Consejo Mundial de Iglesias
COMITÉ EJECUTIVO
Uppsala (Suecia, 2 a 8 de noviembre de 2018)
Doc. No. 03.2

 

Declaración sobre la COP 24 y la transición justa hacia una economía sostenible

“Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza.”. (Jeremías 29:11)

El cambio climático está alterando la Tierra más rápidamente de lo que se había predicho. El último estudio publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) revela que es probable que el calentamiento de la Tierra supere el umbral de los 1,5 °C entre 2030 y 2052, si continúa aumentando al ritmo actual.

El informe del IPCC indica que un aumento de medio grado –de 1,5 °C a 2 °C– el límite máximo acordado por los gobiernos en París en 2015, probablemente causará un aumento adicional de 10 cm en el nivel del mar y aumentará el riesgo de derretimiento glaciar y de un aumento de varios metros en el nivel del mar, provocando la inundación de las pequeñas islas de baja altitud y de las ciudades costeras. Se multiplicarán los riesgos de hambrunas generalizadas, desplazamientos masivos, conflictos y extinción de especies. Aquellas personas y comunidades que viven en situaciones de pobreza, privación y desventaja, ya sienten las consecuencias del cambio climático y seguirán siendo las más afectadas por este.

Aunque el mundo, por fin, está empezando a tomar medidas para hacer frente al cambio climático y para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la dificultad radica en la escala y la velocidad de esas medidas. Los compromisos actuales de los gobiernos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, en el marco del Acuerdo de París, distan mucho de ser suficientes para limitar el calentamiento al objetivo más ambicioso de 1,5 °C. Varios estudios han indicado que ninguna de las principales naciones industrializadas está cumpliendo con sus objetivos de reducción de emisiones prometidos, y que, incluso si los hubieran cumplido, todas las promesas de los miembros juntas no alcanzarían para limitar el aumento de la temperatura de la Tierra “muy por debajo de los 2 °C”. Según las estimaciones realizadas por del PNUMA, a finales de 2016, los objetivos de reducción de emisiones darían como resultado un aumento de la temperatura de 3 °C por encima de los niveles preindustriales, muy por encima del límite máximo de 2 °C del Acuerdo de París. Desde que se hicieran esas estimaciones, lamentablemente, el panorama ha empeorado, teniendo en cuenta la decisión de los Estados Unidos de retirarse del Acuerdo de París.

El último informe del IPCC destaca que solo con transiciones “rápidas y de gran alcance” en la economía mundial, a una escala y un ritmo sin precedentes históricos, se podría lograr el límite de 1,5 °C. Eso requiere “más planificación, coordinación e innovación disruptiva entre actores y escalas de gobernanza que los cambios espontáneos o casuales observados en el pasado”. Se estima que las transformaciones económicas y sociales necesarias deben darse en un momento coyuntural que desaparecerá rápidamente, quizá en tan solo una década habrá pasado la oportunidad de evitar las consecuencias catastróficas del cambio climático.

Para afrontar ese desafío existencial, toda la esperanza está puesta en que se tome conciencia de que la sostenibilidad y la justicia son dos caras de la misma moneda. Las trayectorias de desarrollo neutras en carbono y resilientes al clima tienen el potencial de alcanzar los objetivos fundamentales de desarrollo sostenible, incluidas la erradicación de la pobreza y la reducción de las desigualdades.

Es posible encontrar indicios de esa esperanza en las acciones de algunos gobiernos (nacionales y, sobre todo locales), empresas e inversores, así como en el firme y apasionado compromiso de las iglesias y de las redes de la sociedad civil en favor de la justicia climática. Destacamos, entre otros signos de esperanza, la peregrinación ecuménica desde Bonn hasta Katowice, que actualmente está en marcha; el simposio ecológico internacional, “Hacia un Ática más verde: preservar el planeta y proteger a su gente”, organizada por el Patriarcado Ecuménico en junio de 2018, y la conferencia internacional con ocasión del tercer aniversario del Laudato Si', “Salvaguardar nuestra casa común y el futuro de la vida en la tierra”, organizado por el Dicasterio Vaticano para la Promoción del Desarrollo Humano Integral, en julio de 2018.

Todas esas iniciativas, debates y reflexiones ponen de relieve el mensaje de que hoy el mundo se encuentra ante una gran transición. Si pretendemos construir un futuro de bienestar para las generaciones venideras, debemos asimilar, en todos los niveles de la sociedad, a nivel individual y de la comunidad mundial, la comprensión profunda de que somos una sola humanidad en una Tierra creada por un Dios amoroso y fiel “para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). La enseñanza bíblica, “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella” (Salmo 24: 1), debe reafirmarse en estos momentos de cambio climático.

Reunido en Uppsala (Suecia), del 2 al 8 de noviembre de 2018, el Comité Ejecutivo del CMI:

Insiste en que no hay más tiempo que perder en los propios intereses cortoplacistas. Necesitamos ya medidas urgentes de adaptación y mitigación, una transformación de los sistemas económicos, cambios profundos en el comportamiento, y políticas mundiales y nacionales de apoyo, así como acuerdos institucionales a fin de evitar las consecuencias potencialmente catastróficas del cambio climático. En medio de todos esos cambios, nuestra fe cristiana nos llama a velar por que “los más pequeños de entre nosotros” no se vean obligados a pagar el precio de un problema ecológico mundial por el que son los menos responsables.

Encomia a todos los que participan en la peregrinación ecuménica desde Bonn a Katowice, e insta a la 24ª Conferencia de las Partes (COP 24) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que se reunirá en Katowice (Polonia), del 2 al 15 de diciembre de 2018, a presentar las Normas de aplicación del Acuerdo de París, basadas en los principios de la justicia climática y a trabajar por una transición justa hacia una economía sostenible ahora que incluya:

  • El aumento de las contribuciones determinadas a nivel nacional para garantizar que el calentamiento de la Tierra no supere el límite más seguro de los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.
  • Velar por la transferencia de recursos tecnológicos y financieros adecuados a los países pobres y vulnerables para la mitigación, la adaptación y la creación de resiliencia (que ascienden a 100 mil millones de dólares estadounidenses anuales a partir de 2020, tal como se prometió en la COP 15, en Copenhague).
  • Y llevar a cabo medidas concretas en materia de pérdidas y daños mediante un mayor desarrollo del Mecanismo Internacional de Varsovia para las Pérdidas y los Daños.

Hace un llamado urgente a las iglesias miembros y asociados ecuménicos del CMI para que intensifiquen su labor de sensibilización y sus acciones en favor de la justicia climática y de la transición a una economía sostenible en los ámbitos local, nacional e internacional, así como en la promoción de los cambios necesarios en el estilo de vida, incluso mediante:

  • La promoción de una espiritualidad de transformación –una espiritualidad del “ya basta”– a través de una educación teológica consciente, del desarrollo de nuevos recursos litúrgicos, de peregrinaciones, oraciones y ayunos por la justicia climática, junto con asociados ecuménicos e interreligiosos, y en solidaridad con las víctimas del cambio climático;
  • la desinversión de los combustibles fósiles y la inversión en energías renovables, agroecología, reforestación y otras actividades que estén en consonancia con nuestras creencias y que contribuyan a la salud ecológica y al bienestar comunitario; y
  • la creación de espacios para discutir y contribuir a la Guía para congregaciones, comunidades e iglesias para una economía de vida y una justicia ecológica, la campaña interreligiosa Living the Change (Viviendo el cambio), la Iniciativa Interreligiosa para salvar los Bosques Tropicales y otras iniciativas similares.