Por Samuel Kobia (*)

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La primera Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) del siglo XXI "marcará el comienzo de una nueva etapa en la búsqueda de la unidad de los cristianos", sostiene el secretario general del CMI, Rev. Dr. Samuel Kobia, en el siguiente artículo, donde reflexiona sobre sus expectativas en relación con la IX Asamblea del Consejo, que se llevará a cabo en Porto Alegre del 14 al 23 de febrero.

Las asambleas del CMI han marcado hitos en la vida del movimiento ecuménico durante casi 60 años, congregando a un singular y amplio espectro de cristianos e iglesias. Espero que esta Asamblea, que es la primera del siglo XXI, marque el comienzo de una nueva etapa en la búsqueda de la unidad de los cristianos, y se caracterice por su visión de una nueva cultura y nuevas formas para el movimiento ecuménico moderno.

Un contexto global cambiante

La IX Asamblea se celebrará en un contexto de intensos cambios en la sociedad y en las iglesias, en un momento de injusticia, pobreza y desesperación generalizadas. Nuestro mundo necesita una transformación profunda. Los inmensos desafíos que enfrenta la humanidad en este momento exigen discernir cuidadosamente los "signos de los tiempos", y considerar el movimiento ecuménico con una visión esperanzada y valiente.

Vivimos en una era marcada por el poder de la destrucción y el descrédito de la dignidad humana. La globalización económica y cultural, las nuevas formas de militarismo y dominación, y la destrucción ecológica rara vez han sido tan evidentes. Los modelos político-económicos internacionales dominantes no han logrado frenar la oleada de injusticia y desigualdad.

El contexto religioso también está evolucionando, y la identidad religiosa ha retornado a la esfera pública de diversas maneras. En el siglo XX dominaba la "política de la ideología", mientras que en el siglo XXI la "política de la identidad" surge como uno de sus rasgos característicos. Por lo tanto, en todas partes los cristianos enfrentan el desafío de analizar su identidad en el contexto de una nueva pluralidad religiosa.

Una agenda ecuménica renovada

El tema de la Asamblea "Dios, en tu gracia, transforma el mundo" llama tanto a la oración como a la esperanza. Nos recuerda que Dios, en Cristo, ha ofrecido reconciliación y nueva vida a la humanidad y a la creación toda. Creo que la Asamblea, inspirada por nuestra fe en común, puede impulsar una agenda ecuménica renovada para el siglo XXI.

Estamos emergiendo de un siglo que experimentó una violencia sin precedentes en la historia, que distorsionó la humanidad tanto de los victimarios como de las víctimas. La Asamblea se reunirá mientras continúa el conflicto en Irak, y los Estados Unidos y otros países prosiguen la guerra contra el terror. También marcará la culminación de los primeros cinco años del Decenio para Superar la Violencia, lanzado por el CMI en el año 2001 como una forma de movilizar los esfuerzos y recursos de las iglesias en pos de la paz. La pregunta para las iglesias es: ¿Cómo podemos fomentar juntos una cultura de la paz, buscando restaurar la auténtica naturaleza de nuestra humanidad, en un contexto donde la violencia se ha convertido en un factor predominante?

Desde la VIII Asamblea celebrada en Harare, Zimbabwe en 1998, el CMI y el movimiento ecuménico han acompañado a África con compromiso y solidaridad. No obstante, mientras nos reunimos, una vez más el hambre asola a regiones enteras del continente. La situación de África nos desafía a repensar qué se requiere para sacar al continente de la pobreza. Es evidente que la ayuda por sí sola, no importa cuán masiva sea, no es la respuesta, y que la fortaleza moral de los africanos debe ser el foco de una solución permanente.

Por supuesto, hay otros temas críticos que las iglesias no pueden evitar abordar en la Asamblea, incluso algunos de índole social y ética. Desde la Asamblea de Harare, el CMI ha ofrecido una plataforma para que las iglesias debatan algunas importantes diferencias de manera responsable, con resultados satisfactorios. El Consejo debe continuar haciendo posible que las iglesias confronten sus diferencias en un marco del diálogo, y redescubran una voz en común cada vez que sea posible.

Hay dos aspectos en los que me gustaría poner mayor atención en el futuro. Durante la Asamblea, espero que la presencia y la participación de la juventud sean visibles y sustanciales, y que sus aspiraciones e intereses se escuchen mucho más allá del evento. En segundo lugar, estoy convencido de que el movimiento ecuménico tendrá que tomar la espiritualidad mucho más seriamente a fin de sustentar y robustecer más intensamente nuestra experiencia ecuménica conjunta.

Una nueva cultura y nuevas formas

El CMI es, antes que nada, una comunidad fraternal de iglesias. En los últimos años, hemos manifestado insistentemente nuestro deseo de profundizar y extender esta comunidad. Es mi esperanza que la Asamblea sea un momento propicio para escuchar a las iglesias, para que las iglesias busquen formas de trabajar en conjunto a fin de fortalecer el sentido de pertenencia y de participación en su propia comunidad fraternal.

La Comisión Especial sobre Participación Ortodoxa en el CMI, que fue creada por la última Asamblea, ha abierto el camino a importantes cambios tanto en el ethos como en la cultura de la institución, los cuales influirán en nuestro trabajo y en nuestra vida en común. Estoy convencido de que la adopción de un modelo de consenso para la toma de decisiones nos ayudará enormemente a profundizar el sentido de comunidad y a tratar cuestiones difíciles con discernimiento.

Durante algún tiempo, el CMI ha considerado la proliferación de las estructuras ecuménicas en todos los niveles, y ha quedado claro que dicha multiplicación de organismos no es sostenible ni desde el punto de vista financiero ni en cuanto a la disponibilidad de líderes de iglesias. Veo con entusiasmo que desarrollemos un nuevo enfoque del ecumenismo en el siglo XXI, y que comencemos a tener en cuenta nuevas formas y configuraciones.

Reorientación de prioridades dentro del CMI

La misión central del CMI continúa siendo promover la unidad de los cristianos en forma visible, pero es posible que en el período posterior a la Asamblea surjan nuevas formas de trabajo. Cuando evaluamos nuestro programa de trabajo durante el último período, quedó claro que el CMI debería hacer menos y hacerlo bien.

El movimiento ecuménico moderno emergió de una serie de corrientes históricas - Fe y Constitución, Vida y Trabajo, el movimiento misionero - así como también de los esfuerzos dinámicos de los movimientos de jóvenes. A comienzos del siglo XXI, es cada vez más evidente que el movimiento ecuménico ha alcanzado un importante punto de transición, y que pueden necesitarse nuevas categorías de actividad.

Por consiguiente, espero que el Consejo se aboque menos a las actividades programáticas, para dedicarse profundamente a áreas estratégicas. También deberíamos encontrar nuevas formas de relación y comunicación con nuestras iglesias miembros y socios ecuménicos, avanzando hacia una manera más integrada, interactiva y dinámica de trabajar con ellos.

En áreas tales como el servicio y la defensa de derechos, que son vitales para la misión y la existencia de las iglesias, será necesario reorganizar nuestro trabajo para adaptarlo a nuevas oportunidades, y vincular nuestra reflexión y acción más estrechamente sobre temas tales como economía, ecología y desarrollo sustentable apropiados.

El esfuerzo por parte de las iglesias para sustentar una cultura de paz, equipándose para convertirse en comunidades morales y para rechazar lo intolerable, seguirá siendo el objetivo central del trabajo del CMI. La tensión permanente entre diferentes tradiciones religiosas apunta a la necesidad de ahondar en las relaciones con aquellos que profesan otra fe, pasando del diálogo a la colaboración activa en áreas donde se comparten las mismas inquietudes.

En todas las áreas, necesitamos encontrar nuevas formas de facilitar la participación de la juventud, y enfoques creativos para la formación ecuménica y la capacitación en liderazgo, de modo que los jóvenes se conviertan en los actores centrales del CMI, ahora y en el futuro.

Signos de esperanza

Encontrarnos en Latinoamérica significa estar en un contexto donde muchas de las preocupaciones y desafíos que he mencionado son asuntos de la vida y supervivencia cotidianas. El testimonio de las iglesias latinoamericanas en medio de una extrema injusticia y el impacto de la globalización ofrecen un modelo de resistencia y esperanza proféticas, que nos inspira a todos.

No deberíamos subestimar las dificultades que enfrentamos, ni el potencial real de las iglesias en conjunto para contribuir a la transformación del mundo. Con fe común y esperanza renovada, es posible obtener muchos logros. Que esta Asamblea pueda una vez más "establecer signos" de un testimonio cristiano común y visible, para un mundo transformado.

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(*) El pastor Dr. Samuel Kobia es ministro ordenado en la Iglesia Metodista de Kenia. Asumió el cargo de secretario general del CMI en enero de 2004, habiendo previamente ocupado diversos puestos en el CMI desde 1978, más recientemente como representante especial para África, y como director de la unidad "Asuntos y temas". En 1984 regresó a Kenia, prestando servicios como secretario general del Consejo Nacional de Iglesias de Kenia desde 1987 hasta 1993.

[Texto para recuadro]

Novena Asamblea del CMI: Orando por un mundo transformado

La novena Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) tendrá lugar en Porto Alegre, Brasil, del 14 al 23 de febrero de 2006. Su tema es una oración: "Dios, en tu gracia, transforma el mundo".

Siendo la primera asamblea del Consejo en el siglo XXI, reunirá cerca de tres mil líderes eclesiásticos y representantes ecuménicos de casi todas las tradiciones cristianas y de todas partes del mundo. Como tal, será una de las reuniones mundiales más amplias de su tipo.

Las asambleas del CMI con frecuencia constituyen un momento decisivo en la vida del Consejo, y se espera que también ésta deje su marca en la historia ecuménica. Las deliberaciones se centrarán en asuntos tales como el futuro del movimiento ecuménico, el compromiso de las iglesias con la justicia económica así como también su testimonio para superar la violencia, y los desafíos enfrentados en medio de la pluralidad religiosa.

En Porto Alegre, los miembros de la familia ecuménica podrán encontrarse en torno a la asamblea en un Mutirão, palabra portuguesa que significa reunirse con un propósito en común. Integrada por talleres, exposiciones y celebraciones culturales, esta parte del programa de la asamblea ofrecerá a los miembros del movimiento ecuménico más amplio la oportunidad de encontrarse, reflexionar y celebrar juntos.

Esta es la primera asamblea del CMI que tendrá lugar en Latinoamérica. El Consejo Nacional de Iglesias Cristianas del Brasil (CONIC) será su anfitrión en nombre de todas las iglesias de la región. Del 11 al 13 de febrero se llevarán a cabo eventos previos a la asamblea para jóvenes y mujeres.

Sitio web de la asamblea: www.wcc-assembly.info

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