Comenzamos nuestra sesión de hoy con la presentación por parte del equipo directivo de los acontecimientos más importantes desde Busan (Corea del Sur), donde se celebró la 10ª Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias. Por mi parte, me gustaría comentar brevemente algunos de los hitos en el camino que podemos destacar. Voy a estructurar mis observaciones en tres partes. En primer lugar, reflexionaré sobre el movimiento ecuménico desde el punto de vista de las iglesias miembros y del movimiento más amplio. En segundo lugar, examinaré algunas cuestiones programáticas y, en tercer lugar, hablaré de la gobernanza de manera más general.

 

De Busan a Karlsruhe

Echemos la vista atrás y recordemos que, en Busan (República de Corea), nos reunimos en una península que sigue estando dividida. La división de Corea tuvo lugar tras la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Corea. Para nuestra próxima Asamblea, nos trasladaremos a Alemania, que también estuvo dividida en su momento. Pero, gracias a Dios, celebramos que, por su gracia y su misericordia, ahora regresamos a una Alemania unida, a un país que realmente ha servido y apoyado al movimiento ecuménico.

 

Este aspecto concreto, desde la perspectiva geográfica, política y económica, es fundamental a la hora de pensar en nuestro tema, “El amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad”, y replantearnos realmente en qué punto se encuentran nuestras comunidades hoy en día después de tantos conflictos. Con respecto al movimiento ecuménico, en particular en lo que se refiere al Consejo Mundial de Iglesias y sus iglesias miembros, me complace decir que, desde Busan y en el camino hacia Karlsruhe, hemos sido testigos de una ampliación del diálogo ecuménico en curso. Hemos profundizado en nuestros diálogos bilaterales, con su aspecto intercomunión, pero también hemos ampliado el número de grupos con los que nos relacionamos. Por ejemplo, en nuestra relación con el movimiento pentecostal y el movimiento evangélico, vemos un espíritu mucho más positivo desde Busan.

 

Dicho esto, permítanme recordar que, en Busan, nos enfrentamos al desafío que constituyó el pequeño grupo de evangélicos que continuó manifestándose contra el CMI, tildándolo de anticristo. A pesar de esto, en mi opinión, esa actitud ha seguido disminuyendo a medida que hemos ido profundizando en el diálogo con muchos otros grupos de la comunidad cristiana. La afirmación de Busan recoge lo que acabo de describir, que es, en definitiva, que nos comprometemos a avanzar juntos. Hemos avanzado juntos como iglesias miembros, y junto con otras comuniones que no son miembros, como la Iglesia Católica. Por último, en este tema concreto de la ampliación del diálogo, hemos podido ver también un diálogo interreligioso más profundo y mucho más rico en contenido.

 

No obstante, lo más importante es que hemos avanzado junto con las comunidades humanas y los movimientos sociales para abordar cuestiones de justicia. Retomando el tema de Busan, tenemos el compromiso de avanzar juntos, y podemos remitirnos a la peregrinación de justicia y paz para ver cómo se manifiesta ese compromiso. La peregrinación de justicia y paz nos ha ofrecido un marco para relacionarnos. Busan invitó a las iglesias miembros, a la comunidad cristiana y a las personas de otras religiones, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a caminar juntos. De hecho, durante los últimos ocho años, la peregrinación de justicia y paz nos ha dado una dirección estratégica con miras a facilitar la coherencia y asegurar que nos centramos juntos en cuestiones con una orientación claramente humana, que afectan realmente a la vida de las personas. Desde el punto de vista estratégico, la peregrinación nos ha ayudado a formular los cuatro o cinco objetivos programáticos básicos del Consejo Mundial de Iglesias que han guiado nuestra labor.

 

 

 

Reflexiones sobre la labor programática

Permítanme mencionar varios hitos en nuestra labor programática que, para mí y desde una perspectiva de liderazgo, invitan a la reflexión y al trabajo continuo.

 

En primer lugar, desde Busan, hemos visto un departamento de Comunicación de Consejo Mundial de Iglesias coherente, sólido y muy activo, especialmente en las redes sociales.

 

El público puede seguir el trabajo no solo del Consejo como organización, sino de todas las comunidades e iglesias miembros, e incluso de aquellas que no son miembros. Y es que el departamento de Comunicación nunca ha sido tan sólido ni tan ágil en su actuación. De hecho, gracias a este activo y muy creativo departamento de Comunicación, hemos podido mantenernos unidos, orar y trabajar juntos durante la pandemia. Como tantas otras organizaciones, al principio, vimos con consternación que la pandemia podía prácticamente paralizar el trabajo del Consejo Mundial de Iglesias, por lo que nos alegramos mucho de que, a través de este departamento, pudiéramos conectar con las iglesias miembros. Pudimos comunicar las historias de esperanza, de resiliencia, de paciencia y de innovación, y, en estos momentos en los que nos reunimos y tratamos de avanzar hacia la 11ª Asamblea, me atrevo a decir que, de hecho, las iglesias han demostrado su capacidad de resiliencia en esta pandemia. Han demostrado la necesidad del apoyo intergeneracional, el diálogo y el compañerismo, y el lugar que estos ocupan, ya que ha sido la juventud la que ha apoyado al clero y la que ha ayudado a las personas mayores de las iglesias a adaptarse a las nuevas tecnologías para seguir rindiendo culto y nutriendo a la comunidad. De hecho, hemos visto que el lugar de la tecnología de la información durante este periodo ha sido fundamental. A pesar de todos sus problemas y discrepancias, la tecnología ha contribuido a mantener vivas la comunidad y la labor del Consejo.

 

El segundo elemento que me gustaría destacar son los logros en el área programática de Una comunidad justa de mujeres y hombres que, durante este periodo, ha planteado el tema de la campaña “Jueves de negro”. La lucha contra las violaciones y la violencia de género ha sido una cuestión global. A través de la campaña y del movimiento de los “Jueves de negro”, el Consejo Mundial de Iglesias ha logrado incorporar a otros grupos (por ejemplo, grupos seculares que comenzaron en Estados Unidos, como #MeToo) que estaban trabajando en los mismos temas de superación de la violencia de género. Por lo tanto, para mí, un área programática que se erige como un hito importante de este período es la de Una comunidad justa de mujeres y hombres. Ha demostrado que, juntos, hombres y mujeres pueden superar los desafíos, los obstáculos, los problemas que generan una violencia repulsiva y no deseada.

 

En tercer lugar, quiero mencionar la Conferencia sobre Misión Mundial y Evangelización de 2018, celebrada por primera vez en África. Tras haber abordado las cuestiones de la misión desde los márgenes, en Tanzania reflexionamos sobre la misión y la evangelización en relación con un discipulado transformado y transformador. Para nosotros, era muy importante que el lugar de la misión y la evangelización en la vida del Consejo y del movimiento siguiera siendo prominente y suscitase interés. A través de la evangelización, y a través de la misión, podemos cambiar las vidas de las personas mediante su aceptación de Cristo como su Señor y Salvador. Con este cambio, se asume un nuevo modo de vida, se forma una nueva comunidad, se adopta un nuevo sistema de valores y, por lo tanto, el discipulado transformado y transformador se convierte en algo fundamental.

 

En cuarto lugar, hemos visto surgir recientemente otro ámbito programático, que es el de la superación del racismo y la xenofobia. Ha cobrado impulso nuevamente porque, a pesar de todo el trabajo que se ha hecho en el pasado, los demonios del racismo, la xenofobia y la división siguen persiguiendo a la humanidad. Hemos podido constatar que, en los últimos tiempos, se ha producido una oleada en todo el mundo que realmente ha despertado el racismo y la xenofobia contra algunas comunidades. Se trata de una prioridad programática que el Comité Central ha respaldado y que creo que es realmente importante.

 

En quinto lugar, permítanme mencionar también las cuestiones relacionadas con la unidad. Recientemente, se han editado varias publicaciones de calidad sobre este tema, por lo que no entraré en detalles; pero, para mí, lo importante es haber vinculado la fe con el resto de nuestra labor programática a través de la peregrinación de justicia y paz, de manera que la teología que ahora se comparte con nosotros desde la peregrinación se refleje también en el trabajo sobre unidad y sobre Fe y Constitución. Para ser más específica, creo que es un logro histórico que la peregrinación haya decidido intencionadamente reflexionar teológicamente.

 

Por último, aunque no haya podido incluir todas las actividades programáticas en mis comentarios, no puedo dejar de destacar el lugar que ocupa el Instituto Ecuménico de Bossey en la formación de los futuros ecumenistas y de los futuros dirigentes. Incluso durante el punto álgido de la pandemia y sus posteriores rebrotes, Bossey ha podido seguir funcionando, logrando reunir a estudiantes de todo el mundo para superar los desafíos.

 

La gobernanza durante una pandemia

El último punto sobre el que hablaré es el tema de la gobernanza. Los órganos rectores del Consejo Mundial de Iglesias, empezando por el Comité Central, se han visto, claro está, afectados por la pandemia. Sin embargo, gracias a Dios, la mayoría de la gente comprendió la necesidad de que continuáramos nuestro trabajo en línea, y la última reunión en línea del Comité Central fue bastante productiva. Hemos tomado decisiones en línea y, para mí, esto apunta a una dirección muy positiva. Ahora, aunque habíamos previsto reunirnos de manera presencial, vamos, por supuesto, a reunirnos de nuevo en línea, y estoy convencida de que tendremos una reunión del Comité Central fructífera. El Comité Ejecutivo también ha celebrado todas sus reuniones, excepto una, en línea, al igual que el grupo de dirección. 

 

Para concluir con el tema de la  gobernanza, durante todo este tiempo y durante todo el periodo transcurrido desde Busan, hemos visto un espíritu de coherencia, trabajo en equipo, compañerismo y apoyo mutuo. Personalmente, en lo que respecta a la dirección del Comité Central, solo puedo decir que ha transcurrido en un ambiente muy cooperativo, consultivo y solidario. Trabajamos muy bien con el obispo presidente de la Iglesia de Noruega en el momento en el que era nuestro secretario general, y ahora también lo hemos hecho con el secretario general en funciones, el padre Sauca. Por eso, quiero dar gracias a Dios, y deseo que el próximo grupo de dirección después de Karlsruhe cuente con el mismo ambiente y el mismo espíritu. Yo, como moderadora, he recibido un gran apoyo de mis colegas, sin el cual no habría sido posible la labor realizada.

 

Así pues, volviendo la vista atrás desde Busan hasta ahora, puedo corroborar que el tema de nuestra actual Asamblea es muy relevante para nosotros ahora que la pandemia ha separado a las personas y exacerbado algunos de los conflictos que ya estaban presentes anteriormente.  Por eso, el tema del amor de Cristo, que nos lleva a la reconciliación y la unidad, no podría ser un tema más inspirado, porque para mí es divino, oportuno y resume todos nuestros programas.

 

Muchas gracias, nos veremos en Karlsruhe.