Un grupo de personas diversas -teólogos, dirigentes de iglesias, sociólogos, ecumenistas y otros- se reunieron del 17 al 20 de noviembre de 2003, por invitación del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), para reflexionar sobre la reconfiguración del movimiento ecuménico. Aunque los participantes acudieron a la consulta a título personal y no como representantes de sus organizaciones, procedían de diferentes ámbitos eclesiásticos, tradiciones y regiones del mundo. Enriqueció la reunión la participación de jóvenes que se habían reunido por separado días antes para debatir sobre el mismo tema.

Antelias, Líbano, sede del Catolicosado Armenio de Cilicia, fue el lugar de la consulta en el que los participantes disfrutaron de la cálida hospitalidad de su santidad Aram I, moderador del Consejo Mundial de Iglesias, y de la oportunidad de unirse a las oraciones matutinas de la comunidad y aprender más sobre las ricas tradiciones de esta antigua iglesia.

Las realidades de la política mundial irrumpieron en la consulta cuando el Líbano cambió sus reglas sobre visados para ciudadanos de algunos países, con la consecuencia de que algunos participantes llegaron con uno o dos días de retraso y para otros fue totalmente imposible llegar. Los participantes agradecieron los esfuerzos incansables del Catolicosado para ayudar a participantes varados en aeropuertos de Asia, Oriente Medio y Europa.

La consulta de Antelias sobre reconfiguración ecuménica tenía por objeto:

  • analizar los principales desafíos presentados por la cambiante situación del mundo y sus consecuencias para la configuración del movimiento ecuménico
  • identificar los sectores principales de cambio y renovación necesarios para una reconfiguración, y
  • diseñar un proceso de consulta y estudio conducente a un informe sobre reconfiguración del movimiento ecuménico para presentarlo al Comité Central del CMI en 2005 y posiblement a la Asamblea del mismo (2006).  

No se pidió al grupo -que tampoco tenía autoridad para ello- que propusiera una nueva configuración del movimiento ecuménico. Deberán realizarse debates en muchos foros diferentes durante un tiempo prolongado. En cambio, con la ayuda de un facilitador externo experimentado, se animó a los participantes a iniciar el proceso de reflexión sobre los desafíos presentados por el mundo de hoy y sobre la visión y los valores del movimiento ecuménico.

Un contexto cambiante

El mundo ha cambiado enormemente en los más de 50 años transcurridos desde el establecimiento del Consejo Mundial de Iglesias. Los participantes consideraron algunos de los efectos de la globalización económica, el crecimiento explosivo de las comunicaciones, la importancia creciente de la sociedad civil, el papel más destacado de la religión en la vida pública, y los profundos cambios en las iglesias en las cinco últimas décadas. Pero se dieron cuenta de que tan solo arañaban la superficie al analizar estos cambios. Se precisará un análisis mucho más profundo para comprender los cambios políticos, económicos, sociales y culturales que constituyen el contexto del movimiento ecuménico para que las iglesias puedan reforzar su testimonio y su servicio. Como los análisis se ven inevitablemente condicionados por el contexto en el que se realizan, será importante compartir nuestros análisis unos con otros.

Nuestra visión, nuestros valores

Desde sus comienzos, el movimiento ecuménico se ha aplicado a perseguir los objetivos de la unidad visible de la iglesia y del testimonio y el servicio comunes al mundo. Los participantes en la reunión de Antelias reflexionaron sobre la pertinencia de esta visión a la luz de las nuevas realidades mundiales y afirmaron que ambos objetivos del movimiento ecuménico siguen siendo pertinentes. La unidad y el testimonio y el servicio comunes al mundo no se excluyen entre sí, sino que se enriquecen mutuamente.

Hubo un debate considerable sobre los valores comunes subyacentes en el movimiento ecuménico: la integridad de la iglesia cristiana como el cuerpo de Cristo, la base de fe convenida del Consejo Mundial de Iglesias y un compromiso común con la reconciliación como base para la transformación. La reunión convino en que los valores comunes relevantes en el pasado son también importantes en este proceso: participación, comunidad, justicia, diaconía, equidad, vulnerabilidad, transparencia, suficiencia, respeto mutuo y solidaridad. Se señaló también que éstos son valores que sustentan un pacto mutuo y por ende implican compromiso mutuo.

Reflexiones desde Antelias

Un mundo ecuménico con muchos actores

El movimiento ecuménico de hoy se caracteriza por un rico surtido de actores ecuménicos, tales como iglesias, órganos conciliares (por ejemplo el CMI, organizaciones ecuménicas regionales y consejos nacionales de iglesias), comunidades y asociaciones regionales y subregionales, agencias ecuménicas o ministerios especializados, organizaciones ecuménicas internacionales, comuniones cristianas mundiales, comunidades ecuménicas, organismos misioneros, etcétera. Las relaciones entre estos actores ecuménicos son enormemente variables. Por ejemplo, las iglesias son a menudo miembros de varios órganos conciliares y sus comuniones cristianas mundiales, sin dejar de participar activamente en organizaciones ecuménicas internacionales. Agencias ecuménicas o ministerios especializados pueden tener estrechas relaciones con órganos conciliares, organizaciones ecuménicas internacionales y algunas comuniones cristianas mundiales mientras tienen una relación menos directa con las iglesias.

Aunque las relaciones entre interlocutores ecuménicos evolucionan constantemente, los participantes en la reunión de Antelias convinieron en la necesidad de seguir reflexionando colectivamente sobre la configuración futura del movimiento ecuménico. Como resumió uno de los grupos de trabajo: "El desafío es proponer una reconfiguración dentro del movimiento ecuménico con miras a una cooperación más efectiva y una mayor coherencia en nuestro testimonio y servicio a la unidad de la iglesia y a la plenitud e integridad de la vida."

¿Qué significa reconfiguración?

En el curso de los debates quedó claro que la palabra "reconfiguración" puede interpretarse de tres maneras diferentes.

Una se refiere al "ensanchamiento del movimiento ecuménico" alcanzando a iglesias como la Iglesia Católica Romana y las iglesias pentecostales y evangélicas y buscando un mayor compromiso con ellas. Se recordó a los participantes que el Foro Cristiano Mundial, creado tras la Asamblea de Harare de 1998, es un proceso en marcha que congrega en torno a una misma mesa a representantes de todas las principales tradiciones cristianas, ampliando el círculo para incluir especialmente a aquellas que hasta ahora no han conversado entre sí. Los participantes apoyaron este proceso de ensanchamiento del círculo, pero reconocieron que este objetivo se persigue en gran medida en otros foros.

Una segunda manera de entender la reconfiguración se refiere al proceso de "profundizar las relaciones fraternales" entre las iglesias. Este énfasis en las relaciones entre las iglesias y los actores ecuménicos es central en el movimiento ecuménico, pero se realiza básicamente de otras maneras, como en los importantes debates bilaterales que tienen lugar entre las iglesias.

Una tercera perspectiva concierne a la cuestión de cómo pueden reforzarse las relaciones entre los actuales actores ecuménicos en beneficio de la mayor coherencia y efectividad de nuestro trabajo. Se suscitan así cuestiones sobre las relaciones entre nuestras estructuras y la medida en que nuestras acciones se complementan entre sí.

Está claro que estas tres maneras de entender la reconfiguración están relacionadas. Pueden y deben reforzarse las maneras en que colaboran los actuales actores ecuménicos de forma que se invite a otros a entrar en el proceso, en lugar de crear nuevas barreras entre organizaciones cristianas. Análogamente, progresos ecuménicos entre las iglesias no sólo profundizan las relaciones entre ellas, sino que contribuyen a una mayor coherencia en la tarea común. Prestando atención a la manera en que se relacionan entre sí los actores ecuménicos, esperamos ser más efectivos en nuestros ministerios y dar mejor testimonio del Dios a quien servimos

El grupo suscribió con fuerza el llamamiento en favor de nuevos debates sobre reconfiguración ecuménica, haciendo hincapié en la tercera manera de entender el fortalecimiento de las relaciones entre actores ecuménicos para conseguir una mayor efectividad de nuestro trabajo. Estos debates son aptos para revitalizar el movimiento ecuménico y asegurar que nuestras estructuras y nuestras acciones respondan a las realidades mundiales cambiantes.

¿Por qué reconfiguración?

Los participantes señalaron muchas razones por las que se necesita actualmente una reconfiguración del movimiento ecuménico:

  • para dar a nuestras estructuras agilidad y capacidad para responder rápidamente a los cambios mundiales;
  • para desarrollar nuevas metodologías y renovar la confianza de las iglesias frente a las fuerzas de la globalización y la hegemonía;
  • para reforzar oportunidades para que todas las iglesias, incluidas las que no participan activamente en órganos conciliares, colaboren más efectivamente;
  • para asegurar que las estructuras ecuménicas reflejen las realidades en el mundo y en las iglesias, haciéndose menos eurocéntricas y más atentas a las iglesias del Sur
  • para responder a la frustración de las iglesias a las que se pide que participen en muchas estructuras ecuménicas a muchos niveles;
  • para reforzar la coherencia en nuestros programas y evitar duplicaciones en nuestras actividades;
  • para responder al hecho de que operamos en un mercado caracterizado por la competencia por dinero, medios de información de masas, suministros de ayuda, y socios;
  • para hacer valer las contribuciones de agencias o ministerios especializados como parte integrante de la familia ecuménica y para reconocer que algunas agencias o ministerios especializados aspiran a una más estrecha cooperación unas con otras con objeto de responder a las presiones de un ambiente competitivo y de cumplir mejor sus mandatos;
  • para reforzar la base del movimiento ecuménico y para conectar con las bases populares; para aumentar la coherencia de nuestro trabajo común, reconociendo nuestra vulnerabilidad mutua, informándonos recíprocamente sobre nuestras acciones, practicando el autocontrol y cuidándonos mutuamente.

Llamado a un amplio proceso participativo

Las preguntas en torno a la reconfiguración del movimiento ecuménico son demasiado importantes para dejarlas a un pequeño grupo de personas. Los procesos de debate y reflexión deben buscar la participación de todos los interesados en el ecumenismo, tanto los que forman parte de órganos conciliares como los que intervienen en muchas otras expresiones dinámicas del compromiso ecuménico. En este proceso, será importante reconocer y respetar el hecho de que diferentes protagonistas tienen diferentes procedimientos de consulta y toma de decisiones.

Pasa sacar adelante este proceso se precisan procedimientos fuertemente participativos. En particular, es esencial recentrar los procesos en el Sur, para que una nueva configuración responda a las realidades del cristianismo mundial.

Pasos siguientes

El CMI invitará a las iglesias y a los interlocutores ecuménicos (actuales o potenciales) a entrar en este diálogo sobre reconfiguración. A partir de sus respuestas a la invitación de participar en el proceso, el CMI convocará en el plazo de un año una reunión de representantes de iglesias e interlocutores interesados en participar en los debates sobre reconfiguración ecuménica. El CMI consultará también con otras iglesias que son parte del movimiento ecuménico, como la Iglesia Católica Romana, para estimular su participación en los debates sobre reconfiguración. Análogamente, se pondrá interés en informar a las iglesias evangélicas y pentecostales sobre este proceso y en invitarlas a participar de maneras apropiadas. El papel del CMI consistirá en facilitar esta primera reunión de representantes sobre reconfiguración, pero la reunión misma decidirá cómo ha de proseguir el proceso (procedimientos, tareas, plazos, etcétera). Aunque el CMI presentará informes parciales a su Comité Central, el proceso será conducido por las organizaciones participantes a la luz de las necesidades de sus propios representados. Durante el período previo a esta reunión, los participantes en la consulta de Antelias convinieron en ofrecer al proceso el asesoramiento y el apoyo necesarios.