Por Sara Speicher (*)

La hermana Pina Sandu dice que, en su monasterio ortodoxo de las montañas de Rumania, practican una "espiritualidad turística". Por medio de un instrumento instalado en todo el monasterio, "quieran o no", los turistas "oyen las campanas, escuchan los servicios tres veces al día … oyen, sienten, saben que algo está ocurriendo". Como consecuencia de ello, la curiosidad les lleva al patio y a la iglesia – "pasos pequeños, pero seguros, hacia algo hermoso".

La hermana Pina y otras cinco hermanas –pertenecientes cada dos de ellas a una orden de confesión ortodoxa, católica romana y protestante – proporcionan un testimonio igualmente sutil, pero radical, tanto a los estudiantes como a los visitantes, en el Instituto Ecuménico de Bossey, en las afueras de Ginebra, Suiza.

Las hermanas viven en comunidad, coordinan la vida de culto y oración en el Instituto Ecuménico, participan en las clases e incorporan un sentido de "espiritualidad ecuménica" en la vida diaria.

Su sola presencia, con sus llamativos hábitos, resulta notable para todas las personas que utilizan el Instituto para reuniones y otros actos. Los visitantes pueden pertenecer a una amplia gama de organizaciones, desde grupos eclesiales y de desarrollo hasta organizaciones laicas como Rolex o la empresa de la televisión regional Suiza, y a todos ellos se les invita a participar en la vida de oración en el Instituto.

Pero su principal función durante su año en Bossey es la de ofrecer ayuda pastoral a los estudiantes. El Rev. Emmanuel Twahirwa, alumno graduado perteneciente a la Iglesia Anglicana de Rwanda, aprecia su labor de facilitación del culto.

"Cuando llegas, te encuentras perdido en el estudio académico, y es posible que olvides tu vida espiritual", afirma. "Tenemos que equilibrar ambas cosas".

Pero aprecia aún más su presencia: "Hermanas de diferentes denominaciones que viven en comunidad; es importante para nosotros aprender de ellas".

El aliviar las tensiones que se generan en las aulas de clase es una de las formas en que las hermanas configuran las relaciones ecuménicas. La hermana Pina describe cómo, después de acaloradas discusiones, salen de las aulas y van a comer a la cocina, donde las hermanas sonríen y charlan.

"Es una forma muy delicada de saber cuál es el límite entre la discusión académica y la relación o amistad espiritual", subraya. "Había oído hablar sobre los católicos, los ortodoxos y los protestantes. Pero es totalmente diferente cuando me encuentro con un católico o un protestante…. La persona me hace amar lo que la persona hace".

Las hermanas mismas no sabían con seguridad cómo iba a resultar su vida en común. La hermana Sperancia Mulashani Thadeo, de la Iglesia Evangélica Luterana de Tanzania, destacó que se había encontrado ya con otras hermanas católicas romanas, pero "no podía imaginarse" cómo resultaría el vivir con ellas". “Pensaba que quizás estarían en otras partes", reconoce con arrepentimiento.

La realidad que encontró fue que es posible vivir juntas y que "los momentos más felices son cuando compartimos experiencias de nuestra vida, lo que estamos haciendo y nuestra vida espiritual".

"Para nosotras", dice Ivy Athipozhiyil, hermana dominica de la India, "la espiritualidad ecuménica es vivir juntas. Compartimos todo riendo. Esto es lo que ofrecemos, sin saberlo, a otras personas, como los estudiantes. Para ellos es un signo".

Su testimonio tangible lo captan no sólo los estudiantes. La hermana Ivy recuerda lo que oyó decir a un miembro del Grupo de Trabajo Mixto entre la Iglesia Católica Romana y el Consejo Mundial de Iglesias, que participó en una reunión en Bossey. "Un obispo nos vio pasear juntas y dijo [a otro participante], ‘nosotros hablamos, hablamos, hablamos, pero aquí, vemos’"

"Lo que he comprobado es que, cuando hablamos sobre la unidad, esto no significa cambiar la fe de alguien", afirma la diaconisa Agnes Simbo Lema, de la Iglesia Evangélica Luterana de Tanzania. "Significa sentarnos juntas, compartir, amarnos unas a otras y aceptarnos unas a otras".

María Elena Romero Molina, hermana Dominica Misionera de Guatemala, lo dice de la forma más sencilla: "El ecumenismo no es un concepto, es una forma de vida".

La hermana Pina reflexiona: "El lema del movimiento vida y acción era entonces que la doctrina divide y el servicio une". Ahora, afirma ella, "yo podría decir que la doctrina divide y la espiritualidad une".

(*) Sara Speicher es una escritora independiente y antigua coordinadora del Equipo de Información Pública del Consejo Mundial de Iglesias.

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