del secretario general del Consejo Mundial de Iglesias

Traerá la justicia a las naciones…

… No hará pedazos la caña quebrada, ni apagará la mecha humeante; Traerá la justicia por medio de la verdad.

Isaías 42:1,3

En él estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no la dominaron.

Juan 1:3-5

El salmista describe la Palabra de Dios como una lámpara que alumbra nuestros pasos y nos guía en el camino de la vida. En las Sagradas Escrituras, encontramos muchas alusiones a la luz como símbolo de la gloria de Dios y de su mano que nos guía. Los artistas ulteriores utilizaron la luz en sus representaciones de la Natividad de Jesucristo: la luz de una estrella que brilla en el cielo, la luz que rodea a las figuras de los ángeles, el resplandor divino que surge de un pesebre para iluminar los rostros humanos.

Isaías nos enseña que el siervo del Señor, en los tiempos venideros, avivará hasta el fulgor más tenue que brille entre las tinieblas. El himno de la encarnación que abre el Cuarto Evangelio proclama que la luz sigue brillando entre las tinieblas y que la muerte y la oscuridad nunca se superpondrán a la Palabra, la vida y la luz de Dios.

Lo que la Palabra ha traído al mundo es la vida, y la vida es la luz de todas las naciones. Durante el próximo año, el Consejo Mundial de Iglesias centrará su labor y testimonio en una simple oración que servirá como tema de nuestra décima Asamblea:

Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz

Durante los tiempos de Adviento, Navidad y Epifanía, somos especialmente conscientes del don de Dios de la luz, revelado en la Palabra eterna que se hizo carne, y que sigue habitando ahora entre nosotros. Esta es la luz que nos da esperanza en nuestro mundo actual a pesar de la desunión, el abuso, el odio, la violencia, la pobreza, la codicia y la corrupción.

La luz de Dios es la que ilumina nuestros pasos y nos alumbra el camino hacia la paz y la justicia. Incluso aunque el brillo de nuestras luces sea muy débil, la Palabra de Dios prevalece en la oscuridad, poniendo siempre la justicia en el centro de nuestro camino común hacia la paz.

Que disfruten de todas las bendiciones de estas Navidades, recordando la Buena Nueva:

 ¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a todos los que gozan de su favor!

Suyo en la alegría del Espíritu Santo, y en el amor de Cristo,

Pastor Dr. Olav Fykse Tveit
Secretario general
Consejo Mundial de Iglesias