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Prayers for Healing

Oración de apertura

Dios de gracia,

hoy hacemos resonar ante ti estas palabras de alabanza al declarar:

bendice, alma mía, al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios.

Recordamos con agradecimiento las muchas veces en que, de muchas maneras,

has venido en nuestra ayuda.

Te damos gracias por haber experimentado tu sanación

en nuestros momentos de enfermedad y debilidad.

Te damos gracias por las manos que han prodigado tu toque sanador en nuestros cuerpos,

por los labios que han pronunciado palabras reconfortantes trayendo calma a nuestras mentes preocupadas,

por los pies que nos han transportado cuando estábamos demasiado débiles para soportar nuestro propio peso,

por las comunidades que nos han apoyado, renovando nuestra fe en ti y en el prójimo.

A lo largo de las diversas etapas de la vida, hemos sabido que eres el Dios que sana.

Ayúdanos a creer una vez más que en estos tiempos

darás sanación a tu pueblo.

Oramos a través de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,

que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,

y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.

 

Lectura bíblica: Lucas 17: 11-19

11 Aconteció que, yendo a Jerusalén, pasaba por Samaria y Galilea. 12 Cuando entró en una aldea, salieron a su encuentro diez hombres leprosos los cuales se pararon de lejos 13 y alzaron la voz diciendo:  —¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! 14 Cuando él los vio, les dijo: —Vayan, muéstrense a los sacerdotes. Aconteció que, mientras iban, fueron limpiados. 15 Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, volvió glorificando a Dios en alta voz. 16 Y se postró sobre su rostro a los pies de Jesús dándole gracias. Y este era samaritano. 17 Y respondiendo Jesús dijo: —¿No eran diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? 18 ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios, sino este extranjero? 19 Y le dijo:

—Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

Palabra del Señor.

Demos gracias a Dios.

 

Reflexión

No sería del todo erróneo afirmar que nuestro deseo de experimentar la sanación ocupa siempre el primer lugar en nuestra mente cuando estamos enfermos. Dependiendo de la naturaleza de nuestra enfermedad, puede llegar a ser como un fuego que todo lo consume si no vamos con cuidado. En esos momentos, la sanación asciende en la jerarquía de nuestras necesidades humanas, y haríamos cualquier cosa por ser sanados. En la lectura de hoy, se nos presenta a diez hombres poseídos por este deseo. No conocemos sus edades ni su familia de origen ni su condición social anterior: ahora se les identifica simplemente como leprosos. Como tales, habían sido empujados a los márgenes de la sociedad de su época. Considerados parias que debían mantenerse socialmente distanciados del resto de la comunidad, habían creado la suya.

En esta lectura, se narra un caso más en el que el poder sanador de Dios se manifiesta por medio de Jesús. No obstante, a diferencia de otros ejemplos en los que quienes buscaban sanación la pedían directamente, esta comunidad de leprosos marginados se acercó a Jesús suplicando misericordia. Básicamente, buscaban compasión, un alivio a la opresión y el peso con que cargaban debido a su condición física. Sus palabras a Jesús apuntan más allá del deseo de mejorar de sus dolencias físicas. Eran también un ruego para que se les reconociera plenamente por lo que eran: seres humanos creados por Dios que reflejaban esa imagen divina. Al pronunciar estas palabras, pedían que se produjera un cambio en ellos e intercedían en favor de un cambio a su alrededor. La misericordia, si les era concedida, también abarcaría a la comunidad de la que habían sido marginados.

Las instrucciones que les da Jesús, cuya obediencia garantizaría su sanación, refleja esta dualidad. Al pedirles que se presentaran ante los sacerdotes, Jesús estaba haciendo algo más que seguir los requisitos de la ley mosaica; estaba abriendo la puerta a llevar la sanación al seno de la comunidad en la que las relaciones se habían roto a causa de la lepra. De camino hacia los sacerdotes, el acto de misericordia, al ser concedida, se produjo en forma de sanación física. Al mismo tiempo, la llegada de los otros nueve ante los sacerdotes y el hecho de presentarse como habiendo dejado de estar desfigurados por la lepra pueden interpretarse como una manifestación de la misericordia de Dios que lleva sanación a la totalidad de la comunidad. Quienes estaban en los márgenes, por medio de la misericordia divina, vuelven a encontrar su lugar, y una comunidad que había alejado a ciertas personas, les ofrece ahora hospitalidad al afirmar su humanidad.

Durante estos tiempos de COVID-19, hagamos que nuestras oraciones de sanación comiencen con una súplica de misericordia. La misericordia, al ser concedida, da lugar a la sanación y la transformación de los individuos y las comunidades. No obstante, la plenitud de la misericordia y la sanación se convierte en integridad y bienestar cuando no solo nos acordamos de suplicar misericordia, sino que también expresamos nuestra alabanza y gratitud a Dios. En estos tiempos, hagamos que nuestra fe nos lleve a acercarnos a Jesús, suplicando misericordia, a la par que esperamos la sanación de cuerpos, mentes y almas.

 

Oraciones de intercesión

Oramos por todo el personal sanitario, enfermeras, doctores y demás profesionales de la salud, trabajadores sanitarios hospitalarios y comunitarios, proveedores de cuidados en residencias geriátricas y otros. También oramos por la familias que atienden a los enfermos, en el hogar y en la comunidad.

Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.

Oramos por todos los trabajadores encargados del saneamiento y por aquellos que trabajan en la comunidad, aldeas y ciudades, tanto en el sector público como privado, para mantener un entorno limpio y saludable.

Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.

Oramos por todos los proveedores de servicios, como la policía, los transportistas y los conductores de los transportes públicos, los vendedores, los peluqueros y todas las personas que interactúan con el público para atenderlo y garantizar el buen funcionamiento de la sociedad.

Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.

Oramos por el personal docente y los proveedores de cuidados infantiles que garantizan la formación, la capacitación y la creación de un entorno seguro para los niños y los jóvenes adultos.

Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.

Oramos por todos los niños, jóvenes y adultos que han tenido dificultades durante este período, y se han enfrentado a problemas físicos, espirituales y mentales. Susténtalos y ayuda a nuestras comunidades a acompañarlos.

Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.

Oramos por el suministro de equipos de protección que nos ayuden a protegernos de la pandemia. Oramos por que podamos garantizar que todas las personas tengan un acceso equitativo a la protección necesaria para la sanación de nuestras comunidades.

Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.

Oramos por la sanación y la renovación de la creación a pesar de la pandemia mundial.

Escúchanos desde el cielo y sana a tu pueblo.

Unámonos en la oración como Jesús nos enseñó: Padre nuestro. . .

 

Bendición

Que la libertad que se nos concede por medio de Cristo

sea vivida en el poder del Espíritu Santo,

cuando afirmamos lo que Dios, el Creador, declaró al ver todo lo que había creado: es bueno. Amén.

 

Las citas de las Escrituras corresponden a la versión Reina Valera Actualizada © 2015 de Editorial Mundo Hispano, cuya utilización ha sido autorizada.