Jóvenes en favor de la unidad, la justicia y de una comunidad incluyente

Trece jóvenes nos reunimos en Antelias, Líbano, del 14 al 16 de noviembre -por invitación del Consejo Mundial de Iglesias y hospedados por la Iglesia Apostólica Armenia (Cilicia)- para reflexionar juntos sobre una nueva configuración del movimiento ecuménico. A partir de la rica diversidad de nuestras experiencias, hemos compartido nuestros sueños y nuestras visiones de futuro.

Nos encontramos en un tiempo de rápido cambio en las circunstancias mundiales. La situación mundial se caracteriza por conflictos violentos, un distanciamiento creciente entre ricos y pobres, injusticia económica, la pandemia del VIH/SIDA y la degradación medioambiental, por referirnos sólo a algunos grandes rasgos del momento. En las vidas rotas de millones, vemos el sufrimiento de Cristo y oímos su llamado a la justicia y la sanidad. Al mismo tiempo, crece en intensidad el clamor en favor de una acción cristiana más resuelta y concertada.

Afirmamos en consecuencia la necesidad de replantear la visión y la dirección del movimiento ecuménico y de mirar más allá de las estructuras y fórmulas organizativas actuales. La palabra misma "movimiento" implica dinamismo, autoevaluación constante, y cambio.

Pese al descenso en la presencia y la actividad de los jóvenes en las iglesias en casi todo el mundo, muchos jóvenes cristianos siguen apasionadamente comprometidos con el movimiento ecuménico. Ello nos da esperanza y aliento. Sin embargo, somos testigos de que su deseo de resolver los actuales problemas de la "oikoumene" encuentra expresión cada vez más fuera de las iglesias y de las organizaciones ecuménicas. Este hecho pone en cuestión la relevancia del movimiento ecuménico.

Nuestra visión del movimiento ecuménico

"Hagamos juntos lo que juntos podemos hacer.
Lo que creemos que no podemos hacer juntos - busquemos juntos la manera de hacerlo juntos."
(1)

Imaginamos un nuevo movimiento ecuménico caracterizado por un compromiso renovado de las iglesias y las organizaciones ecuménicas. Por su propia esencia, la iglesia ha de ser ecuménica, y no se trata de una simple cuestión de relaciones exteriores. Una nueva comprensión del papel del movimiento ecuménico surgirá de una "nueva" comprensión de la misión de la iglesia como comunidad incluyente al servicio de la vida, no solo para los cristianos, sino para todo el pueblo de Dios, para la creación, para toda la "oikoumene".

El siglo XXI verá a las iglesias en una misma comunidad eucarística, orando y actuando juntas por una "oikoumene" reconciliada y sanada en la unidad visible. El movimiento ecuménico del siglo XXI debe ofrecer un espacio seguro para el diálogo sincero y respetuoso que, más allá del "ecumenismo confortable", fomente una relación de amor entre las partes cuyos valores básicos sean la confianza, la mutua responsabilidad y el compromiso duradero.

Soñamos con un movimiento ecuménico en el que los jóvenes, con todos sus talentos y habilidades, asuman un papel y un liderazgo activos en todas sus dimensiones. El movimiento ecuménico da testimonio de la naturaleza incluyente de la iglesia como cuerpo de Cristo. En su diversidad radica toda su fuerza y su riqueza. El movimiento ecuménico del siglo XXI tiene que ser propiedad de todas las iglesias y organizaciones ecuménicas. Abarcar la diversidad es esencial para la sostenibilidad del movimiento ecuménico como movimiento del pueblo en el que el pueblo traza el programa.

"Mi pan es una cuestión material. El pan de mi prójimo es un asunto profundamente espiritual." (2)

Nuestra actitud ante el dinero es una cuestión espiritual. En el espíritu de servicio, amor y justicia, el ecumenismo supondrá dar no menos de lo que podemos dar. Esperamos que las organizaciones ecuménicas y las iglesias trabajen juntas por la justicia sobre la base de su fe común, arraigada en la Biblia, y transformen las estructuras injustas. Compartiendo recursos materiales y no materiales, dones, experiencias y capacidades, pero también cargas y deberes, manifestaremos nuestra unidad en Cristo. El dinero debe estar al servicio de las decisiones, no comprar las decisiones.

El movimiento ecuménico está llamado a ofrecer una alternativa a la globalización. Las iglesias y las organizaciones ecuménicas necesitan pensar ecuménicamente y actuar localmente. El ideal de una "ecumenización" como proceso opuesto a la globalización nos conducirá a una comunidad mundial dentro de un total respeto a la diversidad de sus miembros.

El movimiento ecuménico, profundamente arraigado en las realidades y tradiciones de nuestras iglesias y organizaciones ecuménicas, tiene que ser un movimiento de todos, no de una simple pandilla de "ecumeníacos". Para ello es preciso "poner de moda" la formación ecuménica, compartiendo sabiduría y conocimientos, educación y formación permanente para personas de todas las edades y categorías.

El siglo XXI necesita cohesión y transparencia en la cooperación de grupos, y órganos ecuménicos fuertes en los planos local, nacional, regional y mundial. Dada la complejidad de muchos de los problemas con los que el mundo se enfrenta, el movimiento ecuménico necesita conectar la voz profética de la iglesia con las voces de organizaciones y movimientos populares que luchan en pos de los mismos objetivos.

Nuestra visión es que las iglesias impulsoras del movimiento ecuménico en el siglo XXI consideren a las personas de otras religiones como parte de la casa de Dios. El diálogo cotidiano enraizado en la vida ofrece una base para las relaciones y la cooperación pacíficas y constructivas.

Nuestras recomendaciones sobre la manera de proceder a una nueva configuración

La reflexión sobre una nueva configuración debería continuar en todos los niveles (mundial, regional, nacional y local) con aportes de todas las entidades y organizaciones ecuménicas. Debería basarse en las realidades populares, tanto en la iglesia como en la sociedad.

Personas de diversas procedencias deberían intervenir en este proceso, dando cabida a distintas edades, hombres y mujeres, grupos étnicos, grupos de pueblos indígenas, personas con orientación sexual diferente y discapacitados.

El movimiento ecuménico se inició el siglo pasado entre jóvenes, con el liderazgo de la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos (FUMEC), la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA) y la Asociación Cristiana Femenina Mundial (YWCA). Esto nos recuerda el importante papel que pueden desempeñar los jóvenes. Animamos pues calurosamente a los jóvenes de todas las organizaciones juveniles ecuménicas a ser parte integrante de este proceso.

Como jóvenes, aceptamos plenamente esta responsabilidad. Estamos dispuestos a riesgos y a pasos audaces, abriéndonos a la acción del Espíritu Santo.

Sobre todo, revestíos de amor, que todo lo une en perfecta armonía.
Colosenses 3:14

Notas:
(1) Paráfrasis de lo que se conoce como el "Principio de Lund" (Tercera Conferencia Mundial de Fe y Constitución, Lund, Suecia, 1952), segun el cual las iglesias deben "actuar juntas en todos los asuntos excepto en aquéllos en los cuales profundas diferencias de convicción las obligan a actuar separadas".
(2) Afirmación frecuentemente atribuida al filósofo ruso Nicolás Berdiaef.