El siguiente informe fue presentado ante la Asamblea y recibido por ésta. Sus resoluciones fueron propuestas por el Comité de Cuestiones de Actualidad y aprobadas por la Asamblea mediante el método de consenso. Disintieron algunos delegados en la Asamblea tal como se registra en las notas finales.

1. El agua es símbolo de vida. La Biblia afirma que el agua es la cuna de la vida, la expresión de la gracia de Dios concedida perpetuamente a toda la creación (Gen 2:5ss.). Es la condición básica de toda la vida sobre la tierra (Gen 1:2ss.) y ha de conservarse y compartirse en beneficio de todas las criaturas y de toda la creación. El agua es fuente de salud y bienestar y exige de nosotros, los seres humanos, una acción responsable, como copartícipes y sacerdotes de la Creación (Rom 8:19 ss., Apoc. 22). Como iglesias, estamos llamados a participar en la misión de Dios de engendrar una nueva creación en la que se asegure a todos vida en abundancia (Juan 10:10; Amós 5:24). Por ello, hay que denunciar y actuar cuando el agua que da la vida se halla amenazada de forma tan sistemática y generalizada.

2. El acceso a suministros de agua potable es una cuestión cada vez más urgente en todo el planeta. La supervivencia de 1.200 millones de personas se halla actualmente en peligro por falta de servicios suficientes de agua y saneamiento. El acceso desigual al agua causa conflictos entre personas, comunidades, regiones y naciones. También la biodiversidad está amenazada a causa del agotamiento y la contaminación de los recursos de agua dulce o de los efectos de grandes embalses, la explotación minera en gran escala y los cultivos intensivos (de regadío), lo que provoca frecuentemente el desplazamiento obligado de personas y el trastorno del ecosistema. La integridad y el equilibrio del ecosistema son decisivos para garantizar el acceso al agua. Los bosques constituyen una parte indispensable del ecosistema de aguas y es necesario protegerlos. Contribuyen a agravar la crisis el cambio climático y la intensificación de sus efectos causada por fuertes intereses económicos. Se trata cada vez más el agua como un bien comercial sujeto a condiciones de mercado.

3. La escasez de agua es también una fuente creciente de conflictos. Los acuerdos sobre cursos de agua y cuencas fluviales internacionales deben ser más concretos, establecer medidas para hacer cumplir los tratados e incorporar mecanismos detallados de solución de conflictos en casos de controversia.

4. Hay respuestas positivas y creativas, tanto en el ámbito local como en el internacional, para dar mayor relieve al testimonio cristiano sobre los problemas del agua.

5. Las iglesias del Brasil y Suiza, por ejemplo, han hecho una Declaración ecuménica conjunta sobre el agua como derecho humano y bien público común, que constituye un ejemplo excelente de cooperación ecuménica. El Patriarca Ecuménico Bartholomew afirma que el agua nunca puede considerarse o tratarse como propiedad privada ni convertirse en medio y fin de intereses individuales. Subraya que la indiferencia frente a la vitalidad del agua constituye tanto una blasfemia contra el Dios Creador, como un crimen contra la humanidad. Las iglesias de varios países y sus ministerios especializados se han unido en una Red del Agua para trabajar en favor del suministro de agua potable y servicios sanitarios adecuados y defender el derecho al agua. El acceso al agua es ciertamente un derecho humano. Las Naciones Unidas han organizado la celebración de un Decenio Internacional para la Acción "El agua, fuente de vida", 2005 - 2015.

6. Es imprescindible que las iglesias y los organismos cristianos trabajen unidos y cooperen con otros copartícipes, incluidas otras tradiciones religiosas, y las ONG, en particular las organizaciones que trabajan con poblaciones vulnerables y marginadas, que tienen convicciones éticas similares. Es necesario empeñarse en debates y actividades en relación con las políticas hidrológicas, incluyendo el diálogo con los gobiernos e instituciones multilaterales y empresariales. Esto es esencial para promover la importancia del derecho al agua y poner de relieve otras formas posibles de vivir, que son mucho más respetuosas con los procesos ecológicos y más sostenibles a largo plazo.

Resolución:

La Novena Asamblea, reunida en Porto Alegre, Brasil, del 14 al 23 de febrero de 2006:

a) aprueba la declaración sobre el Agua para la Vida y pide a las iglesias y asociados ecuménicos que trabajen unidos con el fin de:

b) promover la toma de conciencia y adoptar todas las medidas necesarias para conservar los recursos hídricos y protegerlos del consumo excesivo y la contaminación, como parte integrante del derecho a la vida;

c) desplegar esfuerzos de sensibilización para la elaboración de instrumentos y mecanismos jurídicos que garanticen el cumplimiento del derecho al agua como derecho humano fundamental a nivel local, nacional, regional e internacional;

d) fomentar la cooperación de las iglesias y los interlocutores ecuménicos en los objetivos relacionados con el agua mediante la participación en la Red Ecuménica del Agua;

e) apoyar iniciativas basadas en las comunidades, destinadas a potenciar a la población local para que controle, gestione y regule de manera responsable los recursos hídricos, e impedir su explotación para fines comerciales;

f) instar a los gobiernos y organismos internacionales de ayuda a que den prioridad y asignen suficientes fondos y otros recursos a programas encaminados a que las comunidades locales tengan acceso al agua y promover también el desarrollo de sistemas y proyectos de servicios sanitarios adecuados, teniendo en cuenta las necesidades de las personas con discapacidades para que tengan acceso a estos servicios de agua dulce y sanitarios;

g) vigilar las controversias y los acuerdos relacionados con los recursos hídricos y las cuencas fluviales, con el fin de garantizar que dichos acuerdos contengan disposiciones detalladas, concretas y claras para la solución de los conflictos;

h) contribuir al Decenio Internacional para la Acción "El agua, fuente de vida", 2005 - 2015, examinando y destacando las dimensiones éticas y espirituales de la crisis del agua.