El comercio debe servir a la gente, y ésta no debe ser sacrificada por razón del comercio. Esta es una de las afirmaciones centrales de la declaración del comité central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) sobre comercio justo, que pide a las iglesias "alentar a sus gobiernos para que continúen trabajando por un nuevo mecanismo de comercio multilateral, con nuevas reglas comerciales multilaterales justas y democráticas."

La declaración lamenta el colapso de la Ronda de negociaciones de Doha llevada a cabo por la Organización Mundial del Comercio (OMC). La Ronda de Doha se inició con una reunión ministerial en Doha, Qatar, en 2001, y fue seguida por encuentros ministeriales en Cancún, México (2003) y Hong Kong, China (2005). Las negociaciones procuraban bajar las tarifas comerciales alrededor del mundo y posibilitar el comercio libre entre los países.

La ruptura de las conversaciones ocurrió cuando las grandes potencias se mostraron incapaces de llegar a acuerdos respecto de la liberalización del comercio en productos agrícolas y manufacturados. Los subsidios a la agricultura y las tarifas han sido los principales obstáculos para llegar a un acuerdo, declaró Pascal Lamy, director general de la OMC.

Este fracaso de las conversaciones significa que los países ricos continuarán llevándose la parte del león en el comercio mundial, negando a los países en desarrollo un mejor acceso a sus mercados y facilitando que los Estados Unidos y la Unión Europea busquen acuerdos de comercio bilaterales para abrir los mercados de terceros países.

Los que se verán más afectados por el bilateralismo son los países en desarrollo más débiles, que no estarán en condiciones de ejercer ningún tipo de influencia y pueden, por tanto, ser explotados, subraya la declaración del CMI.

El hecho de que los países industrializados lograran imponer sus términos y condiciones a través de los mecanismos de la OMC, ha impedido que las naciones en desarrollo participen como iguales en el comercio internacional, destaca asimismo el documento.

El obispo Thomas F. Butler, de la Iglesia de Inglaterra -miembro del comité central desde 2003 y del comité de Asuntos Públicos del Consejo- comentó que la OMC debe cambiar para convertirse en una institución más democrática, quizás incluyendo también a organismos de la sociedad civil.

Los acuerdos y regulaciones comerciales tienen que ser construidos en torno al compromiso de "proteger y anteponer los intereses de los estados más pequeños, débiles y vulnerables; fomentar el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza, tal y como los define el propio pueblo; dar primacía al derecho de las personas a la alimentación y al agua, y a las necesidades indispensables de la vida, y proteger a los pequeños productores para que puedan sobrevivir y prosperar", señala la declaración.

También deben "acatar las normas y principios internacionales que garantizan los derechos humanos fundamentales; afianzar el respeto por la creación con principios ecológicos que salvaguarden los intereses de las generaciones futuras y la supervivencia de la tierra; y asegurar una distribución justa y equitativa de los recursos para todos".

La declaración concluye afirmando que la base teológica del compromiso de apoyar y promover el comercio justo es "la opción profunda de nuestra fe por los 'pequeños', los pobres y los excluidos".

Más información sobre el trabajo del CMI en temas de globalización económica y comercio

Más información sobre la Alianza ecuménica de acción mundial

Más información sobre la reunión del comité central del CMI