La reunión, que tuvo lugar en la residencia patriarcal en el monasterio de San Daniel en Moscú, también contó con la participación del metropolitano Anthony de Volokolamsk y el archimandrita Philaret (Bulekov), respectivamente, presidente y vicepresidente del Departamento de Relaciones Eclesiales Externas (DREE) del Patriarcado de Moscú; el padre Mikhail Gundyaev, representante del Patriarcado de Moscú ante el Consejo Mundial de Iglesias y las organizaciones internacionales en Ginebra; el hieromonje Stefan (Igumnov), secretario del DREE para las relaciones entre los cristianos; y el Rev. Prof. Dr. Benjamin Simon, responsable del programa del CMI de Relaciones con las Iglesias.

El patriarca Kirill dio la bienvenida a los invitados diciendo: “Agradezco que hayan venido a Rusia en estos tiempos difíciles a reunirse conmigo y con mi pueblo y hablar sobre las complejas relaciones internacionales a las que nos enfrentamos actualmente y que naturalmente también afectan nuestras relaciones intereclesiales”.

El patriarca prosiguió recordando su experiencia relativa al papel conciliador del CMI desempeñado en la década de los setenta, cuando él ocupaba el puesto de representante del Patriarcado de Moscú ante el CMI (1971-1974), a la hora de abordar los conflictos internacionales que afectaban a las relaciones intereclesiales de entonces. “Recuerdo las grandes crisis políticas de esa época que causaron graves dificultades a las relaciones intereclesiales en el CMI y que incluso cuestionaron la existencia del Consejo Mundial de Iglesias; y, no obstante, el CMI encontraba siempre una salida y ayudaba a las iglesias a participar en un proceso de pacificación”.

La difícil situación actual en el mundo se deja sentir en las relaciones intereclesiales, observó el patriarca, mencionando asimismo que la pandemia de la COVID-19, con los múltiples problemas que ha ocasionado, ha sido un factor agravante que también ha afectado la vida de las personas y las iglesias. “Reconozco que en estos tiempos difíciles el Consejo Mundial de Iglesias está a la altura de las tareas y los desafíos a los que se enfrenta”, añadió.

El patriarca Kirill expresó su gran agradecimiento por la 11a Asamblea del CMI celebrada en Karlsruhe (Alemania), del 31 de agosto al 8 de septiembre, y su satisfacción por el hecho de que las iglesias actuaran como iglesias y resistieran a la presión de expulsar a la Iglesia Ortodoxa Rusa del CMI.

“Estamos todos atravesando momentos difíciles, diría que críticos, debido a la nueva configuración geopolítica y los conflictos en el mundo, y en particular el relativo a Ucrania”. La mayor parte de la gente del mundo, prosiguió, ha descubierto los problemas del conflicto ucraniano solo ahora, a pesar de que empezaron en 2014. “Los primeros bombardeos ucranianos en el Donbass se produjeron hace ocho años. Destruyeron casas y causaron un elevado número de víctimas. Esta es la realidad. Más de dos millones de personas de esta zona encontraron refugio en Rusia. Personalmente, durante esos años escribí tres cartas a las autoridades políticas y religiosas del mundo, incluido al CMI, y pedí que intervinieran para que los problemas se solucionaran a través del diálogo y la mediación, y se evitaran las matanzas y destrucciones. No obtuve respuestas concretas y esas peticiones se toparon con un silencio absoluto. No obstante, mi esperanza fue y sigue siendo que como iglesias vayamos más allá de la lógica y los intereses de los políticos y busquemos una paz justa”.

A continuación, el patriarca hizo la siguiente declaración sobre la difícil situación en el Donbass y otros lugares: “Es de importancia primordial que no se derrame más sangre, que no se destruyan más edificios e infraestructuras y que la gente deje de sufrir. Por consiguiente, estamos muy interesados en que nuestros asociados ecuménicos centren su atención de forma imparcial en esta compleja y trágica situación y convenzan a los líderes mundiales de la necesidad de instaurar la paz mediante la negociación y el diálogo en vez de mediante el derramamiento de sangre y la destrucción”.

Asimismo, hizo referencia a la visita de la delegación del Consejo Mundial de Iglesias y ACT Alianza a las diócesis de Rostov-on-Don y Shakhty en mayo para conocer mejor los esfuerzos de socorro de la Iglesia Ortodoxa Rusa. “Espero que mañana visiten nuestra sede de ayuda humanitaria. Opera en Moscú, pero el aspecto central de su trabajo es prestar apoyo efectivo a las personas afectadas por el conflicto”, prosiguió el patriarca.

“Además, hay muchas iniciativas privadas, parroquiales, juveniles. De manera extraoficial, incluso sin el apoyo de las altas autoridades eclesiales, la gente acude allí para ayudar y compartir sus recursos con las personas necesitadas”.

El Rev. Prof. Dr. Sauca, secretario general en funciones del CMI, dio las gracias al primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa por la reunión y afirmó: “Los miembros de nuestra comunidad siguen con gran interés y esperanza esta visita. Hemos venido a Moscú en virtud de un mandato del Comité Central. El pasado mes de junio, cuando nos estábamos preparando para la Asamblea, se me pidió visitar a nuestras iglesias miembros que tienen heridas que sangran en Oriente Medio —Siria, Líbano, Israel y Palestina—, y luego en Ucrania y ahora hemos venido a Rusia. Usted es consciente de las preocupaciones de las iglesias miembros del CMI con respecto a la guerra entre Rusia y Ucrania y conoce las declaraciones que hemos hecho en nuestros órganos rectores condenando la guerra y la violencia; declaraciones que fueron elaboradas con la participación de delegados de la Iglesia Ortodoxa Rusa. También estoy agradecido por nuestra correspondencia, por su respuesta a nuestras cartas. El motivo por el que hemos venido aquí es para ver lo que podemos hacer juntos para construir puentes de paz y reconciliación, y detener el derramamiento de sangre y el peligro de una conflagración nuclear”.

El Rev. Sauca prosiguió diciendo: “Tengo conocimiento de las cartas que usted envió entre 2014 y 2020 a los líderes mundiales, llamando su atención sobre la situación y pidiendo diálogo. El problema es que la gente se ha olvidado de ello o nunca lo ha sabido. Creo que sería muy beneficioso volver a afirmar aquí, hoy, lo mismo que nos dijo a nosotros, decir al mundo claramente: detengan el derramamiento de sangre, detengan las matanzas, pongan fin a la destrucción de las infraestructuras, busquen la paz y la reconciliación. Esto ayudaría mucho al mundo y a la Iglesia Ortodoxa, y aclararía cuál es su posición personal ante la guerra”.

El Rev. Sauca también hizo alusión a las peticiones de algunas iglesias miembros del CMI solicitando la expulsión de la Iglesia Ortodoxa Rusa. “Cuando esta propuesta fue sometida a votación, todos los miembros del Comité Central votaron por unanimidad que la Iglesia Ortodoxa Rusa permaneciera en la comunidad del CMI, pero que se prosiguiera el diálogo, en particular por lo que se refiere a los argumentos teológicos de apoyo a la guerra que, según algunas personas, fueron esgrimidos en público en algunos de los sermones y discursos pronunciados por usted”. Dado que el patriarca Kirill parecía no estar al tanto de lo que se hablaba, los miembros de la delegación rusa presentes en la reunión explicaron que algunas personas citan ciertas frases de las homilías del patriarca Kirill sin proporcionar las citas completas de sus discursos, usándolas fuera de contexto para urdir acusaciones contra el primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

El Rev. Sauca dijo que, por esa razón, pensaba que era importante aclarar esta grave cuestión para las iglesias miembros del CMI, las iglesias ortodoxas incluidas. En este sentido, expresó su convicción de que sería beneficioso para las relaciones intereclesiales actuales que su santidad el patriarca Kirill ofreciera su punto de vista sobre este asunto, centrándose, en particular, en lo que puede considerarse una guerra santa desde una perspectiva teológica, cuáles pueden ser los motivos por los que la gente participa en las hostilidades, cuál es el significado del autosacrificio en la guerra y con qué sentido usó el término de “guerra metafísica” en relación con la guerra en Ucrania.

Evidentemente sorprendido, el patriarca respondió: “¿Mi posición teológica con respecto a la guerra? No creo que ninguna iglesia o cristiano pueda adoptar una postura de apoyo a las guerras y las matanzas. Como iglesias, estamos llamados a ser pacificadores y a defender y proteger la vida. La guerra no puede ser santa. Pero cuando una persona actúa en defensa propia, para proteger o dar su vida por la vida de los demás entonces las cosas son diferentes. Tenemos tantos ejemplos en nuestra historia cristiana. No obstante, como pacificadores debemos hacer todo lo posible para instaurar la paz mediante el diálogo y evitar el conflicto o la violencia. Este es mi punto de vista.

”La guerra metafísica no tiene nada que ver con las matanzas físicas o con el conflicto en Ucrania. Es una referencia a una cita de San Pablo (Efesios 6:12) que dice que nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra las autoridades y los gobernantes de las tinieblas del mundo que se oponen a los valores del Evangelio. Y estos poderes se encuentran en todos los lugares y no únicamente en Occidente. Mi punto de vista es que nuestro llamado y nuestra vocación son dar testimonio y defender pacífica pero firmemente los valores del Evangelio que conforman nuestras vidas”.

Para concluir, el secretario general en funciones del CMI añadió: “Apreciamos a la Iglesia Ortodoxa Rusa. Es una de las mayores iglesias del CMI. Y todos nosotros querríamos que la Iglesia Ortodoxa Rusa siga formando parte del Consejo porque su contribución a lo largo de los años ha sido muy importante para el movimiento ecuménico y también para la unidad ortodoxa”. El Rev. Sauca también señaló que el CMI puede ser una plataforma muy adecuada para el diálogo entre los cristianos ortodoxos.

Su santidad el patriarca Kirill agradeció a su invitado que hubiera puesto de relieve el importante papel de la ortodoxia en el movimiento intercristiano y recordó su participación en las Asambleas del CMI desde 1968, cuando tenía 21 años, así como las contribuciones concretas aportadas a los debates del CMI por los teólogos ortodoxos en general y la Iglesia Ortodoxa Rusa en particular.

Estos ejemplos demuestran que ha habido diversos momentos en la historia de la participación de la Iglesia Ortodoxa Rusa en la labor del CMI, y que hubo momentos en que debieron superarse graves dificultades.

“Los tiempos que vivimos actualmente son muy difíciles, pero estas dificultades no vienen de las iglesias, sino del contexto político, y este contexto constituye hoy un peligro extremo. Por consiguiente, las iglesias hoy no deben echar leña al fuego. Al contrario, debemos hacer todo lo que está en nuestras manos para apagar el fuego. En este sentido, el Consejo Mundial de Iglesias tiene un papel muy importante. En mi opinión, el CMI hoy ha adoptado la única posición adecuada, activa pero neutral, sin tomar partido político en este conflicto. Las iglesias, por naturaleza, tienen el potencial de propiciar la paz. Y si una iglesia empieza a izar la bandera de la guerra y a incitar a la confrontación, actúa contra su naturaleza”, afirmó el patriarca.

“Desde mi punto de vista, la crisis internacional que tiene lugar hoy es peligrosa, pero no más que otras muchas crisis que vivimos en el pasado. Las iglesias tienen experiencia en atravesar juntas las crisis. Creo que mediante el diálogo, la fraternidad y la cooperación deberíamos ejercer una influencia positiva en la situación política”, sostuvo su santidad el patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia, antes de concluir rogando: “Que Dios ayude a que las iglesias que cooperaron en el pasado sigan hoy también dando un testimonio común ante el mundo, resistiendo a la tentación de convertirse en parte de alguna fuerza política”.