Iglesias ortodoxas (orientales)

La familia ortodoxa oriental se compone de las iglesias etíope, copta, armenia, siria, india y eritrea. Desde un punto de vista histórico, se las ha conocido como no calcedonianas, anticalcedonianas o precalcedonianas, monofisitas, orientales antiguas o bizantinas menores. En la actualidad, el nombre aceptado por regla general es el de iglesias ortodoxas orientales. La mayoría de los miembros de estas iglesias vive en Etiopía, Egipto, Eritrea, Armenia, la India, Siria y el Líbano. También existen grandes comunidades de la diáspora en partes de Oriente Medio, Europa, Asia, América del Norte y del Sur, y Australia. Las iglesias ortodoxas orientales son iglesias antiguas que fueron fundadas en tiempos de los apóstoles, por ellos mismos o por sus primeros discípulos. Su posición doctrinal se fundamenta en las enseñanzas de los tres primeros concilios ecuménicos (Nicea 325, Constantinopla 381 y Éfeso 431). La escuela de pensamiento de Alejandría ha orientado y formado su reflexión teológica. Las enseñanzas de San Cirilo el Grande constituyen la base de su cristología. Se adscriben firmemente a la fórmula de San Cirilo de "una sola naturaleza del Verbo encarnado". Su teología es bíblica, litúrgica y patrística, y está plasmada en misticismo y espiritualidad.

Las iglesias ortodoxas orientales, junto con las de tradición bizantina u ortodoxas bizantinas, pertenecen a la familia más amplia de las iglesias ortodoxas. Los dos grupos no están en comunión entre sí. La ruptura, que marcó la primera división eclesial de la historia de la iglesia, se produjo en el año 451 en relación con la doctrina cristológica del Concilio de Calcedonia. A lo largo de los siglos, la confrontación y el distanciamiento, aunque también el diálogo y el acercamiento, han caracterizado las relaciones entre las iglesias ortodoxas orientales y las bizantinas. En 1985, tras dos décadas de reuniones extraoficiales, los dos grupos participaron en un diálogo teológico oficial que ha tenido como resultado acuerdos cristológicos. La principal cuestión pendiente es la recepción de estos acuerdos en las iglesias.

La historia y vida de las iglesias ortodoxas orientales ha estado marcada por la persecución y las masacres incesantes bajo las potencias bizantina, persa, musulmana y otomana. El sufrimiento ha tenido un profundo impacto en su vida, su testimonio, su teología y su espiritualidad. Sin embargo, esta vida de cruz no ha llevado a las iglesias a aislarse totalmente ni las ha vuelto introvertidas. A pesar de su sufrimiento continuo, estas iglesias se han sostenido mediante esfuerzos constantes de renovación. Bajo el imperativo de las nuevas realidades y las exigencias de los tiempos cambiantes, han sido capaces de desafiar el marcado tradicionalismo y estado de introspección que predominaron por algún tiempo debido a las circunstancias históricas. Aunque siguen prevaleciendo las antiguas tradiciones, un soplo fresco de vitalidad y creatividad está inundando estas iglesias, tanto en su patria como en la diáspora. Han reactivado considerablemente la vida monástica como una rica fuente de espiritualidad, evangelización y diaconía para clérigos y laicos, hombres y mujeres. También han reorganizado la educación teológica. Las catequesis dominicales se han convertido en centros de intensa actividad. Han sido creados movimientos juveniles y asociaciones de estudiantes. Los seminarios para el estudio de la Biblia, los cursos de formación cristiana de los laicos, el ayuno y las celebraciones diarias de los santos son expresiones vívidas de profunda espiritualidad y de proyección evangelística interna y externa que alimentan y construyen estas comunidades de fe. Son iglesias del pueblo, sin la dicotomía entre institución y comunidad. Todo el pueblo de Dios participa activamente en la vida y el testimonio de la iglesia.

En los primeros siglos, las iglesias ortodoxas orientales han desempeñado un papel fundamental en la expansión del cristianismo más allá de las fronteras del Imperio bizantino. La fe cristiana fue llevada de Alejandría al resto de África, de Armenia al norte, de Antioquía al Lejano Oriente. En los siglos posteriores, debido al cambio en las condiciones políticas y religiosas, las actividades misioneras se han dedicado principalmente a construir y sostener su propia comunidad. En el contexto actual de un mundo globalizado y sociedades pluralistas, las iglesias ortodoxas orientales son cada vez más conscientes de la necesidad de renovar las metodologías y formas de misión y evangelización.

Aunque las iglesias ortodoxas orientales han padecido en el Este cristiano los esfuerzos misioneros de Occidente, tanto por parte de católicos como de protestantes, se han tomado en serio el desafío ecuménico. Creen firmemente que es la voluntad del Señor que se reúnan con sus asociados ecuménicos, oren juntos e inicien un diálogo franco y crítico con ellos. El Consejo Mundial de Iglesias es, para ellos, el instrumento más inclusivo del movimiento ecuménico, el cual les provee de un marco global para relacionarse y cooperar con otras iglesias de manera cercana y significativa.

Tras siglos aisladas unas de otras, las iglesias ortodoxas orientales se reunieron finalmente en 1965 en Addis Abeba. En esta reunión histórica, los dirigentes eclesiásticos reafirmaron su pertenencia a una sola fe. Allí tomaron varias decisiones que, por muchas razones, no se han materializado por completo. El desafío sigue siendo dar más visibilidad y expresión tangible a la unidad de fe de las iglesias ortodoxas orientales. Entre las cuestiones que deben abordar juntas están la influencia del secularismo, el resurgimiento del fundamentalismo religioso y la creciente migración de los fieles desde las patrias hasta otros lugares del mundo. La familia ortodoxa oriental no cuenta con una institución organizada. Desde 1996, los líderes de las tres iglesias de Oriente Medio (copta, armenia y siria) han puesto en marcha un marco para las reuniones anuales, en las que debaten asuntos y preocupaciones comunes. Se han formado varios grupos de trabajo para asistir a los patriarcas en este proceso. Además del diálogo con los ortodoxos bizantinos, los ortodoxos orientales en cuanto familia también participan en un diálogo teológico con la Alianza Reformada Mundial, la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana. Las iglesias ortodoxas orientales tienen mucho que compartir con otras iglesias. Han conservado un arraigado sentido de la historia y la tradición. Pueden hacer una contribución única a través de su tradición monástica, su espiritualidad oriental, su rica liturgia y su teología mística.

Las iglesias ortodoxas orientales representan unos sesenta millones de cristianos; todas ellas son miembros del Consejo Mundial de Iglesias.

See also the entry on Oriental Orthodox Churches from the Dictionary of the Ecumenical Movement.