Durante su visita pastoral a Georgia y Rusia, del 3 al 7 de septiembre, una delegación del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) se vio enfrentada a la destrucción de las comunidades de etnia georgiana de Osetia del Sur, a las profundas heridas causadas a la sociedad local y a los daños ocasionados por la guerra en la capital. Estas conclusiones no han hecho más que destacar la urgencia de los problemas planteados con anterioridad por el Gobierno y las autoridades eclesiásticas durante la breve visita de la delegación a Moscú.

Aldeas totalmente destruidas, casa por casa, fue la primera visión que tuvo la delegación al llegar a Osetia del Sur por carretera desde Osetia del Norte. Barrios enteros arrasados, en su mayoría por tanques o por el fuego o incendiados tras su demolición. Los delegados también presenciaron saqueos e incendios premeditados así como vehículos llenos de personas que parecían ser milicias. El día de la visita hacía aproximadamente un mes que había terminado la Guerra.

Representantes de Osetia del Sur dijeron claramente a la delegación que el enclave compartido étnicamente nunca recuperaría la condición que tenía antes de la reciente guerra. "Buscamos entablar contactos con Georgia", dijo Alan Pliev, "pero nos enviaron el ejército". Los representantes censuraron abiertamente a los líderes de Georgia y a sus políticas para con el enclave. La campaña "Georgia para los georgianos" de comienzos de los años 1990 fue objeto de críticas especiales, así como lo fue en la mayoría de las reuniones allí y en Rusia.

Poco antes, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Grigory Karasin, había destacado la necesidad de paz entre los grupos étnicos "con objeto de que Osetia del Sur y Abjasia no se conviertan en Estados uniétnicos". Karasin dijo que los dirigentes de ambas regiones entienden la preocupación de Moscú, pero que el ataque de Georgia a Osetia del Sur ha sido un duro golpe para las relaciones interétnicas en la región.

Fotos de satélite muestran aldeas cerca de Tsjinvali, en su mayoría de etnia georgiana, que fueron completamente destruidas. La delegación planteó esta cuestión a Karasin quien respondió que su Gobierno tiene un equipo en La Haya encargado de estudiar los hechos presentados por el Gobierno de Georgia. El viceministro expresó que el ejército ruso había recibido estrictas órdenes de no continuar con los saqueos.

Kasarin dijo que "los refugiados tienen derecho a regresar. Pueden volver si lo desean". Y añadió que la comunidad internacional "tiene que crear las debidas condiciones para que puedan hacerlo". Dijo además que fue la actitud de Georgia la que provocó la acción militar rusa en Georgia.

También en Moscú, un representante de la iglesia rusa dijo a la delegación del CMI: "En esta crisis es fundamental el testimonio conjunto de la Iglesia Ortodoxa Rusa y la Iglesia Ortodoxa de Georgia". Margarita Nelyubova, una veterana del trabajo de ayuda de la iglesia en el Cáucaso, dijo: "No es posible para nosotros trabajar en Georgia debido a las restricciones políticas, pero queremos que se nos diga qué debemos hacer para poder prestar asistencia allí". Nelyubova es miembro del Comité Central del CMI.

La delegación, al igual que los organismos de ayuda, no pudieron entrar en Osetia del Sur desde Georgia, por lo que los delegados expresaron su preocupación a Karasin por el acceso de la ayuda humanitaria que prometió permitir Rusia en el acuerdo de alto el fuego.

En el itinerario preparado para la delegación en Osetia del Sur se incluían reuniones con dirigentes locales y visitas a zonas de la ciudad dañadas por la guerra y, en particular, a un hotel donde se encuentran 184 personas que han perdido sus hogares durante los enfrentamientos por el dominio de la ciudad que tuvieron lugar en agosto.

"Estamos aquí para mostrar la solidaridad de las iglesias de todo el mundo y para informar a nuestras iglesias de la situación", dijo a las autoridades locales el pastor Jean-Arnold de Clermont, protestante francés, y presidente de la Conferencia de Iglesias Europeas. Los otros miembros de la delegación del CMI fueron el metropolitano Nifon de Targoviste (Iglesia Ortodoxa Rumana), que no participó en esta reunión, el pastor László Lehel (director de Ayuda Intereclesiástica Húngara y representante de ACT Internacional), la pastora Elenora Giddings Ivory y Jonathan Frerichs (ejecutivos del CMI).

El grupo mencionó que un dirigente bautista en Tiblisi pidió al CMI que "oren por el arrepentimiento de todas las partes - por lo que todos hemos hecho mal. Que oren por la confesión de los pecados y la reconciliación".

"¿De qué tenemos que arrepentirnos?" replicó Sonia Hubaeva, asesora de la presidencia, y añadió que su familia había sido víctima de abusos y de la expulsión de Georgia central. El obispo de una diócesis ortodoxa, que estaba presente en la reunión, dijo que había sido testigo de 20 años de violencia contra los osetios y que tres miembros de su familia habían sido asesinados.

En la periferia de Tsjinvali, la delegación intentó nuevamente entrar en la zona de separación que rodea a Osetia del Sur para visitar a un metropolitano de la Iglesia Ortodoxa de Georgia, que permanece en un lugar cercano con algunos sacerdotes y monjas. Las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz dijeron que no estaban autorizadas a acceder a la petición. Fue el segundo esfuerzo sin éxito de atravesar la línea del alto al fuego. Se dice que miles de residentes permanecen en la zona en condiciones de las que no se tiene información.

Galería de fotos

  

Más información sobre la primera parte de la visita (en inglés)

Pedido de ayuda humanitaria de ACT Internacional (en inglés)