Por Alexander Belopopsky (*)

La pastora Dra. Bernice Powell Jackson es ministra ordenada de la Iglesia Unida de Cristo en los Estados Unidos. Miembro desde 1998 del comité central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), ha trabajado durante más de treinta años en cuestiones de derechos civiles, derechos humanos y justicia. En febrero de 2006 la IX Asamblea del CMI la eligió como una de los ocho presidentes del Consejo. En esta entrevista, habla sobre su vida al servicio de la justicia, sus fuentes de inspiración espiritual y algunos de los desafíos que enfrentan las iglesias en el movimiento ecuménico.

¿Cómo llegó usted al movimiento ecuménico y cuál fue su primer contacto con el CMI?

Mi relación con el movimiento ecuménico data de los primeros años setenta. Primero en el plano local, con el Consejo de Iglesias de la Ciudad de Nueva York, y después con el Consejo Nacional de Iglesias de Cristo en los Estados Unidos (NCCCUSA). Mi difunto primer marido, Robert Powell, fue secretario para África de este último, y antes de su fallecimiento en 1981 conocí a muchos líderes ecuménicos africanos de esa época.

Mi primer contacto con el CMI fue con su oficina estadounidense en la época en que Joan Brown Campbell estaba a cargo de ésta. Formé parte después de la mesa de la Conferencia estadounidense de iglesias miembros del CMI y fui a la Asamblea de Harare en 1998, donde fui elegida miembro del comité central.

Díganos algo sobre su vida y su entrega a la iglesia. ¿Cuáles han sido sus guías espirituales y sus fuentes de inspiración?

He sido ordenada al ministerio en la Iglesia Unida de Cristo recién el año pasado, después de trabajar muchos años como miembro de su personal nacional. Siempre estuve involucrada en el trabajo de justicia de la iglesia, pero he desempeñado también puestos administrativos y progresivamente me he sentido llamada a funciones pastorales. A fines de 2005 dejé de pertenecer al personal nacional y desde entonces he hecho trabajos de consultoría, además de predicar y escribir. En estos momentos ejerzo un ministerio pastoral y de animación en una congregación de mi iglesia en Nueva Orleans que no tiene pastor y que trata de rehacerse tras el huracán.

Una de mis fuentes de inspiración espiritual durante muchos años ha sido el arzobispo Desmond Tutu, a quien conozco desde hace 30 años y con el que he trabajado en los años ochenta, estableciendo un fondo de becas para estudiantes sudafricanos refugiados. La fuerza de su trabajo por la justicia, la reconciliación y la sanación continúa inspirándome.

Tengo también dos guías espirituales a quienes no conocí personalmente. Una es Harriet Tubman, una esclava que en el siglo XIX llevó a la libertad a 300 esclavos en los Estados Unidos; ella no esperó a que alguien le dijera lo que debía hacer, sino que simplemente lo hizo. El otro es Howard Thurman, un gran teólogo y predicador del siglo XX, que ejerció una gran influencia sobre el Dr. Martin Luther King, Jr.

¿Cómo ve la situación actual del movimiento ecuménico mundial?

Creo que el movimiento ecuménico se encuentra al mismo tiempo ante grandes desafíos y grandes oportunidades. Los desafíos consisten en cómo despertar mayor interés entre el común de los fieles cristianos y lograr que se sientan parte de un movimiento ecuménico mundial. También consisten en cómo financiar el movimiento y cómo desarrollar nuevos vínculos de comunidad con las iglesias evangélicas, con nuestros hermanos y hermanas católicos y con los agencias eclesiales.

Las oportunidades son ofrecer nuevos modelos para trabajar en cuestiones críticas con nuestros hermanos y hermanas de otras religiones, en particular el trabajo por la paz y la justicia en este mundo desgarrado. Tengo grandes expectativas por la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz que el CMI proyecta para 2011. Tenemos una oportunidad de mostrar al mundo una visión alternativa: una visión del monte santo de Dios, una visión de abundancia para todos, no sólo para unos pocos, una visión de paz y de un mundo de justicia. Las oportunidades también incluyen encontrar nuevas maneras de captar a la juventud y a los adultos jóvenes para los trabajos y las decisiones del movimiento ecuménico y para ayudarlos a ver la importancia de su fe en el mundo de hoy.

¿Cómo ve usted su papel de presidenta del CMI por Norteamérica?

En cuanto a mi papel, lo veo básicamente como portavoz del CMI en América del Norte, en particular en temas prioritarios como el Decenio para Superar la Violencia. También lo veo en la ayuda a comunicar la labor del CMI a los miembros de las iglesias locales. La comunicación es cada vez más importante en el siglo XXI.

¿Cuál cree que es el papel específico de las iglesias estadounidenses en esta época?

En cuanto al papel de las iglesias estadounidenses, creo que seguimos llamadas a levantar nuestra voz por la justicia y la paz, en particular por el hecho de que nuestra nación es la superpotencia mundial. Por esta razón el comité estadounidense del Decenio para Superar la Violencia sigue trabajando con y para los jóvenes, a los que trata de hacer participar en este trabajo. También debemos trabajar sobre la globalización y la pobreza en el mundo.

Como presidenta del CMI, ¿qué mensaje desea transmitir a las iglesias miembros?

Mi mensaje a las iglesias miembros del CMI es el mensaje de Mardoqueo a Ester: "ésta es precisamente la hora" en que tenemos que trabajar en este mundo desgarrado. El mundo necesita desesperadamente una palabra de justicia y paz, un mensaje de reconciliación, esperanza y sanación, la buena nueva de Jesucristo. Tenemos mucho que aprender unos de otros y mucho que compartir con el mundo. ¡Es estimulante ser parte del CMI!

(*) Alexander Belopopsky es el coordinador del Equipo de Información Pública del CMI.

Información biográfica y una foto gratuita en alta resolución de Bernice Powell Jackson se encuentra en:

www.wcc-coe.org/wcc/press_corner/powelljackson-bio-s.html