Lisa Yablonsky

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¿Qué es y qué hace el Consejo Mundial de Iglesias (CMI)? Bien, cada año el CMI invita a un grupo de jóvenes pasantes a descubrirlo. Los integrantes del grupo de este año, seis en total, han venido de los cuatro rincones del globo para aprender sobre ecumenismo, aportando nuevas voces y perspectivas a las actividades del Consejo.

Desde su fundación en 1948, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha sido un punto de encuentro para el movimiento ecuménico, reuniendo a cristianos de diferentes comuniones y de todas las regiones del mundo; cristianos con diferentes tradiciones, culturas, interpretaciones y maneras de entender a Cristo. Esto representa 56 años de debates y decisiones, 56 años identificando problemas e implementando soluciones y, lo que es más importante, 56 años de dirigentes ecuménicos que han influido sobre las siguientes generaciones de cristianos.

¿Dónde están las voces de esas generaciones, las voces de la juventud cristiana? A decir verdad, casi un siglo antes de que el CMI fuese formalmente constituido como órgano ecuménico, ellas resonaban ya en la Alianza Mundial de Asociaciones Cristianas de Jóvenes y la Asociación Cristiana Femenina Mundial (YMCA/YWCA), formadas en 1844 y 1855. Estas organizaciones, a las que pronto siguieron los Movimientos Estudiantiles Cristianos fundados en varios países, así como la cohesiva Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos, siguen participando hoy en el diálogo ecuménico.

La voz de la juventud cristiana sigue escuchándose en el movimiento ecuménico no sólo a través de las organizaciones ecuménicas juveniles, sino también a través del propio CMI. Cada año, una nueva promoción de jóvenes pasantes trae nuevas perspectivas a la labor del Consejo, al mismo tiempo que contribuye a una nueva comprensión del mismo y de su papel en el movimiento ecuménico.

"Se hace un trabajo concreto", observa Katherine Pastukhova (Iglesia Ortodoxa Rusa), de 28 años, oriunda de Belarús, quien colabora en el estudio del CMI sobre Eclesiología y Bautismo. Para ella el Consejo es "un organismo vivo del que brota un impulso positivo de ecumenismo y unidad". Katherine reconoce que sus propias ideas ecuménicas no siempre han sido bien recibidas, pero a medida que avanza en el estudio de la vida de la iglesia descubre que el ecumenismo es más relevante y necesario que nunca.

Pero el papel de Katherine en el CMI no se limita a tareas concretas. Como integrante de la tercera promoción de pasantes que participan en este proceso de formación ecuménica, Katherine está en condiciones de dar a conocer su experiencia y su perspectiva, contribuyendo a dar forma a un componente juvenil en constante evolución.

"El Consejo se enriquece considerablemente al disponer de personas jóvenes con conocimientos ecuménicos y experiencia en las iglesias, con las que podemos contar para seguir impulsando el ecumenismo y que pueden aportar contribuciones sustanciales", dice el Rev. Freddy Knutsen, encargado del programa de pasantías del CMI.

Marlone Zakeyo (Iglesia de la Provincia de África Central), de 23 años, oriundo de Zimbabwe, desarrolla su pasantía en el área de Asuntos Internacionales y aspira a ser una de esas personas. Confía en llegar a "estar mejor equipado para tratar cuestiones de derechos humanos con otros cristianos en Zimbabwe".

Marlone, quien ha terminado recientemente sus estudios de licenciatura en Derecho, ha estado participando activamente en movimientos políticos en una época en que su país experimenta crecientes tensiones económicas y una alta inflación. Apoyándose en su experiencia ecuménica de primera mano, cuestiona la política interna de su gobierno y su manera de tratar al activismo pro derechos humanos en su país. "Para mí –dice– el énfasis en el servicio, los derechos humanos y la justicia económica es uno de los aspectos más esenciales de la labor del CMI".

También en otras regiones hay que trabajar por los derechos humanos. "Las iglesias no están respondiendo a los problemas de los dalits", dice Mrinal Lankapalli (Iglesia Evangélica Luterana de Andhra), un dalit indio de 26 años que realiza su pasantía en el programa del CMI para los dalits. Esta casta, antes llamada de los "intocables" según el ahora ilegal sistema de castas indio, sigue siendo discriminada tanto en los ámbitos públicos como en los privados.

Mrinal, que posee una licenciatura en Derecho y otra en Trabajo Social, interviene activamente en los movimientos dalit y cristiano en su país, y actualmente prosigue su trabajo por medio del CMI. Para él, el programa de pasantías es una oportunidad para observar el ecumenismo más de cerca al mismo tiempo que contribuye a la relación entre el Consejo, los dalits y las iglesias. Mediante esta pasantía y sus estudios de ecumenismo en el Consejo, espera adquirir "una rica experiencia" para poner servicio de su país y de su causa.

"Los pasantes nos interpelan como organización y nos hacen ver las cosas desde una nueva perspectiva", dice Knutsen, recalcando la importancia de las realidades ecuménicas que los jóvenes aportan al Consejo. Pero su contribución al movimiento ecuménico no es sólo lo que aportan al CMI, sino también lo que llevan consigo al regresar a sus respectivos países.

Antes de venir al CMI, Rachel Medema (Iglesia Reformada de América), joven estadounidense de 24 años, estudió los problemas del desarrollo latinoamericano en Guatemala y Honduras. Su trabajo en el Consejo en cuestiones de servicio y justicia en los países en desarrollo no consiste meramente en aplicar sus conocimientos anteriores, sino que le ha abierto una nueva dimensión para estudios ulteriores. "Estoy empezando a pensar en estudios superiores de teología, en relación específica con la ética social –dice–, y esto constituye una introducción excelente."

Rachel no es la única que tiene planes ecuménicos y académicos. "El ecumenismo da una perspectiva más amplia a mis estudios teológicos", afirma Eva Osterlind (Iglesia Evangélica Luterana de Dinamarca), danesa de 25 años. Tras su período de pasante en la secretaría general del Consejo, reanudará sus estudios para ser pastora en su iglesia. "La experiencia práctica y el conocimiento de lo que ocurre en el mundo real son tan importantes o más que el saber teórico", agrega.

Como pasante yo misma, comparto la opinión de Eva. Desde que llegamos en septiembre del año pasado he aprendido mucho, he contribuido en algo, y he empezado a buscar una mejor orientación para mi propio futuro académico, así como para mi papel como cristiana ecuménica. Tengo 22 años, soy estadounidense y miembro de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos. Para mí, el Consejo es una encrucijada: un lugar para enseñar y para aprender, un lugar para escuchar y para ser escuchada.

Para Katherine, Marlone, Mrinal, Rachel, Eva y para mí misma, el CMI representa más de 56 años de debates y decisiones, problemas y soluciones; es un lugar que facilita el servicio y la justicia, y en el que los cristianos pueden reunirse para aprender, escuchar y compartir nuevas ideas. Son también 56 años de jóvenes cristianos ecuménicos desafiando cada idea y presentando las suyas propias. Después de todo, sin los jóvenes, ¿donde estarán el CMI y el movimiento ecuménico dentro de otros 56 años?

Lisa Yablonsky, de 22 años, oriunda de los Estados Unidos, es pasante en la oficina de prensa del CMI. Estudia literatura comparada y actualmente ejercita sus habilidades comunicacionales al servicio de la causa ecuménica.

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