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“Ciertamente, esta agresión armada ilegal contra el pueblo y el Estado soberano de Ucrania por parte de un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU ha desafiado y socavado las bases fundamentales del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos —y de la propia Carta de la ONU—”, reza el mensaje. “El Consejo Mundial de Iglesias denuncia la invasión en curso y todas sus trágicas e indefendibles consecuencias”.
El mensaje también destaca que no puede haber justificación política, moral o religiosa legítima para semejante destrucción masiva de vidas, medios de subsistencia y comunidades. “Rechazamos especialmente cualquier uso indebido de la teología y de la autoridad religiosa para intentar justificarla”, afirma el mensaje. “Nuestro Dios es un Dios de paz, no de guerra; de amor, no de odio; de reconciliación y unidad, no de enfrentamiento y división”.
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Pie de foto: “Mundo, ayúdanos", reza un cartel en el exterior del Monasterio de San Miguel de las Cúpulas Doradas, en el centro de Kiev.
LWF/Albin Hillert
Tanto en este contexto como en cualquier otro, los cristianos están llamados a ser pacificadores, prosigue el mensaje.
“En este sombrío aniversario, oramos para que, incluso después de tanta y brutal violencia, la paz pueda volver a brotar para el pueblo de Ucrania y de la región; que quienes están en duelo reciban consuelo, que los heridos sean sanados, que las comunidades destruidas sean restauradas, que la integridad territorial de Ucrania y las fronteras reconocidas internacionalmente sean respetadas, y que aquellas personas cuyas acciones desataron este desastre sobre Ucrania y sobre el mundo finalmente rindan cuentas”, concluye el mensaje. “El CMI insta al cese de la guerra, al restablecimiento de la paz y del derecho internacional, y a la construcción de comunidades humanas, no solo en Ucrania sino en todos los lugares del mundo donde hay violencia, conflicto y lucha".