El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos
y vista a los ciegos,
para poner en libertad a los oprimidos
y para proclamar el año agradable del Señor.
(Lucas 4:18-19)
La declaración reconoce que el actual contexto mundial está marcado por el aumento de los conflictos, las divisiones y las desigualdades; por el resurgimiento del racismo, los ataques xenófobos a las personas migrantes, el antisemitismo, las violaciones de los derechos de la mujer y otras formas de discriminación, y por las amenazas contra las personas que defienden los derechos humanos, así como por el autoritarismo, el nacionalismo populista y las formas de extremismo religioso y de otros tipos, que constituyen un serio peligro para la seguridad física y la dignidad y los derechos humanos de diversas comunidades y personas en todo el mundo.