Disponible también en coreano.

Señor, antaño éramos un solo país. Uno éramos hace cien años, cuando reclamamos la liberación de Corea de la tiranía del imperialismo japonés. Uno éramos cuando rompimos las cadenas tras 36 años y reclamamos la libertad para cada rincón de la península coreana. Habíamos sido uno durante 5.000 años. Gracias, Señor, por tu gracia, que nos llevó a ser uno.

Señor, estábamos divididos por fuerzas extranjeras. Aunque hemos luchado para crear un mundo en que uno pueda moverse libremente, sin erigir barreras ni divisiones, incluso en la excitación posterior a la liberación del gobierno colonial japonés, quedaban brechas bajo las heridas profundas. No queríamos una relación sin conexión, pero las potencias extranjeras circundantes hicieron la vista gorda a nuestras aspiraciones, y persiguieron sus propios intereses. La emoción de la independencia de Corea pronto se transformó en un doloroso periodo de nuestra historia. Oh, Señor, escucha nuestras oraciones para que podamos volver a ser uno.

Señor, te suplicamos: que nunca más pretendamos librar una guerra en esta tierra, y que fundemos nuestro régimen permanente y pacífico del que ninguna potencia extranjera pueda aprovecharse. Incluso cuando las naciones poderosas sean indiferentes a nuestra paz y nuestra seguridad, y prefieran atender a sus propios intereses, que nada pueda impedirnos avanzar hacia la paz si mantenemos unidos nuestros corazones, nuestras voluntades y nuestras fuerzas. Recordemos que debemos forjar nuestro propio destino. Señor, haznos uno.

Señor, oramos para que el sur y el norte, el norte y el sur, vivan apoyándose el uno en el otro. Oramos para que cuando el sur tenga necesidades, el norte pueda colmarlas, y que cuando el norte tenga necesidades, entonces el sur pueda colmarlas; y así podamos vivir ayudándonos mutuamente. El sur y el norte, el norte y el sur, quieren construir un mundo feliz y próspero. En un mundo de feroz competencia mundial, creemos que la promoción de la prosperidad común entre norte-sur, sur-norte, es la única manera de vivir, y creemos en la sabiduría de la coprosperidad, que promete estabilidad y abundancia futuras. Aplicando esa sabiduría, retomemos el complejo industrial de Kaesong, que ha estado cerrado durante demasiado tiempo, y hagamos que sea posible disfrutar de nuevo de la belleza de los paisajes del monte Kumgang, que no puede seguir más tiempo en el olvido. No nos dejes caer en la insensatez de calibrar erróneamente nuestras capacidades u obligaciones, y danos la valentía para cumplirlas firmemente en aras de la prosperidad del sur y del norte, del norte y del sur.

Señor, escucha las oraciones de tus amados cristianos de todo el mundo por la paz y la prosperidad en la península de Corea. Que las gentes del norte y del sur, del sur y del norte, se saluden con una sonrisa, y que Corea del Norte y los Estados Unidos de América establezcan un tratado de paz que ponga fin a las hostilidades. La paz es lo que el sur y el norte, el norte y el sur, desean compartir, de acuerdo con nuestra propia voluntad. Señor, danos la paz. Que no haya potencia alguna capaz de bloquear la gracia del Señor de la Paz. No rehuyamos nuestra obligación ni nos demoremos por razón alguna. Ahora, en este momento, danos fe con capacidad de amar. Haz que las fervientes oraciones de los cristianos de todo el mundo florezcan en nuestros corazones y en cada rincón de la península coreana como una flor de esperanza.

Señor, que esta oración de hoy, que fluye desde el monte Baekdu hasta el monte Halla, resuene desde todos los puntos por todo el planeta, para que los cristianos del norte y del sur, del sur y del norte, recuperen el aliento con la energía de la paz y de la reunificación.

Oramos en nombre de Jesucristo, nuestro Señor, príncipe de la paz.

 

15 de agosto de 2019

 

Consejo Nacional de Iglesias de Corea

Federación Cristiana Coreana