Querido Dios:

Te agradezco por llamarme a estar confuso.
Mi primera vez en África, invitado por el CMI,
perdí todas mis respuestas y casi todas mis preguntas.
Nunca antes me había dado cuenta,
de que solo era un luterano, solo un europeo, solo uno.
El CMI me acogió en la aldea mundial.
El camino no fue fácil. Pero es el camino.
Nunca volví atrás.

Dios, manténme abierto a todo ese dolor,
lo que tu Creación me susurra.
Manténme abierto a toda esa confusión,
cuando me pides que cambie.
Manténme tan cerca de ti,
que nunca huya
de nadie, pues todos son tu imagen.
Dios, haz que me atreva.

 

(Rev. Irja Askola, obispa de Helsinki,
Iglesia Evangélica Luterana de Finlandia)