MENSAJE DE LA CONSULTA CONJUNTA SOBRE LA MUNDIALIZACIÓN EN EUROPA CENTRAL Y ORIENTAL: REACCIONES ANTE SUS CONSECUENCIAS ECOLÓGICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES, 24 AL 28 DE JUNIO DE 2001, BUDAPEST

47 representantes de iglesias de Europa Central y Oriental, junto con un grupo de expertos, se reunieron, del 24 al 28 de junio, en Budapest (Hungría). Los participantes pertenecían a las iglesias Ortodoxa, Católica Romana y protestante. Por otra parte, uno de los oradores había sido delegado por el Consejo de Conferencias Episcopales de Europa y estuvieron presentes 30 invitados y personal de organizaciones ecuménicas regionales e internacionales y de la sociedad civil provenientes del mundo entero. Todos fueron a Budapest invitados por el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), la Alianza Reformada Mundial (ARM), la Conferencia de Iglesias Europeas (KEK) y el Comité Regional para Europa de la ARM. La Federación Luterana Mundial (FLM) acompañó la preparación y el desarrollo de la reunión. La consulta forma parte de un proceso conjunto de reuniones sobre la mundialización en el que están empeñadas estas organizaciones tras el llamamiento en favor de una "Alianza por la justicia económica y la vida en la Tierra (Processus Confessionis)" que hizo la Asamblea General de ARM, celebrada en 1997, en Debrecen (Hungría), y las recomendaciones relativas a la mundialización que formuló la Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, celebrada en 1998 en Harare. Esta es la segunda de una serie de reuniones regionales, que comenzó con un simposio en Bangkok y continuará con reuniones de iglesias en el Pacífico, Europa occidental, América Latina, África y América del Norte. La Iglesia Reformada de Hungría auspició y fue huésped de la consulta que tuvo lugar en la Escuela Reformada de Teología (Raday) de Budapest.

Debemos ser más cautelosos

Hace alrededor de una década, nosotros, los pueblos e iglesias de Europa central y oriental, nos alegramos cuando comprendimos que éramos libres. Fue como si una negra y espesa nube se hubiera alejado y hubiese vuelto la plena luz del día.

Al analizar los últimos diez años, queda claro que los gobiernos y las iglesias han subestimado la importancia y la índole de los problemas con que nos hemos enfrentado. Cuando escuchamos los testimonios de aquellos más gravemente afectados por la situación actual, llegamos a la conclusión de que no todas sus dificultades tienen su origen en lo ocurrido hace más de diez años. Por ello, es necesario que seamos más cautelosos al acompañar a las mujeres y los hombres de Europa central y oriental en esta etapa histórica. Los países de la región se caracterizan por una gran diversidad cultural y religiosa. Según los datos disponibles, en algunos de ellos se registra un crecimiento económico, un aumento del empleo y progresos ecológicos. Sin embargo, en la totalidad de la región, el aumento del desempleo y la pérdida de valor de las pensiones y de los salarios han sumido a millones de mujeres y hombres en la pobreza.

Según las estadísticas del PNUD (véase el Informe sobre Desarrollo Humano en Europa central y oriental y la Comunidad de Estados Independientes (CEI) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Nueva York, 1999; http.//www.undp.org/rbec/publications):

  • En 1989, en los países del ex bloque comunista, aproximadamente 14 millones de personas vivían con un ingreso inferior a cuatro dólares diarios. A mediados de los años 1990, esa cifra se elevaba a 147 millones de personas.
  • Al mismo tiempo, y en marcado contraste, se desarrolló un nuevo fenómeno, el de la concentración de una excesiva riqueza en manos de una reducida minoría.
  • La esperanza de vida disminuyó considerablemente en algunos de los países.
  • La calidad de la atención de salud, de la enseñanza y de la educación en general se deterioró.
  • La delincuencia vinculada el comercio aumentó rápidamente.

En búsqueda de explicaciones

En relación con estos hechos, sentimos el deber moral de investigar más a fondo las razones de la decepción y el sentimiento de traición que predominan en la región. En grupos de trabajo, los participantes examinaron las repercusiones ecológicas, culturales, económicas y sociales de la mundialización en la región. El presente mensaje se inspira en el análisis, la evaluación y las propuestas alternativas contenidos en los informes que elaboraron los grupos. Se determinaron dos causas principales de las dificultades actuales.

En primer lugar, la forma en que la mayoría de las autoridades, desde 1989, han abordado la difícil tarea de transformar la sociedad. Así como el comunismo se había basado en una planificación estatal sin trabas, los políticos y los líderes adoptaron mecanismos de mercado sin control como camino conducente a un futuro mejor. No percibieron que un mercado sin límites sociales, culturales e institucionales llevaría a la fractura del tejido social. En nombre del crecimiento económico los préstamos externos y la ayuda financiera se condicionaron a la privatización, la liberalización y la desregulación del mercado. Esta "shockterapia" neoliberal, que requiere el debilitamiento del papel del Estado, simplemente mutiló las prestaciones sociales de que se beneficiaban las mujeres y los hombres de condición modesta.

En segundo lugar, la dinámica desencadenada por el desarrollo a escala mundial de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y la espectacular expansión de nuevos mercados "mundiales". Esto es lo que se designa generalmente como "mundialización". En realidad, "mundialización" es un término más complejo. Cuando se refiere a las crecientes posibilidades de una auténtica cooperación entre las naciones y los pueblos, con oportunidades para la comunicación y la acción común, tiene connotaciones positivas. Nuestra consulta, por ejemplo, sacó gran provecho de la participación de cristianos de varios continentes.

Ahora bien, tiene un sentido negativo cuando se refiere a la dominación ejercida por una ideología que legitima y promueve las actividades incontroladas de los agentes de los mercados mundiales, así como una concentración sin precedentes del poder en manos de "dirigentes" que se han elegido a sí mismos en el ámbito de la economía, de los medios de comunicación y de otras esferas de la vida. La circulación no reglamentada de capitales es el árbitro para determinar si una acción humana o política es buena o mala para la economía. En nuestra consulta, se hizo una clara distinción entre este proyecto neoliberal, que algunos denominan "mundialismo", y el proceso histórico de "mundialización" al que ya nos hemos referido. El primero se rige por poderosos intereses económicos egoístas. Comercializa las relaciones humanas e institucionales y las fuentes mismas de la vida - la tierra, el agua, el aire - y aún el propio cuerpo humano. La ideología, las estructuras de poder y las prácticas que sustentan este proyecto son responsables de los cambios espectaculares que se han producido en las economías y las sociedades de Europa central y oriental. Su efecto inmediato ha sido el de presionar a los gobiernos a todos los niveles para que reduzcan los gastos sociales, en salud, en educación y medioambientales a fin de que sean "atractivos" a los ojos del capital "mundial". Los más afectados por dichas políticas son las mujeres y otros grupos vulnerables.

Esta importancia ideológica dada a la privatización a toda costa ha socavado las infraestructuras existentes. Al minimizar el papel del Estado, se dejó a los pobres sin la debida protección y apoyo y se abrieron las puertas a la delincuencia y a las actividades especulativas. Propietarios irresponsables, que no se interesaban en la suerte que corrían las empresas o los empleados, adquirieron muchas de las empresas y bancos que acababan de ser privatizados. La cuestión de encontrar alternativas para el acceso a la propiedad casi no se examinó, así como tampoco se tuvo en cuenta que la propiedad conlleva obligaciones sociales.

Justicia para los pobres La confusión respecto al término "mundialización" se utiliza a menudo como coartada no sólo por influyentes organismos internacionales, tales como el FMI, la OMC y el Banco Mundial, sino también por un número creciente de gobiernos. Estos últimos exigen duros sacrificios a sus ciudadanos, hombres y mujeres. Lo hacen a pesar de que existe evidencia fehaciente de que el crecimiento económico sólo puede promover el desarrollo humano si incluye:

  • un apoyo adecuado a los pobres, a los desocupados y a los demás grupos vulnerables;
  • medidas de protección del medio ambiente;
  • transparencia y responsabilidad por parte de los gobiernos, y
  • una participación efectiva de la sociedad civil (incluidos los sindicatos).

Dada esta situación, nuestra consulta llegó a la incuestionable conclusión que: Ninguna autoridad, dentro o fuera de la región, puede dejar de asumir su responsabilidad de hacer justicia a los pobres y los necesitados con el pretexto de que las exigencias de la mundialización son ineludibles. Las políticas que utilizan este tipo de justificación son contrarias a los resultados de estudios científicos y a los fundamentos de la fe cristiana. Deben cesar inmediatamente y de manera incondicional. Porque, como se formula tan correctamente en el Concepto Social Básico recientemente aprobado por la Iglesia Ortodoxa Rusa:

"... el peligro de discrepancias que puedan surgir entre la voluntad popular y las decisiones de las organizaciones internacionales no debe ser subestimado. Esas organizaciones pueden ser los instrumentos de una injusta dominación de los países fuertes sobre los países débiles, de los ricos sobre los pobres, de los que han logrado un desarrollo tecnológico y de la información sobre el resto. Pueden utilizar también un doble rasero, aplicando el derecho internacional en el interés de los Estados más influyentes. Todo esto obliga a la Iglesia Ortodoxa a hacer un llamamiento a las autoridades actuales, tanto a nivel nacional como internacional, para que asuman la responsabilidad que les cabe (véase The Foundations of the Social Concept of the ROC).

Es de vital importancia para los cristianos reconocer que la dependencia de esta ideología neoliberal tiene profundas consecuencias espirituales. Dicha ideología obliga a los que a ella se adhieren a depositar su fe en Mamón. La pregunta que debemos formularnos es muy sencilla: ¿en quién depositamos nuestra confianza? ¿en quién creemos? La fe en el Dios de la vida nos libera de la dominación de Mamón. Este es un ámbito en el que las iglesias tienen mucho que decir, es más, les incumbe hacerlo. Convertida en acciones oportunas, esta fe es el fundamento de la esperanza frente a la desesperanza que caracteriza a la situación actual - y no sólo en esta región del mundo.

SIRVAMOS A LA GENTE, NO AL PODER.

LLAMAMIENTO A LOS GOBIERNOS Y A LA OPINIÓN PÚBLICA DE LA REGIÓN

La mundialización altera radicalmente la naturaleza del poder. Los gobiernos elegidos democráticamente y sus representantes ante las organizaciones internacionales pierden su poder frente a burocracias internacionales cada vez más influyentes, a las empresas multinacionales, a los propietarios de los medios de comunicación y a diversos agentes en las esferas del capital financiero "mundial". Cuestionamos esas instancias de poder y las exhortamos a que actúen con mayor transparencia y responsabilidad y a que sean más representativas. Los pueblos del mundo deben ejercer un control sobre los procesos políticos y económicos mundiales. Para ello, es necesario democratizar las nuevas modalidades de toma de decisiones a nivel local, nacional e internacional..

Muchos procesos políticos y económicos requieren algún tipo de reglamentación a nivel internacional. Ahora bien, la necesidad de suscribir acuerdos internacionales no debe ser utilizada por el Estado a expensas de la debida protección de los sectores vulnerables.

En su forma actual, la mundialización económica amenaza valores como la justicia, la caridad, la paz y la moderación, que se arraigan en las tradiciones cristianas, y los sustituye por un consumismo desenfrenado y una creciente mercantilización de la sociedad. En ámbitos como la educación, la salud, las artes, los deportes, los medios de comunicación, el medio ambiente, e inclusive la seguridad, predominan las consideraciones de índole financiera. La rivalidad económica está menoscabando la cooperación social, con consecuencias nefastas para los sectores más vulnerables.

La idea rectora de nuestras recomendaciones es el tema bíblico del Jubileo (Lv 25, Dt 15, Neh5, Is 61, Lc 4). Todos los pueblos tienen derecho a disfrutar de los recursos vitales básicos y de las prestaciones públicas que les permitan vivir en la casa (oikonomia) de la creación de Dios. La economía debe estar siempre orientada a satisfacer las necesidades de la casa de Dios.

Estas ideas nos llevan a formular las siguientes recomendaciones:

Recomendaciones

  • No se debe permitir que las finanzas mundiales determinen el rumbo de las economías nacionales y regionales y que éstas estén subordinadas a las inversiones extranjeras directas y al capital especulativo. Recomendamos enérgicamente que los gobiernos se afanen por desarrollar sus economías nacionales, haciendo especial hincapié en el papel de la pequeña y la mediana empresa; los prevenimos contra la tendencia a dar prioridad a políticas centradas en las exportaciones a sus propias expensas.
  • Las iniciativas económicas locales deberán alentarse. Para ello es necesario fortalecer los gobiernos locales.
  • Las autoridades públicas, a todos los niveles, deben insistir en la necesidad de mantener una debida protección social para los pobres así como observar normas estrictas para la protección ambiental y resistir a la presión financiera internacional con objeto de eliminarlas.
  • Pedimos a los gobiernos que apoyen las acciones internacionales de los gobiernos y de las organizaciones de la sociedad civil que propugnan la regulación de la circulación del capital internacional especulativo a fin de democratizar el sistema monetario internacional. Pedimos, en especial a los países industrializados ricos, que brinden el mismo tipo de apoyo a los esfuerzos que se realizan a nivel internacional (como en el caso de Río y Kyoto) en favor de la protección del medio ambiente.
  • Las naciones que deseen ingresar a la Unión Europea deberán capacitar a sus electorados para que puedan tomar decisiones con conocimiento de causa, mediante una evaluación honesta y precisa de las repercusiones que tendría esa adhesión para la seguridad social y otras cuestiones de interés vital para los ciudadanos.
  • Los gobiernos deben proteger los valores culturales, la dignidad y los derechos de todos, mujeres y hombres, y su libre desarrollo.
  • Los recursos públicos, que desde una perspectiva cristiana deben estar al servicio del bien común, no deben ser privatizados de manera inconsiderada, sea en nombre de una ideología sea bajo la presión de donantes externos.
  • Pedimos a los gobiernos que sirvan a sus pueblos para que éstos puedan vivir con dignidad.

El poder no es un fin en sí mismo.

OPTEMOS POR LA VIDA, NO POR LA MUERTE

Llamamiento a las iglesias

La dominación de los ídolos de la competencia, el consumo y el confort es una realidad del día de hoy a la que tenemos que hacer frente. La concepción cristiana de oikonomia del mundo como casa de Dios, abarca las relaciones entre las personas y Dios, la armonía social y la coexistencia pacífica de los seres humanos con toda la creación divina. Ello hace que las iglesias y los cristianos deban dar el ejemplo al mundo y vivir de acuerdo con los principios de cooperación, interdependencia y compasión, profundamente arraigados en la base trinitaria de nuestra fe. Pedimos al Espíritu Santo que nos otorgue el don del discernimiento para interpretar los signos de nuestros tiempos y poder "discernir los espíritus".

Al cuestionar la mundialización económica, la iglesia se ve interpelada por las palabras de Jesús: "No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mt. 6:24). ¿Tendrán las iglesias el coraje de hacer frente a los "valores" de una forma de vida centrada en la ganancia como una cuestión que atañe a la fe, o optarán por retirarse a la esfera "privada»? Es la pregunta a la que nuestras iglesias deben responder - ¡o perderán su alma!

El mensaje del Evangelio, así como nuestras tradiciones, nos enseñan a no ser condescendientes con los poderes de este mundo y a no rehuir nuestras responsabilidades y refugiarnos en expresiones individuales de la fe. Las comunidades cristianas deben irradiar amor, alegría y paz, y atraer a otros a una nueva forma de vida. Exhortamos a las iglesias a que levanten su voz profética a fin de que se produzcan cambios por el bien de todos y cada uno en todas las partes del mundo. Nuestra misión es la de transformar la vida en nuestro entorno y atender a las necesidades de todos los seres humanos, especialmente a las de los que sufren, están oprimidos o marginados. Al hacerlo, estamos anunciando a Cristo.

Las iglesias deben plantearse seriamente las siguientes preguntas:

  • ¿Qué procesos a nivel de la política internacional y de la economía son causados por el desarrollo intrínseco del comercio, la circulación de información, el intercambio cultural, etc., y cuáles son los resultados de una "transformación mundial forzada", destinada a garantizar la dominación de los países ricos, y de sus grupos económicos y políticos?
  • ¿Qué aspectos positivos de la creciente cooperación internacional pueden hacer avanzar la misión cristiana de palabra y obra?
  • ¿Cómo pueden ser preservados y afirmados los valores, las tradiciones y las culturas de los cristianos en el contexto de la mundialización?

    La economía y los centros de poder mundiales deben ser llamados a rendir cuentas ante una sociedad civil internacional bien armada para defender y promover ampliamente los intereses sociales. Las consecuencias sociales adversas de la mundialización deben ser contrarrestadas mediante una efectiva atención de las necesidades de los pobres, los vulnerables y los excluidos. Las organizaciones cristianas internacionales pueden servir de marco para una cooperación abierta y sensible a los otros, incluidas las organizaciones como los centros de investigación, los sindicatos, los movimientos ecológicos y las comunidades de creyentes de las religiones mundiales.

Recomendaciones

Hacemos un llamamiento a las iglesias:

  • A que se opongan a las políticas sociales contraproducentes, especialmente al dumping social y fiscal y a preservar la dignidad de los trabajadores.
  • A que apoyen las alternativas económicas y culturales a la homogenización, en particular el desarrollo de las pequeñas empresas, los mecanismos locales de ahorro y crédito, los sistemas independientes de intercambio de la información y los esfuerzos para proteger y revitalizar las culturas e identidades nacionales mediante la tolerancia mutua y el diálogo.
  • A que alienten un proceso de desarrollo local que tenga en cuenta las expectativas, las tradiciones y las formas de vida de la gente en sus propias comunidades y apoye sus iniciativas.
  • A que intensifiquen sus esfuerzos en el ámbito de la asistencia caritativa y de la defensa de las medidas sociales.
  • A que sensibilicen a la opinión pública acerca del hecho de que la integración conlleva tensiones étnicas y religiosas cada vez mayores en algunas partes del mundo y divisiones en otras, y a que investiguen las causas de esas situaciones de conflicto, que se manifiestan no sólo en esas regiones específicas, sino también en la esfera de la política y de la economía internacionales.
  • A que tengan presente que las familias constituyen sus pilares fundamentales y que, por lo tanto, es necesario fortalecerlas. Las crisis de la familia ocasionadas por la industrialización forzada, y ahora por la mundialización, requieren que se redescubran ciertos valores morales, los vínculos entre las generaciones, el respeto de la paternidad y la maternidad y el lugar de la mujer en la familia y la sociedad.
  • A que den prioridad a la protección del medio ambiente en la reflexión y la acción social de los cristianos. Mucho más importante que la economía, son la "sociedad y las comunidades viables y duraderas". En este sentido, la Red Cristiana Europea para la Protección del Medio Ambiente constituye un contacto valioso.

    Instamos a las iglesias de la región a que intensifiquen sus esfuerzos para sensibilizar a la opinión pública por lo que respecta a la mundialización y sus consecuencias. Es necesario informar a la gente acerca de las decisiones que toman los respectivos gobiernos junto con las instituciones internacionales para que pueda influir sobre esas decisiones. Las iglesias pueden ser portavoces de las preocupaciones de la gente común ante las autoridades.

Instamos a las iglesias y a los grupos ecuménicos de la región a que utilicen la experiencia y las relaciones que en materia de cuestiones económicas poseen ciertas organizaciones relacionadas con las iglesias, como el Centre for Networking, Training and Development (Centro para la formación de redes, la capacitación y el desarrollo), establecido bajo los auspicios del European Contact Group (Grupo de Contacto Europeo), la Work and Economy Network (Red sobre Trabajo y Economía) y la Academia Ecuménica de Praga.

Pedimos a las iglesias de la región que respondan de manera más concreta a la invitación del CMI a que reflexionen acerca del proceso de la KEK sobre el papel de las iglesias en la integración europea y al llamamiento de los participantes en la Asamblea General de la ARM en Debrecen en favor del compromiso en un proceso de reconocimiento, educación y confesión por lo que respecta a la injusticia económica y la destrucción del medio ambiente (processus confessionis).

Hacemos un llamamiento a las iglesias de Occidente a que se opongan a las fuerzas destructivas de la mundialización económica y a que defiendan y promuevan la causa de la justicia social a nivel mundial.

Pedimos a las iglesias y a los pueblos de Occidente que ejerzan su influencia sobre la opinión pública y hagan todo lo posible por persuadir a los encargados de tomar las decisiones en la esfera de la política, la economía y de otros aspectos de la vida de la sociedad a que pongan un freno a la explotación y la exclusión de la mayoría de la población del mundo y a la destrucción del planeta de que son responsables los países industrializados occidentales.

Pedimos a las iglesias que ayuden a sus fieles a redescubrir los tradicionales valores cristianos de moderación y ascetismo (la sencillez de vida), y difundan esos valores en sus sociedades como una manera de contrarrestar el individualismo y el consumismo, y de sentar las bases para un desarrollo económico y social alternativo..

Apoyamos con firmeza el "Mensaje a las Iglesias del Norte" de los participantes en el Simposio Ecuménico sobre las consecuencias de la mundialización de la economía (Bangkok, Tailandia, 12 al 15 de Noviembre de 1999), cuyo texto fue distribuido en nuestra reunión.

Reafirmamos nuestra solidaridad con las iglesias del Sur. A esta parte de Europa le cabe una responsabilidad considerable por lo que respecta a la evolución de la situación de los países del Sur, tanto positiva como negativa.

Actualmente nuestros pueblos se enfrentan con problemas y desafíos similares y nos necesitamos unos a otros para encontrar soluciones. En espíritu de cooperación ecuménica, exhortamos al CMI y a otras organizaciones ecuménicas para que apoyen la cooperación y la formación de redes entre las iglesias de Europa central y oriental y las iglesias del Sur, en particular con fines de consulta sobre cuestiones relacionadas con la mundialización.

Es apremiante la necesidad de establecer contactos a escala mundial entre cristianos y no cristianos en relación con los problemas de la mundialización, especialmente entre parroquias o entre grupos de investigadores, por ejemplo, entre una Radio Reformada de Hungría y un periódico católico de Indonesia y un estudio de televisión musulmán en Kazajstán. Las organizaciones ecuménicas e interreligiosas desempeñarán un papel fundamental en el desarrollo de esta red. No debemos permitir que el espíritu de este mundo nos separe. La difícil realidad que enfrentamos exige respuestas que sólo podemos encontrar juntos.

Reconocemos la labor realizada por las iglesias anglicana, católica, ortodoxa y protestante así como por las organizaciones cristianas internacionales, que han estudiado los problemas que plantea la mundialización y han actuado en consecuencia. Debemos alentar el proceso iniciado por el Consejo Mundial de Iglesias y la Alianza Reformada Mundial para que pueda continuar y ampliarse.

Nos comprometemos a dar el debido seguimiento a esta consulta en la región de Europa central y oriental.