el ministerio de la relación de Dios con todo el pueblo de Dios y los muchos modos en que las personas han respondido a este misterio, nos invitan a explorar más plenamente la realidad de otras tradiciones religiosas y nuestra propia identidad como cristianos en un mundo religiosamente plural.

II. Las tradiciones religiosas como caminos espirituales

El camino cristiano

12. Se suele hablar de las tradiciones religiosas como de "caminos espirituales". El camino espiritual del cristianismo ha enriquecido y forjado su desarrollo en una tradición religiosa. Surgió inicialmente en una cultura predominantemente judeo helenística. Los cristianos han tenido la experiencia de ser "extranjeros" y de ser minorías perseguidas que luchan por definirse a sí mismas en medio de las fuerzas religiosas y culturales dominantes. Y a medida que el cristianismo se desarrolló en una religión mundial, se fue diversificando internamente, transformado por las muchas culturas con las que entró en contacto.

13. En Oriente, las iglesias Ortodoxas se han empeñado a lo largo de toda su historia en un proceso complejo de compromiso y discernimiento culturales, manteniendo y trasmitiendo la fe ortodoxa mediante la integración de aspectos culturales seleccionados durante los siglos. Por otra parte, las iglesias ortodoxas han luchado también por resistir a la tentación del sincretismo. En Occidente, tras haberse convertido en tradición religiosa de un imperio poderoso, el cristianismo ha sido a veces una mayoría perseguidora. Llegó a ser también la cultura "de acogida", que configuró la civilización europea de muchas formas positivas. Al mismo tiempo, ha tenido una historia turbulenta en su relaciones con el judaísmo, el islam y las tradiciones indígenas.

14. La Reforma trasformó la figura del cristianismo occidental, introduciendo el Protestantismo con su proliferación de confesiones y denominaciones, mientras que la Ilustración trajo una revolución cultural con la aparición de la modernidad, la secularización, el individualismo y la separación entre la iglesia y el estado. La expansión misionera en Asia, África, América Latina y otras partes del mundo suscitó cuestiones relacionadas con la indigenización y la inculturación del evangelio. El encuentro con el rico patrimonio espiritual de las religiones asiáticas y las religiones tradicionales africanas dio lugar a la aparición de tradiciones teológicas basadas en los patrimonios culturales y religiosos de dichas regiones. El auge de las iglesias carismáticas y pentecostales en todas las partes del mundo ha añadido aún una nueva dimensión al cristianismo.

15. En pocas palabras, el "camino espiritual" del cristianismo ha hecho de éste una tradición religiosa mundial compleja. A medida que el cristianismo trata de vivir entre diferentes culturas, religiones y tradiciones filosóficas e intenta responder a los desafíos actuales y futuros, seguirá transformándose. Es éste el contexto, de un cristianismo que ha estado y está cambiando, donde necesitamos una respuesta teológica a la pluralidad.

Religiones, identidades y culturas

16. Otras tradiciones religiosas han pasado también por desafíos semejantes en su desarrollo. No existe una expresión única del judaísmo, del islám, del hinduismo, ni del budismo, etc. Cuando estas religiones salieron de sus tierras de origen fueron configuradas también por los encuentros con las culturas a las que accedían, transformándose y siendo transformadas por ellas. La mayor parte de las tradiciones religiosas actuales han tenido la experiencia de ser "hospedantes" culturales para otras tradiciones religiosas y de ser "hospedadas" por culturas forjadas por tradiciones religiosas distintas de la propia. Esto significa que las identidades de las comunidades religiosas y de las personas pertenecientes a ellas nunca son estáticas, sino fluidas y dinámicas. Ninguna religión está totalmente exenta de esta interacción con otras tradiciones religiosas. Resulta cada vez más equívoco hablar incluso de "religiones" en cuanto tales, así como de "judaísmo", "cristianismo", "islám", "hinduismo", "budismo", etc., como si se tratara de conjuntos estáticos e indiferenciados.

17. Estas realidades obligan a plantear varias cuestiones espirituales y teológicas. ¿Cuál es la relación entre "religión" y "cultura" ¿Cuál es la naturaleza de la influencia que ejercen unas en otras? ¿Qué sentido teológico podemos dar a la pluralidad religiosa? ¿Qué recursos internos a nuestra propia tradición pueden ayudarnos a abordar estas cuestiones? Contamos con el rico patrimonio de los esfuerzos del movimiento ecuménico moderno para afrontar estas cuestiones, que nos puede ayudar en nuestro examen.

III. Continuación del examen en curso

El camino ecuménico

 

18. Desde el comienzo mismo de la iglesia, los cristianos han creído que el mensaje del amor de Dios testimoniado en Cristo debe ser compartido con los demás. Precisamente al compartir este mensaje, especialmente en Asia y África, el movimiento ecuménico moderno tuvo que enfrentarse con la cuestión de la presencia de Dios entre personas de otras tradiciones. ¿Está la revelación de Dios presente en otras religiones y culturas? ¿La revelación cristiana se halla en "continuidad" con la vida religiosa de otros, o es "discontinua", aportando una dimensión completamente nueva del conocimiento de Dios? Se trata de cuestiones difíciles y los cristianos siguen estando divididos acerca del problema.

19. El programa de diálogo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha puesto de relieve la importancia de respetar la realidad de las tradiciones religiosas y afirmar su diversidad e identidad. Ha puesto también en primer plano la necesidad de colaborar con otros en la búsqueda de un mundo justo y pacífico. Hay también una mayor conciencia de que nuestras formas de hablar sobre nuestras tradiciones y sobre las de los demás pueden dar lugar a confrontaciones y conflictos. Por una parte, las tradiciones religiosas pretenden tener una verdad universal. Por otra, tales pretensiones pueden tener repercusiones que entren en conflicto con las pretensiones de verdad de otros. Esta comprobación y experiencia concreta de las relaciones entre los pueblos de distintas tradiciones en situaciones locales, abrió el camino para que los cristianos hablemos de nuestra relación con los otros en términos de "diálogo". Con todo, hay muchas cuestiones que es preciso seguir examinando. ¿Qué significa estar en diálogo cuando las comunidades en cuestión están en conflicto? ¿Cómo se gestiona el conflicto que se percibe entre la conversión y la libertad religiosa? ¿Cómo afrontamos las profundas diferencias entre las comunidades religiosas con respecto a la relación de las tradiciones religiosas con la etnicidad, las prácticas culturales y el estado?

20. Dentro de los debates sostenidos en la Comisión sobre Misión Mundial y Evangelización (CMME) del CMI, en el examen de la naturaleza del mandato misionero y sus repercusiones en un mundo de diversas religiones, culturas e ideologías, se ha recurrido al concepto de missio Dei, la misión salvífica del propio Dios en el mundo, que precede incluso al testimonio humano, en la que estamos llamados a participar en Cristo. Varios temas del programa de la CMME guardan relaciones recíprocas con el presente estudio sobre la pluralidad religiosa: ¿cuál es la relación entre la cooperación con personas de otras tradiciones religiosas (en favor de la justicia y la paz), la participación en el diálogo religioso y el mandato evangelizador de la iglesia? ¿Cuáles son las consecuencias de la relación intrínseca entre culturas y religiones para el enfoque de inculturación en la misión? ¿Cuáles son las repercusiones en las relaciones entre religiones si la misión se centra en la construcción de comunidades de sanación y reconciliación, como lo sugiere la Conferencia Mundial de 2005 sobre Misión y Evangelización?

21. En la reunión de la Comisión Plenaria de Fe y Constitución del CMI, que se celebró por primera vez en un país de mayoría musulmana (Kuala Lumpur, Malasia, 2004), se habló del "camino de fe" como algo inspirado por la visión de "hospedarse unos a otros". La Comisión preguntó: ¿Cómo alcanzan las iglesias la meta de una unidad cristiana visible en el actual contexto cada vez más multirreligioso? ¿La búsqueda de una unidad posible entre las iglesias cómo puede ser un signo eficaz para la reconciliación en la sociedad en su conjunto? ¿En qué medida las cuestiones de la identidad étnica y nacional están influidas por las identidades religiosas, y viceversa? La Comisión examinó también cuestiones más amplias que se plantean en contextos multireligiosos: ¿cuáles son los desafíos con que se enfrentan los cristianos al buscar una teología cristiana auténtica que sea "acogedora" para los demás? ¿Cuáles son los límites de la diversidad? ¿Hay signos válidos de salvación fuera de la iglesia? ¿Cómo contribuyen las ideas de otras religiones a nuestra comprensión de lo que significa ser humanos?

22. Es importante que las tres corrientes programáticas del CMI converjan al abordar cuestiones que son pertinentes para una teología de las religiones. De hecho, se ha intentado en conferencias recientes examinar y formular posiciones que ayuden a llevar delante los debates.

Avances recientes

23. En su búsqueda de un consenso entre los cristianos sobre la presencia salvadora de Dios en la vida religiosa de nuestros vecinos, la Conferencia sobre Misión Mundial celebrada en San Antonio (1989) resumió así la posición que el CMI había podido afirmar: "Para los cristianos el único camino de salvación es Jesucristo. Por otra parte, reconocemos que no podemos poner límites al poder redentor de Dios". Reconociendo la tensión existente entre dicha declaración y la afirmación de la presencia y acción de Dios en la vida de las personas de otras tradiciones religiosas, el informe de San Antonio dice que "reconocemos esa tensión y no intentamos resolverla".

La cuestión que se planteó después de la conferencia fue si el movimiento ecuménico debería quedarse en estas modestas palabras, como expresión de la humildad teológica, o si debería abordar dicha misión tratando de encontrar formulaciones nuevas y creativas en una teología de las religiones.

24. Tratando de superar las declaraciones de San Antonio, una consulta del CMI sobre teología de las religiones, celebrada en Baar, Suiza (1990), publicó una importante declaración, en la que se sacaban las consecuencias de la fe cristiana, según la cual, Dios sigue actuando como creador y conservador en la vida religiosa de todas las personas: "Esta convicción de que Dios, en cuanto creador de todo, está presente y activo en la pluralidad de las religiones hace que nos resulte inconcebible que la actividad salvadora de Dios pueda limitarse únicamente a algún continente, tipo cultural o grupo de personas. La renuncia a tomar seriamente los muchos y diversos testimonios religiosos que pueden encontrarse entre las naciones y pueblos de todo el mundo equivale a rechazar el testimonio bíblico de Dios como creador de todas las cosas y Padre de la humanidad".

25. Por consiguiente, los avances conseguidos en el ámbito de Misión y Evangelización, Fe y Constitución y las corrientes de diálogo del CMI nos animan a abrir de nuevo hoy la cuestión de la teología de las religiones. Esta investigación se ha convertido en una urgente necesidad teológica y pastoral. También el tema de la 9ª Asamblea del CMI, "Dios, en tu gracia, transforma el mundo", exige dicho examen.

IV. Hacia una teología de las religiones

26. ¿Cómo sería hoy una teología de las religiones? Se han propuesto muchas teologías de las religiones. Las muchas corrientes de pensamiento dentro de las escrituras hacen difícil nuestro empeño. Sin dejar de reconocer la diversidad de testimonios escriturísticos, escogemos el tema de ‘hospitalidad' como clave hermenéutica y punto de entrada para nuestro debate.

Celebrando la hospitalidad de la gracia de Dios

27. Nuestra comprensión teológica de la pluralidad religiosa empieza con nuestra fe en el único Dios creador de todas las cosas, el Dios vivo presente y activo en toda la creación desde el principio. La Biblia da testimonio de Dios como Dios de todas las naciones y pueblos, cuyo amor y compasión abarcan toda la humanidad. Vemos en el pacto con Noé un pacto con toda la creación que nunca se ha roto. Vemos la sabiduría y la justicia de Dios extendiéndose hasta los confines de la tierra, cuando Dios guía a las naciones por medio de sus tradiciones de sabiduría y entendimiento. La gloria de Dios está presente en toda la creación. La Biblia Hebrea da testimonio de la presencia salvífica universal de Dios a través de toda la historia de la humanidad por la Palabra de Sabiduría y el Espíritu.

28. En el Nuevo Testamento, la encarnación de la Palabra de Dios es presentada por San Pablo como hospitalidad y como una vida vuelta hacia los ‘otros'. Pablo proclama, en lenguaje doxológico, que "Él (Cristo), siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Fil. 2:6-8). El despojo de sí mismo operado por Cristo, y su disponibilidad para asumir nuestra humanidad, está en el centro de la confesión de nuestra fe. El misterio de la encarnación es la más profunda identificación de Dios con nuestra condición humana, que muestra la gracia incondicional de Dios que aceptó a la humanidad en su alteridad y su distanciamiento. El himno de Pablo continúa celebrando al Cristo resucitado: "Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre" (Fil. 2: 9). Esto ha llevado a los cristianos a confesar a Jesucristo como aquel en quien toda la familia humana ha sido unida a Dios en un lazo y pacto irrevocable.

29. Esta gracia de Dios mostrada en Jesucristo nos llama a una actitud de hospitalidad en nuestra relación con el prójimo. Pablo dice como prefacio a su himno: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús" (Fil. 2: 5). Nuestra hospitalidad supone vaciamiento propio, y al recibir a otros con amor incondicional participamos en el modelo del amor redentor de Dios. En verdad nuestra hospitalidad no se limita a los de nuestra propia comunidad; el evangelio nos manda amar inclusom a nuestros enemigos y bendecirlos (Mt.5: 43-48; Ro.12: 14). Como cristianos, pues, necesitamos buscar el justo equilibrio entre nuestra identidad en Cristo y nuestra apertura a otros en amor kenótico que brota de nuestra misma identidad.

30. En su ministerio público, Jesús no solo sanó a personas que eran parte de su propia tradición sino que respondio también a la gran fe de la mujer cananita y al centurión romano (Mt. 15: 21-28; 8: 5-11). Jesús escogió a un "extranjero", el samaritano, para ilustrar el cumplimiento del amor al prójimo por la compasión y la hospitalidad. Los evangelios presentan el encuentro de Jesús con los de otras religiones como algo incidental y no parte de su ministerio principal, por lo que estos relatos no nos dan la necesaria información para extraer conclusiones claras respecto a una teología de las religiones. Pero presentan a Jesús ofreciendo hospitalidad a todos los necesitados de amor y aceptación. En Mateo, la parábola de Jesús sobre el juicio final llega a identificar la apertura a las víctimas de la sociedad, la hospitalidad a los extranjeros y la aceptación del otro como caminos inesperados para estar en comunión con el Cristo resucitado (25: 31-46).

31. Es significativo que aunque Jesús brindó hospitalidad a los marginados de la sociedad, él mismo tuvo que enfrentarse con el rechazo y a menudo estuvo necesitado de hospitalidad. La aceptación por Jesús de los marginados, así como su propia experiencia de rechazo, ha sido inspiración para los que hoy muestran solidaridad con los pobres, los despreciados, y los rechazados. La comprensión bíblica de la hospitalidad va pues más allá de la noción popular de ofrecer ayuda y mostrar generosidad con otros. La Biblia habla de hospitalidad básicamente como apertura radical a otros basada en la afirmación de la dignidad de todos. Nos inspiramos tanto en el ejemplo de Jesús como en su mandamiento de amar a nuestros enemigos.

32. El Espíritu Santo nos ayuda a asumir la apertura de Cristo al prójimo. La persona del Espíritu Santo se movió y se sigue moviendo sobre la faz de la tierra para crear, alimentar y sostener, para incitar, renovar y transformar. Confesamos que la actividad del Espíritu sobrepasa nuestras definiciones, descripciones y limitaciones del mismo modo que "el viento sopla de donde quiere" (Juan 3:8). Nuestra esperanza y nuestra expectativa arraigan en nuestra creencia de que la "economía" del Espíritu se relaciona con la creación entera. Discernimos el Espíritu de Dios moviéndose de maneras que no podemos predecir. Vemos la fuerza nutricia del Espíritu Santo trabajando en los seres humanos, inspirándolos en su anhelo universal y su busca de la verdad, la paz y la justicia (Ro. 8:18-27). "Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza", donde estas cosas se encuentran, son fruto del Espíritu (Gal. 5:22-23, cf. Ro. 14:17).

33. Creemos que esta labor extensiva del Espíritu Santo está también presente en la vida y las tradiciones de los pueblos de fe viva. Los pueblos han respondido en todo tiempo y lugar a la presencia y la actividad de Dios entre ellos, y han testimoniado de sus encuentros con el Dios vivo. En ese testimonio hablan tanto de buscar como de haber encontrado la plenitud, o la luz, o la orientación divina, o el sosiego, o la liberación. Este es el contexto en el que nosotros cristianos testimoniamos de la salvación que hemos experimentado por Cristo. Este ministerio de testimonio entre nuestros vecinos de otras religiones debe presuponer una "afirmación de lo que Dios ha hecho y está haciendo entre ellos " (CMME San Antonio 1989).

34. Vemos la pluralidad de las tradiciones religiosas como resultado de las múltiples maneras en que Dios se ha relacionado con los pueblos y las naciones, pero también como una manifestación de la riqueza y diversidad de la respuesta humana a los dones de la gracia de Dios. Es nuestra fe cristiana en Dios la que nos aguijonea para tomar en serio el reino entero de la pluralidad religiosa, utilizando siempre el don de discernimiento. Tratando de cultivar una nueva y mejor comprensión de "la sabiduría, el amor y el poder que Dios ha dado al hombre (y a la mujer) de otras religiones" (Informe de Nueva Delhi, 1961), debemos afirmar nuestra "apertura a la posibilidad de que el Dios que conocemos en Jesucristo pueda encontrarnos también en las vidas de nuestros vecinos de otras religiones" (CMME San Antonio 1989). Creemos también que el Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, nos conducirá a una nueva comprensión del depósito de la fe que ya se nos ha dado, y a una perspectiva nueva e imprevista sobre el misterio divino, a medida que aprendamos más de nuestros vecinos de otras religiones.

35. Es pues nuestra fe en el Dios trinitario, el Dios que es diversidad en la unidad, el Dios creador, da plenitud, y alimenta y sostiene, la que nos ayuda en nuestra hospitalidad de apertura a todos. Hemos recibido la generosa hospitalidad de amor de Dios. No podemos hacer de otro modo.

V. El llamamiento a la hospitalidad

36. ¿Cómo deben responder los cristianos a la generosidad y a la gracia de Dios? "No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" (Heb. 13: 2). En el contexto de hoy, ‘extranjero' es no solo la persona desconocida, el pobre y el explotado, sino también aquellos que son étnica, cultural y religiosamente ‘ajenos' a nosotros. La palabra ‘extranjero' en las escrituras no pretende objetivar al ‘otro', pero reconoce que hay personas que son para nosotros ciertamente ‘extraños' en su cultura, religión, raza y otros tipos de diversidades que son parte de la comunidad humana. Nuestra disponibilidad para aceptar a los otros en su ‘alteridad' es el sello de la verdadera hospitalidad. A través de nuestra apertura al ‘otro' podemos encontrar a Dios de nuevas maneras. La hospitalidad es pues tanto el cumplimiento del mandamiento de ‘amar al prójimo como a nosotros mismos' como una oportunidad para redescubrir a Dios.

37. La hospitalidad consiste también en la manera de tratarnos unos a otros dentro de la familia cristiana; algunas veces somos entre nosotros tan extranjeros como frente a los exteriores a nuestra comunidad. Por los cambios en el contexto mundial, en especial la mayor movilidad y los movimientos de población, a veces somos ‘huéspedes' de otros, y otras veces somos nosotros los que hospedamos a otros; a veces recibimos a ‘extranjeros' y otras veces somos nosotros ‘extranjeros' en medio de otros. Necesitamos avanzar hacia un entendimiento de la hospitalidad como ‘apertura mutua' por encima de las distinciones entre hospedantes y hospedados.

38. La hospitalidad no es tan solo una manera fácil o sencilla de relacionarse con otros. A menudo es no solo una oportunidad sino también un riesgo. En situaciones de tensión política o religiosa los actos de hospitalidad pueden requerir mucho valor, especialmente cuando se brindan a quienes están en profundo desacuerdo con nosotros o incluso nos consideran como sus enemigos. Además, el diálogo es muy difícil cuando hay desigualdades entre las partes, relaciones distorsionadas de poder, o programas ocultos. Uno puede también sentirse a veces obligado a poner en duda las creencias profundas de la persona a la que se ha ofrecido hospitalidad o de quien se ha recibido hospitalidad, y recibir como pago un desafío a las propias creencias.

El poder de la transformación mutua

39. Los cristianos no solo hemos aprendido a convivir con pueblos de otras tradiciones religiosas, sino que también nos hemos transformado con esos encuentros. Hemos descubierto aspectos desconocidos de la presencia de Dios en el mundo, y se nos han revelado elementos desdeñados de nuestras propias tradiciones cristianas. También hemos adquirido más clara conciencia de los muchos pasajes de la Biblia que nos exhortan a una mayor apertura a los demás.

40. La hospitalidad práctica y una actitud acogedora para con los extranjeros crean el espacio para la transformación mutua e incluso la reconciliación. Tal reciprocidad se ilustra en la historia del encuentro entre Abraham, padre de la fe, y Melquisedec, el rey no israelita de Salem (Gen. 14). Abraham recibió la bendición de Melquisedec, de quien se dice que era un sacerdote del "Dios Altísimo". El relato sugiere que gracias a este encuentro Abraham renueva y amplía su comprensión de la naturaleza de la deidad que le sacó con su familia de Ur y Harran.

41. La transformación mutua se ve también en el relato que hace Lucas del encuentro entre Pedro y Cornelio en Hechos de los Apóstoles. El Espíritu Santo operó una transformación en la autocomprensión de Pedro por medio de su visión y de la ulterior interacción con Cornelio. Esto lo llevó a confesar que "Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que lo teme y hace justicia" (10: 34-35). En este caso Cornelio el ‘extranjero' es el instrumento de la transformación de Pedro, aun cuando Pedro sea instrumento de la transformación de Cornelio y los suyos. Aunque este relato no se refiera primariamante a relaciones interreligiosas, arroja luz sobre la forma en que Dios puede llevarnos más allá de los límites de nuestra autocomprensión en el encuentro con otros.

42. Pueden pues extraerse consecuencias de estos ejemplos, y de las ricas experiencias de la vida cotidiana, para la idea de la hospitalidad mutua entre pueblos de diferentes tradiciones religiosas. Desde la perspectiva cristiana, esto tiene mucho que ver con nuestro ministerio de la reconciliación. Presupone tanto nuestro testimonio ante el ‘otro' sobre Dios en Cristo como nuestra apertura a dejar que Dios nos hable a través del ‘otro'. La misión así entendida no deja espacio al triunfalismo; contribuye a apartar las causas de la animosidad religiosa y y la violencia que a menudo la acompaña. La hospitalidad requiere que los cristianos aceptemos a otros como creados a imagen de Dios, sabiendo que Dios puede hablarnos por medio de otros para enseñarnos y transformarnos, igual que Dios puede usarnos para transformar a otros.

43. Los relatos bíblicos y las experiencias del ministerio ecuménico muestran que en el corazón del auténtico testimonio cristiano hay mucha transformación mutua. La apertura al ‘otro' puede cambiar al ‘otro,' como puede cambiarnos a nosotros. Puede dar a los otros nuevas perspectivas sobre el cristianismo y el evangelio; puede también permitirles comprender su propia fe desde nuevas perspectivas. Tal apertura, y la transformación que de ella brota, puede a su vez enriquecer nuestras vidas de manera sorprendente.

VI. La salvación pertenece a Dios

44. Las tradiciones religiosas de la humanidad, en su gran diversidad, son "caminos" o "peregrinaciones" hacia la plenitud humana en búsqueda de la verdad sobre nuestra existencia. Incluso aunque podamos ser "extranjeros" unos para otros, hay momentos en que nuestros caminos se cruzan con ese llamamiento a la "hospitalidad religiosa". Tanto nuestras actuales experiencias personales, como otros momentos de la historia del pasado, dan testimonio de que esa hospitalidad es posible y se realiza de formas sencillas.

45. La concesión de esa hospitalidad depende de una teología que sea acogedora para el "otro". Nuestras reflexiones sobre la naturaleza del testimonio bíblico de Dios, de lo que creemos que Dios ha realizado en Cristo y de la acción del Espíritu, demuestran que en el núcleo mismo de la fe cristiana hay una actitud de hospitalidad que abarca al "otro" en su alteridad. Éste es el espíritu que debe inspirar la teología de las religiones en un mundo que necesita sanación y reconciliación. Y es éste el espíritu que puede hacer brotar también nuestra solidaridad para con todos aquellos que, independientemente de sus creencias religiosas, han sido expulsados a los márgenes de la sociedad.

46. Tenemos que reconocer que las limitaciones humanas y las limitaciones del lenguaje hacen que resulte imposible que cualquier comunidad haya agotado el misterio de la salvación que Dios ofrece a la humanidad. Todas nuestras reflexiones teológicas están limitadas, en último término, por nuestra propia experiencia y no podemos pretender abarcar todo el ámbito de la obra de Dios para reparar el mundo.

47. Esta humildad nos permite decir que la salvación pertenece a Dios, solamente a Dios. Nosotros no poseemos la salvación; participamos en ella. Nosotros no ofrecemos salvación; damos testimonio de ella. Nosotros no decidimos quién se salvará; lo dejamos en manos de la providencia de Dios. Para nosotros, nuestra propia salvación es una "hospitalidad" duradera que Dios nos ha concedido. Es Dios el hospedante de la salvación. Con todo, en la visión escatológica del nuevo cielo y la nueva tierra, tenemos también el símbolo poderoso de Dios que se hace tanto "hospedante" como "huésped" entre nosotros: "El tabernáculo de Dios está ahora con los hombres, él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su Dios" (Apocalipsis. 21: 3).
Marzo de 2005

1 Para la conferencia mundial sobre misión de 1989, véase F.R.Wilson, ed., The San Antonio Report, Geneva, CMI, 1990, en particular las páginas 31-33. Para la consulta de 1990 celebrada en Baar, Suiza, véase el Nº 19 de enero de 1991de la revista Current Dialogue páginas 47-51.