Image
A group photo of people at the Kaduna interfaith centre

Participantes en un curso de formación en el Centro Internacional para la Paz y la Armonía Interreligiosas en Kaduna (Nigeria).

Fotografía:

Mallam Ibrahim Garba, codirector del centro y responsable de las relaciones de colaboración, dijo que los nigerianos quieren la paz y la valoran. “Las relaciones positivas que se han creado a raíz de las muchas vidas que se han visto transformadas por nuestras formaciones me dan esperanza”, afirmó.



Asimismo, Garba reflexionó sobre la importancia de comprender lo que significa “interfaith” (interreligiosas) en el nombre del centro (en inglés, International Centre for Interfaith Peace and Harmony). “Algunas personas lo interpretan, erróneamente, como una nueva religión”, indicó. “Sin duda, yo no lo entiendo así y a quienes lo ven de esta manera les diría que entonces hemos fracasado desde el principio”.



Para él, hace referencia al hecho de reunir a seguidores de diversas creencias religiosas para trabajar juntos a fin de garantizar la coexistencia pacífica y el respeto de las creencias ajenas. “Tal como se recoge en ambas escrituras, la Biblia y el Corán, haciendo mayor hincapié en lo que nos une en vez de en lo que causa divisiones entre nosotros”.



En el centro, cada persona puede practicar su propia religión, añadió Garba. “Vernos unos a otros, en primer lugar, como seres humanos en vez de cristianos o musulmanes, este es el postulado del que partimos”.



El secretario general en funciones del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, felicitó al centro por su quinto aniversario, recordando cuando en 2012 el CMI y el Instituto Real Aal Al-Bayt para el Pensamiento Islámico (RABIIT) encabezaron una delegación cristiano-musulmana que visitó Nigeria con la intención de buscar un enfoque a la cooperación entre cristianos y musulmanes en aras de la justicia y la paz en un contexto de gran escalada de la violencia intercomunitaria. 



“Partiendo de un plan original que consistía en el seguimiento de las relaciones interreligiosas, el ámbito de la labor del centro se ha ampliado para integrar a las futuras generaciones en la promoción del movimiento hacia la reconciliación y la paz en el contexto local”, afirmó Sauca. “Estos embajadores de la paz son una fuente de esperanza e inspiración en un mundo que necesita desesperadamente una comunicación honesta”.



El centro también ha convocado y acogido a grupos de líderes religiosos musulmanes y cristianos, incluido el Grupo de referencia de la peregrinación de justicia y paz en 2017. A medida que la confianza y la comunicación han ido aumentando, los dirigentes religiosos han podido abordar juntos cuestiones como la celebración de elecciones creíbles y la labor humanitaria entre personas desplazadas. 



“El trabajo cuidadoso y creativo del centro en el ámbito de la construcción de la paz se ha convertido, en muchos sentidos, en un modelo para el mundo”, dijo Sauca. 

“El centro cambió mi vida”

Tras participar en un programa de construcción de la paz entre jóvenes cristianos y musulmanes, Esther Nuhu Samuel experimentó un cambio positivo en su propia identidad. 



“Estimuló mi capacidad para promover la paz y la convivencia pacífica entre cristianos y musulmanes, haciendo de mí una embajadora de la paz y situándome en la vanguardia de la paz en mi comunidad y la sociedad en general”, indicó Nuhu, una habitante de Kaduna. 



Hace cinco años, nigerianos cristianos y musulmanes se reunieron el 19 de agosto para inaugurar el centro de Kaduna, donde más de 20 000 personas han muerto en diversos conflictos ocurridos a lo largo de las últimas tres décadas. En medio de un creciente número de iniciativas interreligiosas en Nigeria, el nuevo centro se plantea un único objetivo: documentar sistemáticamente las relaciones interreligiosas para fundamentar la formulación de políticas nacionales e internacionales.



Mohammed Yusuf Ahmed tuvo su primer contacto con el centro a través de las redes sociales. Luego, lo visitó en persona. 



“El centro no solo cambió mi vida, sino incluso mi percepción sobre la coexistencia multirreligiosa y las relaciones cristiano-musulmanas, porque soy de una comunidad en la que musulmanes y cristianos han vivido juntos durante décadas, pero divididos a causa de múltiples crisis”, explicó Ahmed. “Gracias a los talleres y cursos de capacitación en los que participé en el centro, hago todo lo posible por intervenir en las crisis, y mediante el diálogo intentamos reducir la tensión entre los cristianos y los musulmanes. Ahora interactuamos unos con otros sin miedo”.



Dos importantes organizaciones nigerianas, el Consejo Cristiano de Nigeria y Jama'atu Nasril Islam, lideraron el trabajo para abrir el centro, que fue precedido en 2014 por un foro de consulta celebrado en Abuja que atrajo a unos 40 líderes musulmanes y cristianos.



Los líderes locales contaron con el apoyo de asociados internacionales, como el CMI y el Instituto Real Aal Al-Bayt para el Pensamiento Islámico. La ininterrumpida labor interreligiosa de ambas organizaciones ha dado lugar a resultados en la vida real de personas como Maryam Baba Mohammed, enfermera y fundadora de la iniciativa “Women in Leadership Initiative”, que participó en los talleres y cursos del centro.



“Como mentora y asesora, me ha ayudado a colmar muchas lagunas a la hora de formar a personas de diversas religiones”, indicó Mohammed. “Predico el amor, la tolerancia y la unidad. Como fundadora de una organización de mujeres, también hemos realizado programas sobre la participación de las mujeres en la paz y la resolución de conflictos”. 



El CMI ha seguido colaborando con el Instituto Real Aal Al-Bayt para el Pensamiento Islámico en la búsqueda de asociados a fin de que el centro de recopilación y archivo de información imparcial siga creciendo, tanto de manera virtual como sobre el terreno en Nigeria. En un día típico, las personas que acuden al centro comparten historias que permiten sus voces sean oídas y asisten en la recopilación de datos precisos sobre los incidentes de violencia. 



Durante los últimos cinco años, el centro ha ayudado a crear un registro preciso, imparcial e indeleble de las injusticias, la violencia y las atrocidades que puede servir no solo como un elemento de disuasión, sino también como un punto de partida honesto para buscar soluciones futuras.