“Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”(Mateo 5:9).
Al tiempo que el Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) se reúne en Chipre del 21 al 26 de noviembre de 2024 y reflexiona sobre los cincuenta años de historia de invasión y ocupación de esta isla, recordamos con pesar que la guerra en Ucrania ha cumplido ya mil días. Cada uno de esos días se ha saldado con la sangre tanto de los civiles como de los combatientes que han resultado muertos o mutilados en gran número, con el desplazamiento traumático de comunidades y con la destrucción de hogares, medios de subsistencia e infraestructuras civiles. Tomamos nota de los recientes informes de la ONU que describen el alcance de las repercusiones humanitarias y de derechos humanos del conflicto en curso.[1]
Reiteramos las posiciones expresadas en sucesivas declaraciones de los órganos rectores del CMI desde la invasión rusa de febrero de 2022 y, de hecho, desde que comenzó el conflicto en 2014. Subrayamos la posición claramente establecida del CMI de que “la guerra es incompatible con la propia naturaleza y voluntad de Dios para la humanidad y contraria a nuestros principios cristianos y ecuménicos fundamentales”.
Reafirmamos nuestro llamado cristiano y nuestro deseo de paz, y de la justicia sin la cual la paz es insostenible. Apoyamos todas las iniciativas para superar el conflicto actual, incluidas las que han conducido al intercambio mutuo de prisioneros. Esta guerra debe terminar. La matanza y la destrucción deben terminar. Llamamos a todas las iglesias y a todas las personas de buena voluntad a que realicen esfuerzos concertados en favor de la paz en la región y en todo el mundo.
Como base esencial para una paz justa en este o en cualquier otro escenario de conflicto, exigimos el respeto de los principios del derecho internacional humanitario, incluidos los relativos a la protección de la población civil y de las infraestructuras civiles, así como al trato a los prisioneros de guerra. Asimismo, exigimos que se respeten los principios fundamentales e inderogables del derecho internacional de los derechos humanos, incluida la libertad de religión o de creencias y el derecho a la objeción de conciencia.
Expresamos nuestra profunda preocupación por esta espiral de violencia en aumento y lamentamos que se apoye más la perpetuación de la violencia que el fomento del diálogo para poner fin a los conflictos. Nos oponemos categóricamente a todo uso de armas prohibidas internacionalmente, armas indiscriminadas y sistemas de armas autónomas (de los que el CMI pide una prohibición mundial). Instamos a todas las partes a que se abstengan de continuar la escalada de violencia, y reiteramos el llamado de la 11ª Asamblea del CMI a los gobiernos de Europa y a toda la comunidad internacional a “desplegar muchos más esfuerzos en la búsqueda y promoción de la paz, y en el fortalecimiento de la resolución no violenta de conflictos, la transformación de conflictos civiles y los procesos de reconciliación, en lugar de agravar la confrontación y la división”.
Instamos especialmente y hacemos un llamado a que se reduzcan las crecientes amenazas y la retórica de varios países en relación con el posible uso de armas nucleares en este conflicto. Todas estas amenazas y todas las medidas que bajan el umbral para el uso de armas nucleares conllevan riesgos de tal enormidad y con consecuencias globales, ecológicas e intergeneracionales que simplemente no pueden contemplarse.
Anhelamos una paz basada en el derecho internacional y la justicia en Ucrania, en Rusia y en toda la región. Hacemos un llamado a que todas las iglesias y personas de buena voluntad contribuyan a los esfuerzos de consolidación de la paz y superación de la enemistad. Como CMI, seguimos comprometiéndonos, tanto dentro del movimiento ecuménico como fuera de él, a promover el diálogo sobre las implicaciones de este conflicto y las posibilidades de superar las divisiones y promover la reconciliación y la unidad, además de a trabajar con y a través de las iglesias de la región y de todo el mundo para promover la paz y el fin de esta terrible guerra. Invitamos a todas las iglesias miembros del CMI y a los asociados ecuménicos e interreligiosos a unirse a nosotros en nuestras oraciones renovadas por la justicia y la paz sostenible en Ucrania, en Rusia, en la región europea más amplia y en todo el mundo.
Que, juntos, trabajemos para crear un mundo seguro y pacífico para todas las personas y para toda la creación.
[1] e.g. https://www.ohchr.org/en/documents/country-reports/40th-periodic-report-human-rights-situation-ukraine-treatment-prisoners y https://www.ohchr.org/en/press-briefing-notes/2024/10/ukraine-worsening-impact-civilians-russias-attack-torture-prisoners