(de una oración pronunciada por Chiara Lubich en el Consejo Mundial de Iglesias, el 28 de octubre de 2002)

Señor, Tú que dijiste: "Donde dos o más están reunidos en mi nombre [en mi nombre], yo estoy en medio de ellos" (Mt 18,20), provoca en todos nosotros un gran respeto fraterno, una profunda escucha recíproca, enciende el amor recíproco que permita, más aún, que merezca tu presencia en medio de nosotros.

Porque, lo sabemos, Señor: "Sin ti no podemos hacer nada" (Cf. Jn 15,5)

Pero, contigo en medio de nosotros, podremos recibir la iluminación con tu luz, y podemos ser guiados, sostenidos, alimentados y alentados durante nuestra peregrinación común, una peregrinación de unidad, justicia y paz

Tú conoces nuestras respectivas funciones en nuestras iglesias, por las que hacemos grandes esfuerzos: para caminar y trabajar junto con otros muchos en el mundo cristiano, para que la comunión plena y visible entre las Iglesias un día llegue a hacerse realidad.

Sabemos que esto exige casi un milagro. Por eso te necesitamos a ti, Jesús.

Nosotros, por nuestra parte, en este momento en que el Consejo Mundial de Iglesias celebra su 70º aniversario, antes de emprender esta ardua tarea, y siendo siempre "siervos  inútiles e infieles", no podemos dejar de abrirte nuestro corazón y desvelarte los sentimientos más profundos.

Sobre todo sentimos la necesidad de pedirte perdón, en nuestro nombre  y en el de nuestras hermanas y hermanos cristianos de todos los tiempos, perdón por haber lacerado desconsideradamente tu túnica y haberla reducido a tantos pedazos; y por haberla mantenido así, quedándonos indiferentes.

Al mismo tiempo, no podemos dejar de alimentar una ardiente esperanza en tu misericordia, mucho mayor que nuestro pecado, y capaz no sólo de perdonar sino de olvidar.

De la misma manera no podemos negar una fe grande en tu inmenso amor, que sabe sacar el bien de todos los  males, si se cree en ti y se te ama.

Todo esto arde en nuestro corazón, Jesús, en este momento en que celebramos un aniversario tan importante para el conjunto de la “comunidad de iglesias” del CMI y para muchos asociados ecuménicos y compañeros que caminan juntos en una peregrinación común, a imagen de tus discípulos que marcharon juntos hacia Emaús.

Añadimos el ferviente deseo de expresar nuestro agradecimiento, no solo por los 70 años del Consejo Mundial de Iglesias, sino también por lo que, por tu gracia e impulsados por el Espíritu Santo, los cristianos de muchas Iglesias han logrado desde hace casi un siglo.

Han trabajado para alcanzar un acercamiento recíproco en un fecundo diálogo de amor, un intenso trabajo teológico, una general sensibilización del pueblo a la necesidad de la unidad.

Por ello, - déjanos decírtelo, Señor - si bien ante una siempre viva y dolorosa situación de la "todavía no plena unidad", sentimos ese optimismo cristiano que tu infinito amor no puede dejar de provocar.

Y ahora, nos comprometemos a seguir juntos en nuestra peregrinación, con la seguridad de que Tú, que sabes vencer al mundo, sabrás ayudarnos también a que cooperemos contigo para mostrar un día tu testamento realizado aquí en la Tierra. El mismo, por la unidad alcanzada, podrá testimoniar al mundo que eres el Rey y Señor de los corazones y de los pueblos. Amén