1. En muchas partes del mundo, las comunidades cristianas son víctimas de diferentes formas de violencia por motivos religiosos o son objeto de amenazas e intimidación. En muchos casos, esa violencia está exacerbada por conflictos étnicos y frecuentemente tiene lugar en medio de una guerra o incluso ya en tiempos de paz. Los cristianos suelen encontrarse en una situación en la que los respectivos gobiernos no son capaces de asumir su responsabilidad de protegerlos o no desean hacerlo. Hemos observado una disminución de la libertad religiosa en muchas partes del mundo y un aumento de la intolerancia religiosa. Reconociendo la responsabilidad de cada parte del Cuerpo de Cristo por la integralidad del Cuerpo y recordando la exhortación del Nuevo Testamento de “llorar con los que lloran” (Ro 12:15) de “compartir las necesidades de los santos” (Ro 12:13), y de “sobrellevar los unos las cargas de los otros y cumplir así la ley de Cristo” (Gál 6:2), el Comité Central del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), reunido en Ginebra (Suiza), del 26 de agosto al 2 de septiembre de 2009:

A. Exhorta a sus iglesias miembros a que oigan los llantos de sus hermanas y hermanos en Cristo que padecen violencia, amenaza e intimidación en el mundo, y a que sean la voz de sus sufrimientos para que su dolor no sea ignorado; a que oren sin cesar por el fin de la violencia y la restauración de la vida; a que se comprometan en acciones de solidaridad costosa como organizar visitas pastorales, compartir con generosidad sus recursos financieros, enviar cartas de apoyo y consuelo, y, siempre que sea posible, ofrecer su hospitalidad y asilo a quienes se ven obligados a adoptar la condición de refugiados, contribuyendo al mismo tiempo a facilitar su repatriación.

B. Pide a sus iglesias miembros que den testimonio público de esa situación interpelando a los respectivos gobiernos y, llegado el caso, a otros gobiernos, para que protejan la vida de los ciudadanos de conformidad con las normas internacionales de derechos humanos.

C. Apoya el programa “Acompañar a las Iglesias en situaciones de conflicto” e insta al secretario general y a la Mesa del CMI a que estén en la vanguardia del testimonio en favor de la libertad religiosa, siguiendo de cerca las situaciones de violencia e informando a sus iglesias miembros, encargándose de formular respuestas ecuménicas, organizando visitas ecuménicas de solidaridad, y dirigiéndose a los gobiernos y a las organizaciones internacionales instándolos a que protejan a las personas vulnerables.

D. Solicita a la Comisión de las Iglesias para Asuntos Internacionales que elabore una política general y propuestas en apoyo de la libertad religiosa en contextos plurirreligiosos y promueva el compromiso efectivo de las iglesias en defensa de la violencia de que son víctimas los cristianos.

E. Estimula a las iglesias de todos los contextos a que hagan prueba de sensibilidad hacia las otras religiones en su testimonio, predicando contra la venganza, reconociendo el derecho a la libertad religiosa de todos.

F. Recuerda a las iglesias que su testimonio contra la violencia anticristiana es más fidedigno cuando está acompañado por un claro compromiso de proteger a todas las personas y comunidades vulnerables independientemente de su identidad religiosa.

 

Aprobada por consenso unánime

 

La siguiente oración se propone como recurso para facilitar el compromiso de las iglesias con el tema al que se refiere la declaración:

Dios misericordioso, nuestro Salvador, amigo de todos los que sufren y esperanza de todos los que son llevados a la desesperación, haz que tengamos la voluntad y la disposición de compartir la violación de aquellos a quienes se ha impuesto la Cruz. Que nuestro abrazo les ofrezca consolación y nuestra voz inspire la justicia. Y que en todas las circunstancias nuestro ministerio no esté impulsado por la venganza, sino por la reconciliación, por Jesucristo, nuestros Señor. Amen.